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Actualizamos la sección "Destacados de la Colección" con obras de las artistas Natividad Bermejo, Rosa Brun y Magdalena Correa
Con el objetivo de dar a conocer diferentes obras que forman parte de nuestro fondo patrimonial, contamos con un apartado en la web en el que de manera periódica destacamos tres de sus piezas. En la última entrega de esta sección hemos escogido tres trabajos fechados entre 1995 y 2016: el dibujo Eclipse de Natividad Bermejo (Logroño, 1961), la pintura Dextro de Rosa Brun (Madrid, 1955) y la serie fotográfica La Rinconada de Magdalena Correa (Santiago de Chile, 1968). Trabajos que dan cuenta de la calidad y diversidad de nuestra colección contemporánea, que constituye en torno al ochenta por ciento de los fondos artísticos del Banco de España, así como de la destacada presencia que las artistas mujeres tienen en ella.
Natividad Bermejo: Eclipse (1995)
La pieza más antigua de las seleccionadas es Eclipse (1995), una obra que pertenece al momento en el que el dibujo pasa a ocupar un lugar central en la producción de Natividad Bermejo que hasta entonces había trabajado principalmente con la escultura, la instalación, el vídeo y la fotografía. Elaborados utilizando diferentes escalas de grises, en sus dibujos Bermejo emplea técnicas como el óleo, el carbón o el grafito, creando un vocabulario plástico austero pero de inequívoca fuerza poética que logra conjugar de manera orgánica, como nos señala Roberto Díaz, lo «hiperreal y lo onírico». En ellos, los motivos representados, reducidos a un gesto mínimo, sobresalen como figuras que emergen de la oscuridad de la superficie, al modo de un «sugerente catálogo de escenas nocturnas que», en palabras de Beatriz Herráez, «tienen la capacidad de generar atmósferas inquietantes y perturbar al espectador». En este sentido, asegura Herráez, se podría vincular la obra de Bermejo con la arraigada tradición dentro del arte contemporáneo de aspirar a suprimir «cualquier ornamento en favor de un análisis riguroso de las formas». Una operación que en su caso le permite expandir metafóricamente el objeto o la escena representada, como ocurre no solo en Eclipse, también en sus otros dos dibujos —Sin título (1998) y Sin título (2000)— conservados en la Colección.
Rosa Brun: Dextro (2003)
La segunda obra que destacamos, Dextro (2003), es un lienzo de Rosa Brun, una artista que ha desarrollado una práctica de indagación radical en torno a los límites de lo pictórico. Sus trabajos se caracterizan por el empleo de formas geométricas simples en campos planos de color, de tonalidades fuertes, ácidas y contratadas, así como por el uso de soportes construidos con materiales como el aluminio o la madera que le dan ciertas cualidades expresivas a la pintura. En ellos, la artista desafía la percepción del espectador, creando, en palabras de Roberto Díaz, «sensaciones contrapuestas de equilibrio-caos, calor-frío, peso-levedad, vacío-lleno, verticalidad-horizontalidad». En el caso de Dextro, la ruptura de la bidimensionalidad se opera a través de la compleja relación que se establecen entre los dos campos cromáticos que la conforman, con el superior avanzando sobre el inferior, lo que propicia una falsa perspectiva que provoca una sensación de extrañamiento. De este modo, según Carlos Martín, se podría decir que Brun actualiza y desarrolla las indagaciones de la abstracción geométrica de las primeras vanguardias, poniendo en primer plano la problemática de la percepción y planteando la necesidad de releer críticamente el propio dispositivo expositivo en tanto que «espacio delimitado y condicionado». Respecto a esto último cabe aclarar que el título de la obra, Dextro, alude al terreno alrededor de una iglesia dentro del cual se gozaba del derecho de asilo y de algunos otros privilegios, esto es, a un espacio acotado y protegido que, como el instituido alrededor de la pintura y la escultura, se rige por normas diferentes a las del mundo exterior.
Magdalena Correa: La Rinconada (2012-2016)
En esta nueva actualización de la sección de «Destacados de la Colección» también hemos seleccionado la obra La Rinconada (2012-2016), serie fotográfica de la artista chilena Magdalena Correa en torno al municipio homónimo de los Andes peruanos que, situado a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar, se considera el asentamiento humano permanentemente habitado más alto del mundo. Su origen se debe a que en sus proximidades, en un antiguo glaciar, hay una mina de oro en la que trabaja la mayor parte de su población, cuyo número resulta difícil de determinar pues es siempre muy flotante. Articulada como una «secuencia de narración discontinua», nos explica Carlos Martín, esta serie, de la que el Banco de España conserva cinco imágenes, documenta «las peculiares formas de arquitectura, convivencia, conflicto y alteración del paisaje» que generan el sistema de trabajo y el modelo de explotación del terreno que en este lugar se han implantado. La artista da cuenta de cómo la riqueza potencial representada por el mineral contrasta con las precarias condiciones laborales y vitales de quienes lo extraen, al tiempo que pone de relieve la importancia que sigue teniendo el oro en el capitalismo financiero —aunque ahora su valor sea más simbólico que material— y nos confronta al fantasma de la memoria colonial y las heridas no cerradas que infringió sobre el territorio latinoamericano.