Pintura gris rosa
- 1969
- Óleo sobre lienzo
- 90 x 100 cm
- Cat. P_648
- Adquirida en 2001
Propio de artistas que transitan al margen de la norma y el academicismo, solo es necesario esperar lo justo para hallar el momento de hacer lo que se desea. Y esto es justo lo que le sucede a Bonifacio cuando, después de alternar tareas como novillero, rotulista, pintor de brocha gorda, batería en un grupo de jazz, ganar el Primer Premio de Pintura de Donostia/San Sebastián con un Cristo cubista en 1954, ingresar en la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad y ser expulsado poco después por preferir captar solo un brazo o una pierna que dibujar los modelos completos, consiguió realizar su primera exposición en el Ateneo de Gipuzkoa en 1958. Después de esta exposición, Bonifacio viajó a París, visitó museos y exposiciones de arte, conoció a Manuel Hernández Mompó, Modest Cuixart y Antonio Saura y, de regreso a España en 1959, se instaló en Bilbao, donde entró en contacto con la Galería Grises —representante del grupo El Paso— y conoció a Fernando Zóbel, el responsable de que en 1968 decidiera trasladarse a Cuenca. Allí vivirá durante más de veinte años, participando de manera directa del mundo artístico e intelectual de esta ciudad con Antonio Saura, Manolo Millares o Gerardo Rueda a la cabeza.
A Bonifacio no le gustaban las etiquetas y por ello funcionaba al margen de cualquier corriente. A lo largo de su carrera llevó a cabo una obra que, siendo sumamente original, irrepetible y personal, se vio ligeramente afectada por el influjo de artistas como Roberto Matta, Willem de Kooning, Pierre Alechinsky o el grupo Cobra. Tras su corta estancia en París y el contacto directo con la obra de artistas como Chaim Soutine, Francis Bacon, entre otros, su obra empezó a transitar tanto por un terreno ubicado entre la abstracción y el surrealismo como por una más que particular interpretación del expresionismo abstracto.
Dedicado desde 1968 de manera exclusiva a la práctica pictórica y la investigación de las técnicas del grabado, Bonifacio se consagró a la elaboración de una obra de la que esta Pintura gris rosa (1969) podría ser un buen ejemplo. Se trata de una obra en la que el artista, optando por ocupar la totalidad de la superficie pictórica a base de amplias manchas de tonalidad austera sobre fondos blancos y entreverados, demuestra su interés por entender su producción no tanto como una respuesta o una aseveración, sino como el peldaño de una investigación, el planteamiento de un problema, la manifestación de una duda o una suerte de inseguridad en un tránsito permanente entre la lógica y la incertidumbre.
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