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Renovamos con obras de Joaquím Mir, Luis Gordillo y Teresa Lanceta nuestra sección de "Destacados de la Colección"
En el apartado de Colección de nuestra web contamos con una sección específica en la que de manera periódica se van presentando diferentes obras del fondo patrimonial de Banco de España, conformado por más de 4.500 piezas de épocas, estilos y formatos muy diversos. En la última actualización de esta sección presentamos tres trabajos fechados en el siglo XX, pero entre los que hay una separación de 96 años: el lienzo Cala Sant Vicenç (1903), de Joaquím Mir, el dibujo Fichas (1979), de Luis Gordillo y el tapiz Tejido (1999), de Teresa Lanceta. Obras que no solo nos dan cuenta de momentos creativos muy representativos de sus respectivos autores, sino que también reflejan tendencias emergentes en el arte español e internacional de las épocas en las que fueron realizadas.
Joaquím Mir: Cala Sant Vicenç (1903)
La más antigua de ellas, Cala Sant Vicenç (1903), es un óleo de dimensiones relativamente pequeñas en el que el artista Joaquím Mir (Barcelona 1873 - Barcelona 1940), uno de los maestros de la pintura modernista catalana, muestra su capacidad para representar el paisaje de una manera que es, a la vez, precisa y libre. Sin descuidar los valores atmosféricos, nos explican Julián Gállego Serrano, María José Alonso y Carlos Martín, en esta obra Mir se centra en «ensayar la composición del cuadro en superficie», lo que da lugar a «una guirnalda de planos acuarelados, rodeando el vivo azul del mar con un horizonte alto que recuerda a los grandes telones de color carente de perspectiva de Paul Gauguin». De este modo, sin perder el movimiento de líneas propio de la pintura de finales del siglo XIX, el artista, que fue retratado en reiteradas ocasiones por Picasso, otorga al paraje mallorquín que representa una cualidad casi inmaterial y «se asoma ya hacia el noucentisme», movimiento por aquel entonces en ciernes del que Mir sería uno de sus más emblemáticos exponentes.
Luis Gordillo: Fichas (1979)
Otra de las obras que hemos seleccionado es Fichas (1979), ejemplo temprano del apaciguamiento del color que experimenta la producción plástica de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) en la década de 1980 y donde ya se encuentra plenamente definido su característico lenguaje biomórfico. Se trata de una pieza en la que el artista andaluz, galardonado con el Premio Velázquez en el año 2007, emplea como soporte un objeto, las fichas de cartulinas para anotaciones, que se suele utilizar como material fungible. Según Carlos Martín, la obra es, por su estructura y concepto, cercana a sus Dibujos post-abstractos de los años sesenta que supusieron un cambio paradigmático en su pintura. También, incluso de manera más directa, a sus trabajos a partir de fotografías, como Niño verde encantador (1974), Secuencias edipianas (1976) o Serie Blanda A (1976), tanto por sus conexiones iconográficas y conceptuales como por la similitud de las dimensiones de estas fichas con las del formato más habitual, 15 x 10 cm, de la fotografía doméstica que el artista usa como pieza de collage o como punto de partida para ulteriores derivaciones pictóricas.
Además, Martín considera que, al igual que otras obras en las que Gordillo recurre a un modelo compositivo reticular, Fichas sintetiza muy bien la tensión entre lo gestual y lo geométrico, entre expansión y contención, entre libertad y control, que atraviesa todo su trabajo. Un trabajo marcado por su aspiración a desbordar la dialéctica abstracción-figuración a través de la creación de una poliédrica gramática plástica en la que, como muestran las otras dos obras suyas que tenemos en la Colección —El eclipse de Rita Hayworth (1987) e Interjecciones (1988)—, a partir de la década de 1980 fue adquiriendo cada vez más centralidad un biomorfismo de reminiscencias surrealistas y la búsqueda de una cierta organicidad rizomática.
Teresa Lanceta: Tejido (1999)
La pieza más reciente que hemos escogido en esta nueva entrega de Destacados de la Colección es Tejido (1999), una obra de Teresa Lanceta (Barcelona, 1951) ligada a su proyecto de investigación y relectura de las tradiciones textiles de las tejedoras del Atlas Medio, en Marruecos. De hecho formó parte de una de sus exposiciones vinculadas a este trabajo, la muestra Tejidos marroquíes, celebrada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en el año 2000. Caracterizado por la ausencia de líneas rectas y la diversidad de colores de los hilos utilizados, en este tapiz la artista parte de motivos tradicionales, pero sin seguir un patrón compositivo rítmico. Tras esa suerte de «celebración de la discontinuidad» subyace su idea de que las formas de las obras artesanales son indisociables de las condiciones, experiencias y modos de producción de las comunidades que las fabrican. Porque, como nos señala Alejandro Simón, el diseño en ellas no está prefijado, sino que «se da al hacerlo», es expresión de una multitud de decisiones que las tejedoras toman conforme las realizan y en las que quedan inscritas las tensiones y resistencias que en ese proceso van surgiendo. De este modo, desde su concepción del tejer —y de la reflexión sobre el tejer— como un acto político, Lanceta pone de relieve la necesidad de entender el tapiz más allá de su consideración como elemento decorativo.