
Nuevos préstamos de la Colección para exposiciones que se celebran en Córdoba, Donostia, Santiago de Compostela, Valencia y Madrid
Un total de once obras que forman parte de la Colección Banco de España pueden verse actualmente en cinco exposiciones programadas en diferentes centros artísticos y espacios museísticos de nuestro país: el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), en Madrid; el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM)
, en Valencia; el Museo Centro Gaiás. Cidade da Cultura
, en Santiago de Compostela; San Telmo Museoa
, en Donostia-Sebastián y el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A)
, en Córdoba. La institución incide así en su compromiso por abrir a la sociedad su fondo patrimonial. Un compromiso que le ha llevado a poner en marcha recientemente un programa de muestras temporales en su sede madrileña de Cibeles —la última de ellas ha sido Flores y frutos, finalizada el pasado 26 de febrero—, y a crear este portal web, donde el usuario puede encontrar información detallada de gran parte del legado artístico que conserva.
Vista de sala de la exposición Teresa Lanceta. Tejer como código abierto. Institut Valencià d'Art Modern (IVAM)
De uno de estos préstamos ya os informamos anteriormente, cuando hablamos de las obras de la Colección incluidas en exposiciones que estaban teniendo lugar en diferentes museos de nuestro país durante el segundo semestre de 2022. Se trata de Sin título (1999), una obra que forma parte de Tejer como código abierto, exposición que revisa la trayectoria de Teresa Lanceta desde la década de 1970 hasta la actualidad y que, tras pasar
por el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA), puede verse ahora en el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). Es una de sus piezas de mitad de carrera que ejemplifica el particular modo de hacer de esta artista barcelonesa que entiende el acto de tejer como una activación crítica de la imaginación, un "código abierto", siempre en proceso de reformulación, "desde el que leer, transformar y transmitir un conocimiento complejo y plural".
Vistas de sala de la exposición Camiños Creativos con obras de Eliseo Meifrén Roig y Santiago Rusiñol [foto 1] y Richard Long [foto 2]. Museo Centro Gaiás. Cidade da Cultura
La muestra de Lanceta, que constituye la mayor aproximación realizada hasta la fecha al trabajo de esta artista, cierra el próximo 16 de abril. Siete días antes, el 9 de abril, lo hace Camiños Creativos, el gran proyecto expositivo con el que se despide la programación cultural del Xacobeo 2021-2022. A través de más de un centenar de obras de épocas y estilos muy diferentes, esta exposición explora el vínculo entre movimiento y arte, poniendo de relieve cómo el desplazamiento a pie es, a menudo, determinante en el proceso creador. En ella se han incluido cinco piezas pertenecientes a nuestro fondo patrimonial. Piezas entre las que hay más de un siglo de diferencia. La más reciente es Being in the Moment (4 parts) (1999), serie fotográfica del artista británico Richard Long que siempre ha concebido el acto de caminar como materia prima de su trabajo. La más antigua, el óleo Paisaje de Gerona (c. 1884), donde el pintor catalán Santiago Rusiñol retrata con pincelada suelta un humilde camino rural bajo un cielo tormentoso. Muy cercanas en fechas al lienzo de Rusiñol son otras dos de las obras que hemos prestado para la exposición: Paisaje asturiano (1896), del artista madrileño Manuel Ramos Artal y Paisaje Lacustre (1900-1905), del barcelonés Eliseo Meifrén Roig. A este último, considerado como uno de los introductores del lenguaje impresionista en Cataluña, pertenece la otra obra de nuestra Colección incluida en la muestra, Casas en la playa (c. 1940), un lienzo en el que Meifrén Roig, que alcanzó una gran maestría en la pintura au plein air, representa un pequeño pueblo costero bañado de luz mediterránea.
Vista de sala de la exposición Manolo Quejido. Distancia sin medida. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS)
En Distancia sin medida, la exposición retrospectiva que el Museo Reina Sofía dedica al pintor sevillano Manolo Quejido, puede verse el díptico Conexión V-Q (2003), una de las piezas de este artista que conservamos en nuestro fondo patrimonial. Se trata de un cuadro de grandes dimensiones (180 x 389 cm) perteneciente ya a una etapa avanzada de su dilatada trayectoria, marcada por su continuo proceso de investigación en torno a cómo se entrelaza pintura y pensamiento. En él se hace patente, desde el mismo título, la gran influencia que su paisano, Diego de Velázquez, ha ejercido en su obra, constituyendo una suerte de variación o evolución de los ejercicios indagatorios sobre los parámetros que acotan una escena de interior que Quejido desarrolla en series claves de su carrera, como Reflejos y Tabiques. Una variación que le lleva a explorar y reivindicar, en este y otros cuadros como los de la serie Moebius, la posibilidad de una pintura que sea superficie pura, explicitando su bidimensionalidad y borrando cualquier efecto de espesor y de ilusión volumétrica.
