
María Eugenia de Beer, pionera del grabado en la España de la primera mitad del siglo XVII
Cuaderno de aves para el príncipe Baltasar Carlos es el conjunto de estampas más antiguo que atesora la Colección del Banco de España. Se trata de una obra insólita y de singular importancia dentro de la historia del grabado español. Contiene un total de veintitrés láminas en las que se reproducen diferentes tipos de aves. Láminas que, probablemente, fueron elaboradas tomando como modelo de referencia grabados ornitológicos realizados anteriormente en Italia. Su autora es una mujer, María Eugenia de Beer, algo sin duda excepcional en el ámbito artístico de la época (y, en gran medida, hasta bien entrado el pasado siglo).
Nacida en el seno de una familia de artistas -su padre, Cornelio de Beer, fue un pintor y editor de estampas de origen flamenco que se instaló en España a finales de la década de 1610-, María Eugenia de Beer es la única grabadora conocida de la primera mitad del siglo XVII en la corte madrileña. Fue un momento en el que, como nos explican José Manuel Matilla y Javier Blas, recaló en nuestro país un notable número de grabadores de origen extranjero, sobre todo franceses y procedentes de los Países Bajos, para cubrir unas demandas que los grabadores españoles, pocos y mal formados, no eran capaces de satisfacer.
El ejemplar del Cuaderno de aves para el príncipe Baltasar Carlos que posee el Banco de España, adquirido en 1981, es el único que se conserva, aunque todo hace pensar que se realizaron más copias, a tenor del descubrimiento de sus planchas de cobre originales entre los bienes del estampador Francisco Navarro. Cabe señalar a este respecto que, si no hubiese servido como matrices útiles para obtener nuevas estampas, el cobre empleado para realizar estos grabados, como material valioso que era, habría sido reutilizado.
Frontispicios, escudos de armas, retratos en la estela de su admirado Velázquez e ilustraciones de libro constituyen el grueso de la producción de María Eugenia de Beer, siendo el Cuaderno de aves uno de sus trabajos más tempranos: se calcula que lo realiza entre 1637 y 1639, cuando la artista estaba finalizando su formación como aprendiz en el taller de su padre y ni siquiera había llegado a la mayoría de edad.
El cuaderno está dedicado al infante Baltasar Carlos de Austria (1629-1646) y, seguramente, fue concebido como una especie de tarjeta de presentación profesional. De hecho, sus primeros trabajos profesionales, de mayor complejidad formal y técnica, datan de 1640, año en el que lleva a cabo las portadas de los libros Sumo sacramento de la fe, del jesuita Francisco Aguado y del Tomo Segundo de los opprobios q. en el árbol de la cruz oyó Xro. qdo. dixo las siete palabras, de Fray Francisco de Rojas. Su carrera profesional como grabadora fue, no obstante, muy breve: la mayor parte de sus obras conocidas están realizadas entre 1640 y 1645. Recientes investigaciones documentales evidencian lo que ya se sospechaba. El anticipado abandono de su actividad profesional está directamente ligado a su condición de mujer, pues coincide con el nacimiento de su primer hijo, fruto de su matrimonio con Nicolás Merstraten, ayudante de cámara de Don Juan de Austria
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Portada y una de las láminas de la edición especial que realizó el Banco de España en 2010 del Cuaderno de aves para el príncipe Baltasar Carlos
En 2010, el Banco de España realizó una cuidada edición de su Cuaderno de aves para el príncipe Baltasar Carlos. En ella, además de reproducir las veinticuatros láminas, contando con la portada, que conformaban este singular conjunto de grabados calcográficos, se incluye un ensayo sobre la obra y su autora realizado por los ya citados José Manuel Matilla y Javier Blas, así como un breve texto introductorio de Miguel Fernández Ordoñez, gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012, y fichas descriptivas de cada una de las estampas.