Estas obras del pintor madrileño Manuel Ramos Artal se sitúan cercanas al fin de siglo. Se trata de dos paisajes no muy significativos, de discreta calidad, característicos de la tendencia generalizada en el paisajismo español a seguir la estela de Carlos de Haes, del que el artista fue discípulo directo en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ramos Artal tocó con frecuencia temas gallegos y asturianos, como Paisaje asturiano (documentado también como Paisaje con hórreo), así como otros de Madrid, de las orillas del Sena y de otros enclaves europeos conocidos durante sus viajes formativos por Países Bajos, Italia o Portugal. Las obras de la Colección Banco de España representan, en el primer caso, un caserío con torreón y hórreo en un paisaje húmedo y brumoso, propio del Cantábrico; en el segundo, un soto junto a un riachuelo en una escena de evidente impronta invernal. La primera de las obras, más elaborada y de color más rico que la segunda, destaca sobre el tratamiento excesivamente monocromo de Paisaje con riachuelo, en el que, sin embargo, sobresale un esfuerzo del artista por captar una atmósfera fría y desapacible.
Ramos Artal ha pasado a la historia del arte como un pintor secundario, tendente a temas de repertorio y a la repetición de esquemas y ejercicios, pero sin duda es representativo de la emergencia del género del paisaje, del gusto por el plein air en pequeño formato y, sobre todo, del magisterio de Carlos de Haes sobre decenas de artistas de la siguiente generación. En vida, el pintor debió de contar con una cierta popularidad, al menos en la escena madrileña, como muestra la aparición de una caricatura de este en la portada de Madrid Cómico acompañada de un romance satírico acerca de su obra, acaso en referencia al aspecto casi seriado y reiterativo de su obra: «Aquí hay un Ramos Artal / que vale lo menos dos. / Copia bien del natural, / y es artista, ¡vive Dios! / de mérito excepcional».
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