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Reloj de torre del chaflán de Cibeles. Marcando la hora oficial del Banco de España desde 1891
Instalado hace más de 130 años, el reloj monumental que corona el chaflán de nuestra sede de Cibeles forma parte de la memoria visual de quienes pueblan y visitan la ciudad de Madrid. Se trata de un reloj con sonería sobre tres campanas (con un peso de 750, 300 y 75 kilógramos, respectivamente), cuerda para ocho días, maquinaria de bronce y acero y péndulo de compensación bimetálica que oscila una vez cada dos segundos. Su constructor fue el relojero inglés David Glasgow que ganó un concurso al que se presentaron otras cuatro prestigiosas casas relojeras europeas de aquellos años: la alemana Ungerer Frèes, las francesas Chateau Pere et Fils y Paul Garnier, y la madrileña de Alberto Maurer.
En el Catálogo de relojes del Banco de España, que presentamos públicamente el pasado 20 de abril, Amelia Aranda Huete, Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y conservadora de relojes y autómatas de Patrimonio Nacional, explica que a mediados de 1889, la Comisión de Obras del Banco de España decidió adquirir un reloj para la torre del edificio que la entidad estaba en esos años terminando de construir en la Plaza de Cibeles. Un edificio que en su capacidad de aunar con tanta audacia como elegancia los dos caracteres propios del establecimiento —el industrial y el de representación—, acabaría convirtiéndose en una de las joyas de la arquitectura decimonónica de nuestro país. No en vano, en 1999 fue declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento Histórico.
Reloj de Torre de David Glasgow. Chaflán sede de Cibeles del Banco de España
Como curiosidad decir que uno de los motivos para esa adquisición era contar con un reloj público que sirviera de referencia para dar inicio a las reuniones de las juntas generales de accionistas del Banco de España. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces no existía en Madrid ningún reloj que marcase el tiempo de manera oficial, por lo que los accionistas se regían por los relojes de sus parroquias o ayuntamientos más cercanos, a menudo bastante inexactos. Esto provocaba que fuera habitual que unos llegaran tarde y otros antes de tiempo. Este problema lo solventó el reloj de David Glasgow que desde su instalación en 1891 marca la hora oficial de todas las operaciones y actividades del Banco.
Reloj de Torre de David Glasgow. Campanas y péndulo
En esta función unificadora y reguladora incidía también la determinación de la entidad de que todos los relojes del nuevo edificio funcionaran uniformemente por medio de conexión eléctrica, solicitando a Glasgow que fuere el reloj del chaflán el que regulara el funcionamiento del resto. Para posibilitarlo, nos cuenta Aranda Huete, el relojero británico se comprometió a que la máquina destacara por su gran precisión, reuniendo todos los adelantos técnicos de la época. El marco sería de hierro colado solido, las tres ruedas principales de bronce cañón y el péndulo se construiría con compensación térmica, utilizando tubos de zinc y hierro. Dichas características permitirían que, por un lado, no sufriera alteración ni "por el viento, ni por la nieve, ni por la trepidación producida por el tránsito de carruajes"; y, por otro, que la medición del tiempo no variara más que cuatro o cinco segundos por semana. Esas previsiones se han cumplido casi a rajatabla. Solo un fenómeno excepcional, la borrasca Filomena, hizo que las manillas se congelaran y el reloj se parara durante un día.
Reloj de Torre de David Glasgow. Maquinaria
El pago que se le hizo fue de 386 libras esterlinas, lo que al cambio de la época suponía unas 9.650 pesetas. En ese precio se incluía el coste de las tres campanas, pero no el del transporte (primero en barco desde Londres al puerto de Santander y, después, desde la ciudad cántabra en ferrocarril hasta Madrid) ni el de los derechos de aduana y la construcción del campanil. También estaba excluido el coste del montaje de las campanas y del propio reloj. Del primero se encargó el plomero y mecánico constructor Luis Loubinoix, y del segundo el relojero Ramón Garín, representante de Glasgow en Madrid, a quien también se le encomendaría las labores de mantenimiento. De Garín, por cierto, hay otros dos relojes en nuestro fondo patrimonial: el reloj ojo de buey del patio de la Caja General (actual biblioteca) y un reloj de sobremesa de los denominados pendule borne, con máquina francesa de tipo París y carcasa rectangular fabricada en mármol negro.
Javier Campano: Serie Banco de España (1981-2001) | Fernando Álvarez de Sotomayor: [Retrato de] Juan Antonio Gamazo Abarca, conde de Gamazo (1930)
Con el paso del tiempo, el reloj de torre de David Glasgow se fue convirtiendo en uno de los elementos más emblemáticos no solo del edificio de la sede central del Banco de España, sino también de la Plaza de Cibeles en su conjunto. Entre las múltiples representaciones fotográficas que existen de él, destacan especialmente las que le dedicó Javier Campano dentro de la Serie Banco de España (1981-2001). Una serie compuesta por más de un centenar y medio de fotografías en las que, en palabras de Carlos Martín, Campano busca que "la mirada descanse sobre el peso de la historia y las imágenes destilen el carácter protocolario y representativo" de la entidad. Cabe señalar aquí que más de medio siglo antes, el pintor gallego Fernando Álvarez de Sotomayor también incluyo el reloj de Glasgow en el retrato que hizo del gobernador Juan Antonio Gamazo Abarca, conde de Gamazo. En una composición inventada pero verosímil, el artista le representa apoyado sobre una balaustrada con los árboles del Paseo del Prado y la sede del Banco de España al fondo. "Con su esfera dorada apuntando al cielo", escribe Justo Navarro en el ensayo Las horas ya de números vestidas, incluido dentro del Catálogo de relojes del Banco de España, en este cuadro, el reloj del chaflán "parece mirar al artista que lo está pintando", proyectando "sobre el momento transitorio un halo de sabiduría y permanencia, metonimia de las virtudes de la institución".