Colección
El programa iconográfico de esta composición y de su pareja, El mar (1952), de Daniel Vázquez Díaz se plantea a modo de alegoría del Trabajo e incluye, en ambos casos, el esquema de la familia y representaciones de la maternidad. En esta pintura, como en la escena de pescadores, aparecen padre, madre e hijo en el medio habitual de trabajo, el hombre guadañando la mies mientras la mujer sostiene al niño en brazos. Al fondo, cabras y vacas, en un prado entre cercas, rodean a un campesino que rastrillea la tierra. La exaltación del trabajo y de la familia no ofrece dudas en el contexto de una institución cuya iconografía ha estado frecuentemente relacionada con este tipo de alegorías del progreso y la productividad.
Compuesto con un fondo en tres bandas horizontales (verdes, ocres y verdes), muestra el estilo peculiar de Sunyer en el que son reconocibles las huellas de su paso por Francia y el conocimiento de la pintura de los maestros posimpresionistas. El artista realizó un boceto previo al óleo que figuró en la exposición de las Galeries Syra, al igual que este lienzo.
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