
Francisco de Cabarrús. Auge y caída de un personaje clave en la historia del Banco de España
Polifacético, carismático, controvertido y con una extraordinaria habilidad para los negocios y las relaciones sociales, Francisco de Cabarrús y Lalanne es, sin duda, una figura clave de la historia económica y política de nuestro país en el último tercio del siglo XVIII y primera década del siglo XIX. Es el artífice de la creación del Banco Nacional de San Carlos, considerado el primer antecesor del Banco de España, así como de otros grandes proyectos financieros de los años finales del reinado de Carlos III, llegando a obtener los títulos nobiliarios de vizconde de Rambouillet y de I conde de Cabarrús. Aunque, como veremos más adelante, si su ascenso fue meteórico, aún más lo fue su caída en desgracia.
Nacido en Bayona (Francia) en 1752, en el seno de una familia de comerciantes y marineros de origen navarro, se inicia en el mundo de los negocios a principios de la década de 1770, primero en Valencia y después en Carabanchel de Arriba donde regenta con éxito una fábrica de jabones de un familiar de su esposa. En esos años, al tiempo que prospera como comerciante y banquero, se introduce en los círculos del poder político, ingresando en 1776 en la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, institución filantrópica de vocación ilustrada y liberal donde conoce a Gaspar Melchor de Jovellanos, con quien mantendrá una buena relación de amistad hasta los años de la Guerra de la Independencia.
Cuando España y Francia se enfrentan a Inglaterra con motivo de la Guerra de la Independencia norteamericana, Francisco de Cabarrús le propone al Conde de Gausa, en aquel momento Ministro de Hacienda, hacer frente a los crecientes gastos públicos a través de la emisión de "vales reales". La institución que se encargaría de su puesta en circulación es el Banco Nacional de San Carlos, cuya creación fue fruto, como nos explica Paloma Gómez Pastor, del empeño de Cabarrús por "erigir un instituto oficial de crédito" que sirviera para, además de la anticipación de recursos para el Estado a través de los citados vales, atender los pagos de la Corona en el extranjero, combatir la usura y proporcionar crédito al comercio y a la industria.
Francisco de Goya: Francisco de Cabarrús (c. 1788)
Convertido en una de las figuras con mayor influencia social y económica de la España de la época, Cabarrús fue nombrado director honorario del Banco de San Carlos y bajo su auspicio se inicia la costumbre de retratar a los directores de la institución. Costumbre que, de hecho, se interrumpe cuando, a finales del siglo XVIII, tras la muerte de Carlos III y en un contexto político convulso —se acaba de producir la Revolución Francesa— que propicia una fuerte regresión anti-ilustrada, comienza su caída en desgracia que, de algún modo, también arrastrará a sus amigos y protegidos. Cabarrús, que por su auge político y financiero se había ido granjeando enemigos muy poderosos, no solo es destituido como director de la institución, sino que incluso llegó a ser encarcelado por un supuesto delito de contrabando cometido durante su juventud.
Entre sus amigos y protegidos se encontraba Francisco de Goya que en 1788 le había realizado un retrato, el último de los que el pintor aragonés hizo para el Banco de San Carlos. En el mismo, le representa de pie y engalanado con un luminoso atuendo de seda verde, color asociado a la riqueza, y con brillos dorados que hacen resaltar su voluminosa figura sobre un fondo en penumbra de reminiscencias velazqueñas. Como nos hace apreciar Manuela Mena, el retratado aparece sin bastón de mando ni ningún otro distintivo de poder vinculado al Antiguo Régimen, remarcando así su pertenencia a una nueva clase social, la burguesía, que se iba abriendo camino en todos los frentes. "El financiero no tenía un pasado ilustre y parece salir aquí de la oscuridad de la historia", señala Mena, "pero él solo se mantiene con fuerza y peso, proyectando en el suelo una sombra definitiva con la que Goya sugiere también el avance de la figura gracias al movimiento de la casaca y su pierna adelantada, como si su estampa estuviera impulsada por una fuerza centrífuga, hacia adelante, hacia un nuevo proyecto".
Agustín Esteve y Marqués: Retrato de Francisco Cabarrús (c. 1798) | Bartolomé Maura y Montaner. Retrato de Francisco Cabarrús (1895)
Este cuadro es uno de los que se ha incluido en la exposición 2328 reales de vellón que indaga en los orígenes de la Colección Banco de España. En nuestro fondo patrimonial también hay otras dos piezas dedicadas a Cabarrús. Por un lado, un retrato que le realizó el pintor valenciano Agustín Esteve y Marqués a finales de la década de 1790, donde se le representa sentado ante una mesa sobre la que se hallan libros y diversos documentos que, en palabras de Virginia Albarrán Martín, constituyen un "compendio de su pensamiento político-económico". Por otro, un dibujo en formato circular realizado un siglo después por Bartolomé Maura y Montaner que reproduce, casi a tamaño natural, el busto del retrato de cuerpo entero de Esteve y Marqués. Dibujo que fue utilizado en la emisión de un billete de 1000 pesetas que el Banco de España puso en circulación en 1898.
El retrato de Esteve y Marqués, durante mucho tiempo atribuido a Goya, se calcula que se realizó en torno a 1798, es decir, en un momento en el que Francisco de Cabarrús, tras pasar cinco años en prisión sin que se celebrara juicio, había sido rehabilitado como director nato del Banco Nacional de San Carlos. Su suerte, no obstante, volvió a cambiar poco después, cuando Manuel Godoy, para recobrar el poder que había perdido, se asocia a los sectores más reaccionarios del país y destituye a los ministros ilustrados. Cabarrús vive durante los siguientes años en Barcelona, abandonando en gran medida la política activa para centrarse en varios proyectos industriales.
Francisco de Goya: Retratos de El Rey Carlos III (c. 1786), de José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca (1783) y de Miguel de Múzquiz y Goyeneche, I conde de Gausa y I marqués de Villar de Ladrón (1783)
Cuando en 1808 estalla la Guerra de la Independencia, aunque en un primer momento se llegó a mostrar favorable al levantamiento popular contra las tropas francesas, finalmente se adhirió a la causa de José Bonaparte quién, en julio de ese año, le nombra ministro de Hacienda, cargo que ostentará hasta su muerte en Sevilla el 27 de abril de 1810. En un primer momento fue enterrado en la Capilla de la Concepción de la catedral hispalense, en un panteón cercano al del Conde Floridablanca, otra figura clave en los orígenes del Banco de España y al que Goya también retrató. Sin embargo, en un último giro dramático de su accidentada trayectoria biográfica, en 1814, tras finalizar la Guerra de la Independencia, sus restos se exhumaron, pues había sido declarado reo de alta traición por su participación en el gobierno del rey José I Bonaparte, depositándose en una fosa común del patio de los Naranjos que estaba destinada a los condenados a muerte.