Las obras Yagé (2000) y Jardín medicinal (2001) en la exposición Sombra verde. Federico Guzmán y la carrera de las plantas en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A)
De otro artista sevillano, Federico Guzmán, son otros dos de los prestamos que la Colección Banco de España ha realizado en este primer semestre de 2023: las acuarelas Yagé (2000) y Jardín medicinal (2001). Ambas formarán parte de la exposición Sombra verde. Federico Guzmán y la carrera de las plantas que se inauguró el 30 de marzo en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) y que reúne un amplio conjunto de obras que Guzmán ha llevado a cabo en las dos últimas décadas de su trayectoria. Obras en las que las plantas han sido un leitmotiv persistente y donde la crítica ecológica y la asunción de un discurso postcolonial juegan un papel central. Las dos piezas que prestamos son un ejemplo ilustrativo de ello, así como de la importancia que en la evolución experimentada por su trabajo han tenido sus estancias en el Sahara Occidental o, como en el caso que nos ocupa, Colombia. Dos pinturas rabiosamente vitalistas —como lo es, por otra parte, el conjunto de su producción— con las que Federico Guzmán pone de manifiesto su convicción de la necesidad de recuperar una relación directa con la naturaleza y reivindica el potencial sanador, entendido este en su sentido más amplio, que ciertos ritos ancestrales vinculados a ella tienen.
Las obras Abrazo y lucha II (Eulàlia Valldosera, 1997) y Odessa (Rogelio López Cuenca, 1992) en la exposición Los nuevos 90. San Telmo Museoa.
La otra exposición en cartel en la que hay obras de nuestro fondo patrimonial es Los nuevos 90, inaugurada el pasado 4 de marzo en San Telmo Museoa. A través de una selección de trabajos de 146 creadores y colectivos que irrumpen en la escena artística entre finales de la década de 1980 y principios del nuevo milenio, y tomando como punto de partida el contexto específico del País Vasco, esta muestra nos acerca al complejo ecosistema cultural que en ese periodo de transición, marcado por la transformación de los modelos económicos y el paso de lo analógico a lo digital, emerge. La Colección Banco de España colabora en esta exposición aportando piezas de dos artistas —Eulàlia Valldosera y Rogelio López Cuenca— que en esos años desarrollaron un trabajo multidisciplinar de inequívoca vocación crítica. Eulàlia Valldosera lo hace a través de propuestas que buscan una deconstrucción de los estereotipos femeninos y donde, asumiendo la consigna feminista de que lo personal es político, aborda cuestiones como la maternidad, la construcción de la identidad, el deseo o cómo se reproducen las dinámicas de control y opresión social en el ámbito de lo privado y lo doméstico. Ejemplo de ello es Abrazo y lucha II (1997), la obra que hemos prestado para la muestra, un díptico fotográfico donde la artista crea, en palabras de Beatriz Herráez, una de sus "escenografías borrosas e inquietantes en las que se alude a la violencia invisible que atraviesa lo cotidiano".
La violencia, real y simbólica, como herramienta de control social y el perverso uso que el poder hace de las imágenes para legitimarla y perpetuarla, ocupa un lugar crucial en la obra de Rogelio López Cuenca. De este artista malagueño, al que el pasado año le concedieron el Premio Nacional de las Artes Plásticas (galardón que Valldosera obtuvo en 2002), hemos cedido Odessa (1992), pequeño collage vinculado a un grupo de trabajos en los que se apropia del diseño de identidad de la Expo'92. En este caso, una serie de réplicas de la esfera armilar que se utilizó como logo de este evento aparecen superpuestas sobre un fotograma de la célebre escena de El acorazado Potemkin (Serguéi M. Eisenstein, 1925) que narra la matanza de civiles en la escalera de la ciudad de Odesa por parte del Ejército blanco del Estado zarista. López Cuenca las representa como si fueran proyectiles rodantes que ayudan a los militares en su carga indiscriminada contra los manifestantes, de modo que, como nos señala Carlos Martín, el logo deviene en una suerte de "icono del capitalismo triunfante" que arrasa —cabe recordar aquí que la obra se realiza en momento en el que, tras la caída del Muro de Berlín, se hablaba del "fin de la historia"— con los últimos vestigios simbólicos de la utopía revolucionaria soviética.