
Qué vanidad la de la pintura, que atrae la admiración por su semejanza con cosas cuyos originales no son admirados
La exposición Flores y frutos, que se puede ver hasta el próximo 25 de febrero en la sala de exposiciones que el Banco de España tiene en su sede de Cibeles, es el punto de partida de nuestra nueva entrega de "Itinerarios", sección de la web en la que invitamos a autores externos —historiadores, escritores, artistas...— a realizar recorridos personalizados por nuestro fondo patrimonial. En esta ocasión lo ha llevado cabo Carmen Ripollés, profesora del Departamento de Arte de la Portland State University, entre cuyas principales líneas de investigación se encuentra el análisis histórico del género del bodegón, las relaciones entre arte y ciencia o las nociones de identidad artística y de cultura material.
Carmen Ripollés comienza su itinerario, titulado Flores (y frutos) de otros mundos, con una cita del filósofo Blaise Pascal que pone de relieve la paradoja que siempre se ha cernido sobre los géneros artísticos centrados en la representación de frutos, flores y otros objetos inanimados: "Qué vanidad la de la pintura, que atrae la admiración por su semejanza con cosas cuyos originales no son admirados" (Pensées, 1660). "Desde periodos y geografías distantes", escribe Ripollés, "creadores y creadoras que trabajan en una inmensa variedad de medios transforman el tema aparentemente insignificante e inocuo de las flores y frutos en objeto de admiración, de placer sensorial y de reflexión profunda". El resultado de esa operación, como apunta el título de su itinerario, es la irrupción de "flores y frutos de otros mundos", ya sea porque, en los casos en los que hay una voluntad más mimética, trascienden la realidad representada o porque a veces son "literalmente otros (...), flores y frutos imaginados, inventados o distantes".
Juan var der Hamen: Pomona y Vertumno (1626) | Juan de Arellano: Florero (c.1668)
El primer bloque de obras seleccionadas en este itinerario lo constituyen cinco piezas de nuestra Colección Clásica que, según Carmen Ripollés, podríamos imaginar en el interior de un palacete del Madrid del siglo XVII. Un palacete como el de Jean de Croÿ, segundo conde de Solre, en cuyas paredes, de hecho, colgaron los dos lienzos que la autora ha seleccionado de Juan var der Hamen: Pomona y Vertumno (1626) y Bodegón de frutas y dulces (c. 1621). Otras dos de las obras de este primer bloque —el tapiz Los meses de marzo y abril (Gerard Peemans, c. 1679) y el óleo Florero (Juan de Arellano, c. 1668)— dan cuenta del creciente interés que, "por su extraño parecido a objetos manufacturados por la invención humana", emerge durante el Barroco hacia el tema de las flores.
La utilización de este motivo para generar reflexiones sobre los límites de lo real y lo artificial está también presente en las tres siguientes piezas del itinerario: Busan02 de la serie Paraísos Artificiales (Paula Anta, 2008), Art Forms in Mechanism XXVI (Linarejos Moreno, 2016-2022) y Loto rosa (Felicidad Moreno, 2021). Tres obras de artistas mujeres, al igual que la que le sigue, Retrato de la señora Cañas (1950), de la pintora de origen georgiano Olga Sacharoff. Las dos primeras son fotografías, medio que ha jugado un papel fundamental en la actualización del género del bodegón; las otras dos son pinturas que, cada una desde presupuestos propios de su contexto histórico, vehiculan un cierto mensaje de empoderamiento feminista a través de su reinterpretación "de la conexión de lo floral con lo ornamental y lo femenino".
Paula Anta: Busan02 de la serie Paraísos Artificiales (2008) | Cornelis van Cleve: Virgen del lirio (c. 1550)
En este punto de su itinerario Carmen Ripollés da un salto cronológico hacia atrás que nos lleva hasta una de las piezas más antiguas de nuestra Colección, el cuadro Virgen del lirio (Cornelis van Cleve, c. 1550). Obra que, en sus palabras, constituye un "maravillo ejemplo de la prehistoria de la naturaleza muerta", quizás el primer género en el que la reflexión sobre la pintura misma se convierte en central, al representar un lirio en trompe l'oeil posando en equilibrio precario sobre el borde de un escalón. Ese lirio, además, está cargado de simbolismo, pues alude a la Pasión de Cristo, una referencia que, según Ripollés le conecta a la vanitas, subtema y variante del género del bodegón que nos habla de la fugacidad de la vida y la imposibilidad de esquivar los efectos del paso y del peso del tiempo.
Pancho Cossío: Naturaleza muerta con as de trébol (1955) | Mireya Masó: Sin título (2001)
Como re-actualizaciones de la vanitas barroca podrían describirse varias de las obras que siguen a la del Virgen del lirio en su propuesta de itinerario: Naturaleza muerta con as de trébol (Pancho Cossío, 1955), Comida quemada (Miquel Barceló, 1985), Uvas (Xavier Toubes, 1992), Armario de bronce I (Carmen Laffón, 1995) y Sin título (Mireya Masó, 2001). La alusión a la evanescencia de la vida también está presente en algunas de las piezas que ya hemos mencionado, como el Florero de Juan de Arellano o Pomona y Vertumno, cuadro que, como señala Ripollés, "abarca mucho de los temas tratados en este itinerario" y al que, por eso, vuelve una y otra vez, tanto en su texto introductorio de la web como en el ensayo más extenso que lo complementa.
Linarejos Moreno: Art Forms in Mechanism XXVI (2016-2022) | Fritzia Irízar: Sin título (Plantas selva yucateca en peligro de extinción) ( 2020-2021)
Aunando el ilusionismo pictórico, propio de la vanitas, con un cierto afán de clasificación cientificista, en la gran cornucopia que Juan van der Hamen pinta a los pies de la diosa Pomona, alternan frutas y verduras vernáculas con otras procedentes de las colonias de América. Esa heterogeneidad le servía para remarcar su alabanza a la magnanimidad de la naturaleza que nos provee de frutos sin pedir nada a cambio. Lo hacía, como hijo de su tiempo y de su contexto, inmerso en la misma lógica colonialista que impregna los tratados de botánica de la época. Contra esa lógica y sus devastadores efectos sobre la diversidad cultural y la sostenibilidad medio-ambiental se rebelan las tres últimas obras incluidas en el itinerario: Wakari (Fruto dulce de la selva) (Sheroanawe Hakihiiwe, 2019), Sin título (Plantas selva yucateca en peligro de extinción) (Fritzia Irízar, 2020-2021) y Brazilian Rain Forest (Peter Hutchinson, 2008).