
Descolonizando el tiempo del reloj
En su indagación en torno al tiempo y su representación, en la exposición La tiranía de Cronos se pone de relieve que hay modos de concebirlo, experimentarlo y representarlo que desbordan la concepción lineal del mismo impuesta por la modernidad. Las obras de los artistas guatemaltecos Antonio Pichillá, Ángel Poyón Cali y Manuel Chavajay incluidas en Un tiempo sin reloj, el tercer capítulo de la muestra, dan cuenta de la visión del tiempo no utilitarista, cíclica, vinculada a la tierra y la naturaleza, que aún persiste en ciertos contextos culturales no occidentales. Y de cómo dichos creadores la exploran desde una mirada plenamente contemporánea.
En el caso de Antonio Pichillá (San Pedro de la Laguna, Guatemala, 1982), artista maya tz’utujil que vive y trabaja en su pueblo natal a las orillas del Lago Atitlán, se exponen dos trabajos: Kukulkan (serpiente emplumada) [2017] y Semilla (2024). Construido con madera de caoba e hilos de lana, el primero de ellos es un objeto escultórico de movimiento colorido y serpenteado con el que, según María Jacinta Xón Riquiac, articula una reinterpretación de la tecnología ancestral del q’inb’al / urdidora. Para los pueblos indígenas del Abya Yala, el «Kukulkan / Pájaro Serpiente» es un «ente de la vida diversa que cuida del tiempo, del espacio, del agua y la lluvia». Al ser desplegado como «objeto conceptual contemporáneo», nos explica Xón Riquia, esta serpiente deviene en una urdimbre que teje una historia de resistencia y, a la vez, en «metáfora de la memoria y los saberes que permanecen dinámicos cuando Pichillá lo representa como la continuidad de la relación con su abuela tejedora y el legado a su descendencia».
Antonio Pichillá: Kukulkan (serpiente emplumada) (2017)
La otra obra de este artista que podemos ver en la muestra, Semilla (2024), es una pieza textil que alude a la centralidad que la cultura maya tz’utujil ha dado a la práctica del sembrado, estrechamente vinculada con la reproducción de la vida, alertando del peligro de que eso se pierda por un proceso civilizatorio que aleja al ser humano de la relación directa con el cultivo de la tierra. A este respecto, el artista advierte que «sembrar, como el tejido, es intrínseco al tiempo» y que la humanidad tiene que comprender que también es una «siembra» —es decir, algo que hay que «cuidar, limpiar, abonar... »—, por lo que hemos de concebir su «existencia como una simbiosis con el sol, el aire, el agua, los sueños, la tierra». Solo así se podrá asegurar, siguiendo con la metáfora, su supervivencia a largo plazo.
Antonio Pichillá: Semilla (2024)
De Ángel Poyón Cali (San Juan Comalapa, Guatemala, 1976), un artista que en su trabajo, en palabras de Xón Riquia, se ha confrontado a la «linealidad positivista de la modernidad a través de la multidimensionalidad y la difracción de ideas, relatos y significados de la cotidianidad maya kakchiquel», también se muestran dos obras en la exposición. La primera de ellas, Lugar imaginado nº2 (2022), es una pieza escultórica que recrea la esfera de un reloj sin manecillas atravesado por una bandada de azacuanes. El marco esférico del reloj alude al tiempo cuantificado, cerrado sobre sí mismo, de la modernidad. Y también a ese otro límite instaurado por el orden imperial-capitalista, el de las fronteras, que restringe el movimiento o lo condiciona a una legalidad que perpetúa el privilegio de las clases dominantes y los países colonizadores. En contraposición, el vuelo de los pájaros nos recuerda que, paralelamente a la «medición obsesiva del tiempo moderno», el «tiempo de la naturaleza» sigue su curso. La colonización ha despojado a los pueblos originarios mesoamericanos de ese tiempo no mecanizado, así como del acceso libre a los frutos que, en su relación simbiótica con él, obtenían de la tierra. Pero lo que no ha podido arrebatarle, nos subraya el artista, son sus sueños.
Ángel Poyón Cali: El presente es nuestro nº4
El presente es nuestro nº4 (2018), la otra obra de Ángel Poyón Cali incluida en la muestra, con sus dibujos de relojes sin bordes definidos, «un poco redondos, un poco cuadrados», nos remite al tiempo de la infancia, a la resistencia de los niños a encarcelar y cuantificar el tiempo. Y también a la relación más abierta y flexible que establecían con él las comunidades kakchiquel hasta hace apenas unas décadas, cuando el reloj no condicionaba ni su vida, ni su trabajo y la gente tenía «rituales cotidianos, no rutinas de sobrevivencia, en su día a día». Esta idea del tiempo como algo flexible y multiforme, reforzada por el propio material, caucho, que el artista escoge para llevar a cabo la obra, pone de relieve que aunque su existencia es contante, las formas de vivirlo son «infinitamente impredecibles».
Ángel Poyón Cali: El presente es nuestro nº4 (2018)
Por su parte, de Manuel Chavajay (San Pedro de la Laguna, Guatemala, 1982), un artista que ha buscado con su obra contribuir a la preservación y puesta en valor de los paisajes sagrados y las tradiciones que definen el legado maya tz’utujil, puede verse en la exposición Sin título (2023), un dibujo de textura casi abstracta perteneciente a su serie K’o q’iij ne t’i’lto’ ja juyu’ t’aq’aaj. En él, Chavajay nos muestra una carretera que cruza un paisaje de «montañas sacrificadas para que la vida humana sea más rápida» del lago Atitlán, en un momento impreciso del día, quizás antes de la aurora o justo tras el atardecer. La parte superior del lienzo está cubierta de chorros negros de aceite quemado, como pinceladas furtivas que aluden al lento pero inexorable impacto que la contaminación está teniendo sobre este territorio. El centro del cuadro lo ocupa la «abuela Luna», bordada sobre papel de algodón y que, como en el resto de sus obras en las que este astro aparece, el artista representa sin llegar a cerrar en su redondez. «La Luna», nos recuerda Chavajay, «está siempre», aunque a veces no la veamos o solo lo hagamos parcialmente. Observarla sin prisas y sin necesidad de recurrir a ninguna herramienta tecnológica —pues «nuestros ojos tienen una capacidad que ninguna cámara» puede lograr—, añade, es una experiencia que nos permite comprender mejor los «tiempos de la naturaleza».
Manuel Chavajay: Sin título. De la serie K’o q’iij ne t’i’lto’ ja juyu’ t’aq’aaj (2023)