Ricard Bonell Beltran, escalador de árboles, Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT), jardines de la necrópolis paleocristiana, Tarragona, 2 octubre, 2007

Ricard Bonell Beltran, escalador de árboles, Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT), jardines de la necrópolis paleocristiana, Tarragona, 2 octubre, 2007

  • 2007-2008
  • Gelatina de plata sobre papel baritado
  • 20 x 25 cm
  • Edición 1/5
  • Cat. F_430
  • Adquirida en 2012
Por:
Yolanda Romero Gómez

Petit Grand Tour (2007-2008) constituye el primer proyecto de Jorge Ribalta en el que aborda la dialéctica en torno al documento/monumento y su conexión con la producción histórica de un discurso sobre la identidad nacional implícito en el patrimonio cultural y monumental. En este caso, el conjunto histórico-arqueológico de Tarragona, una ciudad de origen romano situada a cien kilómetros al sur de Barcelona, constituye el campo de estudio. La serie, cuyo título responde a la idea del viaje ilustrado, del Grand Tour que realizaban los intelectuales europeos en el siglo XIX para conocer la Antigüedad clásica, recoge diversos escenarios: turistas circulando por la ciudad, imágenes de vestigios romanos, obras de restauración, elementos del museo arqueológico o una dramatización de época, que escenifica en clave paródica los viajes a Roma, Pompeya y Oriente Medio de los primeros modernos, como Goethe, Stendhal o Flaubert.

Para Ribalta, Petit Grand Tour «quiere mostrar cómo se produce y reproduce la imagen de la ciudad. Se trata también de hacer visible lo invisible, es decir, el trabajo de los arqueólogos, de los obreros o de los figurantes disfrazados de romanos que entretienen a los turistas. La ruina romana es un escenario habitado por el trabajo anónimo de la gente; no es invisible porque esté oculto, es invisible porque no es una cosa ni un monumento, sino todo lo contrario: es movimiento, actividad, vida. Y es también invisible simbólicamente, porque el trabajo representa lo ausente de cualquier imagen oficial y de la publicidad institucional de una ciudad». Esta serie sobre Tarragona, sobre la ciudad histórica como mercancía cultural, sintomática del papel de las ciudades monumentales en la transformación de la economía urbana, fue decisiva para el artista porque marca el inicio de su trabajo sobre el campo cultural, que ha desarrollado en obras posteriores como Carnac (2008), Scrambling (2011), Imperio (o K. D) (2013- 2014) o, más recientemente, Restauración (2017- 2018). En Petit Gran Tour Ribalta empezaba a desarrollar un método de observación fotográfica sobre los mecanismos de la reproducción cultural, la confluencia de historia, economía, política y cultura que subyace en la producción artística de sus últimos diez años y que configura la fotografía documental como un instrumento para el análisis institucional.

Yolanda Romero Gómez

 
Por:
Isabel Tejeda
Jorge Ribalta
Barcelona 1963

Ejerce al mismo tiempo de artista, comisario de exposiciones, crítico —ha colaborado de forma habitual con La Vanguardia—, escritor y activista cultural. Destaca la relevancia que tuvo su libro Servicio Público. Conversaciones sobre financiación pública y arte contemporáneo (UAAV-Universidad de Salamanca, 1998) o su papel como jefe de Programas Públicos del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (1999-2009). Son facetas fundamentales en su biografía, como cuando realiza un cuestionamiento político sobre los usos y mecanismos de los registros documentales, entre los que la fotografía resulta central. Como artista, en este sentido, es preciso citar su exposición «Monumento Máquina» (Centro José Guerrero, Granada, 2014); como escritor, sus publicaciones Efecto real. Debates posmodernos sobre fotografía (2004) e Historias de la fotografía española. Escritos, 1977-2004 (2009); y como comisario, sus exposiciones de tesis Processos documentals. Imatge testimonial, subalternitat i esfera pública (La Capella, 2001), Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926- 1939 (MNCARS, 2011) y Aún no (MNCARS, 2015).

En su producción artística, Ribalta se sirve de pequeñas fotografías analógicas que suele realizar en blanco y negro. El sentido independiente de cada imagen no es relevante más que como conjunto fotográfico con rasgos semánticos que se van yuxtaponiendo; en este sentido, el autor realiza un símil entre el montaje expositivo, como traducción e interpretación de imágenes con un sentido coral, y el cinematográfico: «La fotografía es parte de las cosas, es un fósil; pero el montaje, que pone en relación las imágenes, les devuelve la vida. El montaje de imágenes remite a la ilusión de movimiento del cine. Poner imágenes juntas no es solamente relacionar los diversos procesos y trabajos que se muestran, y producir legibilidad, sino poner las propias imágenes en movimiento. Dar vida a las piedras es crear ilusión de movimiento».

Ribalta ha realizado exposiciones individuales en la Universidad de Salamanca (2006); en el Centro José Guerrero (Granada, 2015); y la Fundación Helga de Alvear (Cáceres, 2015).

Isabel Tejeda

 
«Monumentmaschine», Württembergischer Kunstverein (Sttutgart, 2016).
VV.AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 3.