Dos figuras femeninas
Pedro Berruguete
La tabla es un fragmento de un cuerpo más complejo. De un retablo. También los textos son cuerpos que se diseccionan. Dentro del cuerpo, dos cuerpos de mujeres llevan a cabo la acción noble de la conversación. Las manos gesticulan. También hablan. Propiedad transitiva: el fragmento habla. El cuerpo del arte es comunicativo
Figura alegórica
Autor desconocido flamenco, nórdico o francés
Júpiter, transmutado en águila. Cuerpo de matrona con rica vestimenta. El espejo reduce la mirada a reflejo y nos mete en el cuadro. Alguien secciona la tabla y, con ella, brazo y mano. Se amputa lo que sobresale. No hay confusión entre lo vivo y lo pintado, pero acaso sí el alegórico castigo de una casquivana.
David con la cabeza de Goliat
Autor desconocido italiano
Los labios y el hombro de David son sensuales y, en esta actualidad 'queer' que aborrece lo binario, reconocemos antiguos paradigmas: el cuerpo indefinido del efebo, la belleza andrógina y el terciopelo trenzado de una caballera que nada tiene que ver con cabezas de toro colgadas en paredes. No hay taxidermia.
Degollación de san Juan Bautista
Giovanni Baglione
Juan aún conserva su cabeza de animalito. Pero el ojo que mira conoce esta historia. Temblor. El brazo del verdugo es poderoso: hay que tener fuerza para acometer una degollación. Cuerpo del que mata por orden real. Un cuerpo somete al otro: la mano mantiene gacha la cabeza del que va a morir.
Judith con la cabeza de Holofernes
Cristofano Allori
Historia dentro de la historia: Allori es Holofernes; su amante, Mazzafirra, Judith; su suegra, la anciana. Más allá de la hipotética profecía sentimental, ¿se fijan en qué hermosura de composición, qué colores, con qué fuerza aprieta Judith los puños para sujetar la espada y, por los pelos, la reducción del hombre a su cabeza?
José y la mujer de Putifar
Antoni Viladomat i Manalt
Cuerpo casto y cuerpo tentador. Él tiene cara de estar harto “Señor, qué cruz” y ella no quiere dejar escapar su pollo vivo. Él es casto, y ella una viborilla. Esta escena bíblica me divierte mucho porque, sinestésicamente, no dejo de oír: "¡Ay, Ba, Ay, Ba, Ay, Babilonio que marea…!”
Isabel II
Federico de Madrazo y Kuntz
El cuerpo femenino del poder tiene veinte años. La redondez de la blanca carne revela los grasos alimentos. Es un cuerpo vestido: una reina no es alegoría que se pueda presentar desnuda. El cuerpo y lo que lo arropa -brillante vestido azul, joyas, metales de la diadema- son de excelente calidad. Todo es como debe ser. Complace.
Huyendo de la crítica (Una cosa que no puede ser o Muchacho saliendo del cuadro)
Pere Borrell del Caso
“… llama la atención el contraste entre la tensión de la clavícula, la delgadez de un pechito escueto, y la redondez de unas manos, incluso de un tobillo, que aún son infantiles. Luego me fijo (…) en la vestimenta del muchacho y tengo que insistir en que no es de buena familia.”
Figura femenina reclinada
Josep de Togores
La anónima mujer muestra la curva del hombro y las ubres ubérrimas, pese a la decantación de la geometría. Lleva el pelo suelto: las mujeres que pueden pintarse y reducirse a polígono -ni etéreo ni industrial, pero sí metal pesado- han de lucir una cabellera atractiva. En 1925 aún no existían las musas calvas
Los asfaltadores de la Puerta del Sol
José Gutiérrez Solana
El cuerpo del trabajo es carnavalesco, nocturno y se intoxica con las emanaciones del asfalto. El cuerpo, en composición circular y de complexión goyesca, son muchos y es uno en el esfuerzo. Cuerpo colectivo de sombras y luces que apenas iluminan. Un hombre protege su ropa con un delantal. Un pantalón nuevo sería un derroche.
Cabeza
Antonio Saura
Esta parte del cuerpo, separada del resto de la anatomía, podría ser un autorretrato. La cabeza funciona como metonimia y amputación simultánea de un pintor. Además, veo gestualidad, convulsión, la tragedia de Darth Vader y un metalizado insecto de otra galaxia. Terror psicológico y daño autoinfligido. Búsqueda y recreación en el dolor.
Sandra
Antonio Saura
Para salvarse de la destrucción, Saura pinta un arquetipo femenino. En ese salvamento, yo —dama que mira a esta otra dama que se esconde y fractura— atisbo culturales residuos de arañas y religiones oscuras. Me consuelo pensando que el pintor tampoco se ahorra esa negra crueldad en la decapitación de su propio autorretrato.
Las Meninas V
Soledad Sevilla
Bajo la urdimbre y el cálido efecto de la luz, bajo la atmósfera manta, se arropan y descubren, imaginativamente, las figuras de un antiguo arte: rey y reina, reflejos, pintor, perros, infanta, meninas… Cuerpos y multitudes están dentro de mis ojos. O son fantasmagorías. La dama se esconde bajo el cendal y el tejido.
Retrato de Luis Ángel Rojo
Carmen Laffón
El cuerpo masculino del poder no se pinta con indumentaria festiva ni con el doméstico batín. Se pinta con el decoroso realismo-realidad de un traje de buen corte. Terno gris casi confundido con el fondo en mímesis funcionarial del hombre eficiente que no necesita hacer alardes. Es casi imprescindible posar serio y llevar gafas.