Noticias
Sorolla, mucho más que el pintor de la luz
Creador de un inconfundible estilo propio que entrelazaba la influencia de la pintura española del Siglo de Oro, especialmente de Velázquez, con tendencias claves de la vanguardias pictóricas de su época, Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 1863 - Cercedilla, Madrid, 1923) es una de las figuras más relevantes de la historia del arte de nuestro país. Coincidiendo con el primer centenario de su muerte y los 160 años de su nacimiento, este 2023 se celebra el Año Sorolla que constituye una oportunidad excepcional para (re)descubrir la prolífica e influyente obra de este artista que llegó a realizar más de 2200 cuadros, algunos de los cuales han quedado profundamente arraigados en el imaginario popular.
Queremos sumamos a los homenajes que en el marco de esta conmemoración se le están dedicando con un recorrido por los lienzos que de él conserva la Colección Banco de España. Cuatro piezas que nos dan cuenta de algunos de los principales géneros que Sorolla exploró a lo largo de su carrera —del retrato a la pintura decorativa, del paisajismo urbano a la vertiente más intimista de su luminoso costumbrismo—, poniendo de relieve tanto la dimensión ecléctica de su propuesta, de la que a menudo no se es consciente, como la indudable maestría que caracteriza el conjunto de su producción. Una maestría que le permitió alcanzar, aún en vida, un notable reconocimiento a nivel internacional, siendo su trabajo objeto de importantes exposiciones monográficas en ciudades como París, Berlín, Londres, Nueva York, San Luis o Chicago.
Joaquín Sorolla y Bastida: Retrato de José Echegaray (1905)
La primera obra que nuestra institución adquirió de este artista fue Retrato de José Echegaray (1905), lienzo que realizó por encargo del Casino de Madrid cuando al dramaturgo le concedieron el Premio Nobel de Literatura. Mónica Rodríguez Subirana nos cuenta que Sorolla llevó a cabo las primeras fases del retrato directamente del natural, concertando distintas sesiones de posado con el modelo, y que en el mismo trató de hacer hincapié en su condición de escritor —no era su única faceta conocida: Echegaray también fue un eminente científico y llegó a estar al frente de los ministerios de Fomento y de Hacienda—, como evidencia el hecho de que en la chistera que vemos a su izquierda asoman varios libros.
Este retrato llegó formar parte de la gran exposición individual que le dedicó, en 1906, la Galerie Georges Petit de París. Cabe señalar aquí que aunque su faceta como retratista no es de las más conocidas, se prodigó bastante en ella, especialmente durante las dos últimas décadas de su carrera. Como dato curioso decir que en uno de sus viajes de trabajo por ciudades norteamericanas fue comisionado para retratar a William Howard Taft, vigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos. Es en este país donde, según Rodríguez Subirana, encontramos el "culmen de la obra de Sorolla como pintor de retratos", en concreto en la Galería de Españoles Ilustres que realizó por encargo de Archer Milton Huntington y que hoy se conserva en la Hispanic Society of America. A su faceta como retratista, por cierto, está dedicada una de las primeras exposiciones que se ha llevado a cabo con motivo del Año Sorolla: Retratos de Joaquín Sorolla (1863-1923) en el Museo del Prado.
Joaquín Sorolla y Bastida: Voltaire contando uno de sus cuentos (1905)
También de 1905 data otro de los cuadros de este artista que tenemos en la Colección. Se trata de Voltaire contando uno de sus cuentos, lienzo central de la decoración que realizó para el techo de la casa del ingeniero de montes Calixto Sánchez, con quien mantuvo una duradera relación de amistad y que llegó a poseer más de una decena de obras suyas. No hay demasiados datos de la razón por la que recurrió a este motivo, poco habitual en su trabajo, aunque justo un año antes llevó a cabo una obra con una temática similar, titulada Apolo conduciendo el carro del sol, para el techo del palacio madrileño de la marquesa de Torrelaguna. En el caso de la obra para Calixto Sánchez, Mónica Rodríguez Subirana cree que lo que Sorolla representa es al filósofo y escritor francés contando su cuento El sueño de Platón, pues en su cielo adivinamos, en una forma fantasmagórica creada por las nubes, "la figura de un hombre desnudo con la cabeza entre las manos, como pensando o durmiendo". Dicho cuento, además, se incluye en un libro de Voltaire que el artista tenía en su biblioteca, conservada por el Museo Sorolla, institución que recoge gran parte de su legado y que este año organiza un amplio programa de exposiciones y actividades en torno a su obra y figura.
Joaquín Sorolla y Bastida: En la tasca. Zarautz (1910)
Los otros dos cuadros —En la tasca. Zarautz y Antigua Puerta de la catedral de Sevilla— que tenemos en la Colección Banco de España de este artista valenciano fueron realizados en 1910, año en el que produjo un nutrido grupo de obras nuevas para la segunda tanda de exposiciones que le dedicaron en Estados Unidos. El primero de ellos es uno de los numerosos lienzos que Sorolla hizo durante sus estancias veraniegas en la costa guipuzcoana, un lugar que le posibilita pintar escenas de playas con una luz muy diferente a la de su Valencia natal. En esos lienzos alterna las representaciones de escenas de veraneo de la alta sociedad —Bajo el toldo. Playa de Zarautz, Sobre la arena. Playa de Zarautz—, con obras en las que retrata a personajes humildes y sus actividades cotidianas. A este segundo grupo pertenecería En la tasca. Zarautz, un cuadro en el que, en la línea de piezas como El viejo del cigarrillo (1899) o Los pimientos (1903), el artista nos muestra figuras populares anónimas en momentos de ocio y de descanso, en escenas íntimas que funcionan casi como retratos, no solo físicos sino también de costumbres. El verano de 1910 en Zarautz fue especialmente prolífico en estas representaciones de tipos populares, cuya máxima expresión llegaría con la realización de Visión de España, conjunto de catorce grandes paneles que llevó a cabo entre 1912 y 1919 para decorar la Biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York. Paneles en los que representa diferentes regiones de España a través de escenas que reflejan algunas de sus tradiciones y actividades más características.
Joaquín Sorolla y Bastida: Antigua puerta de la catedral de Sevilla (1910)
El cuarto y último cuadro de Sorolla que nuestra institución atesora es Antigua puerta de la catedral de Sevilla, lienzo que el artista realiza durante una breve estancia en la capital hispalense y otras ciudades de Andalucía a principios de 1910. Hasta recientemente este cuadro se venía catalogando como Portada de la catedral de Burgos, pero el gran avance que durante los últimos años se ha hecho en el estudio de su obra ha permitido corroborar su actual identificación. En el mismo lo que vemos es la llamada puerta del Nacimiento de la catedral de Sevilla —también conocida como Puerta de San Miguel por estar situada frente al antiguo colegio del mismo nombre— que tiene en su tímpano un relieve que alude a este acontecimiento de la vida de Jesús y en sus jambas laterales representaciones escultóricas de los cuatros evangelistas y de los santos Hermenegildo y Laureano. Esta obra, que fue incluida en las exposiciones que le dedicaron en el Art Institute de Chicago y el City Art Museum de San Luis, puede considerarse el antecedente de las vistas de la catedral de Burgos que el artista pintará entre marzo y abril del mismo año 1910, lo que ha contribuido a la confusión a la que antes aludíamos.