Itinerarios
Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer
Francisco de Goya y Lucientes
Esta estampa sirve de preludio a la serie 'Desastres de la Guerra'. Goya recurre a una composición que recuerda a 'La oración en el huerto' para plasmar el mal augurio que se cierne sobre un país abandonado por sus gobernantes. Mediante un aguafuerte de trazos nerviosos incrementa la crispación y el ambiente opresivo e inquietante.
Lo mismo
Francisco de Goya y Lucientes
En las primeras estampas de 'Desastres de la Guerra', Goya muestra la barbarie de la guerra, venga de donde venga y sean cuales sean los protagonistas. En ésta vemos el rostro expresivo de la brutalidad en el aldeano que se dispone a dar un hachazo a un soldado francés que levanta la mano inútilmente para protegerse.
No quieren
Francisco de Goya y Lucientes
Existen varias crónicas de la época que refieren la violación de las mujeres durante los saqueos de los pueblos y ciudades españolas a cargo de soldados franceses. Ejemplo de la violencia es la mano del soldado, que se cierra y aprieta, subrayando la fuerza que hace para sujetar a la mujer que se le resiste.
Duro es el paso!
Francisco de Goya y Lucientes
Un grupo de españoles está ahorcando a compatriotas acusados de colaboracionistas. Goya nos introduce en la ejecución y recrea sus diferentes estadios, como si de una secuencia cinematográfica se tratara, denunciando los abusos de un poder arbitrario y fanático.
Enterrar y callar
Francisco de Goya y Lucientes
La atmósfera brumosa sugiere el calor, la descomposición de los cadáveres y la náusea de los vivos. La mujer se cubre el rostro ante el tremendo espectáculo y el hombre se tapa la nariz con un pañuelo para evitar el olor de la putrefacción. Goya reduce el carácter narrativo y aumenta la brutalidad del entorno desolador que envuelve a los vivos.
Estragos de la guerra
Francisco de Goya y Lucientes
Goya se adelanta a su época e incorpora el factor tiempo al capturar el momento mismo en el que una casa está explotando en mil pedazos y deja un amasijo de cuerpos, escombros y muebles. El cuerpo femenino semidesnudo que ha quedado en una postura que raya entre el erotismo y la tragedia a la vez.
Grande hazaña, con muertos
Francisco de Goya y Lucientes
Este árbol, siniestramente decorado con los miembros mutilados y los cadáveres de las víctimas torturadas, conforma un monumento a la crueldad que es capaz de generar el ser humano contra sus semejantes. Goya crea un contraste brutal con la representación de unas anatomías perfectas, en unos cuerpos llenos de belleza arrebatados a la vida.
Yo lo vi
Francisco de Goya y Lucientes
Las gentes del campo huían a las ciudades con la esperanza de estar más protegidos de los pillajes y la brutalidad de la soldadesca. Goya caricaturiza la gorda figura del clérigo que huye agarrado a su bolsa de dinero. A esta actitud contrapone la de la madre que se preocupa por sus hijos.
Las camas de la muerte
Francisco de Goya y Lucientes
En la secuencia de estampas del hambre, Goya muestra una vez más que la triunfadora absoluta de la guerra es la muerte, con filas de cadáveres en las calles o en los patios de los hospitales, simplemente cubiertos con sábanas. Ante ellos pasa una figura solitaria que parece una transposición en vida de los muertos del fondo.
Nada. Ello dirá
Francisco de Goya y Lucientes
La guerra ha terminado y Goya se encara y pregunta para qué ha servido tanto dolor. La respuesta es amarga, y la da el muerto a medio enterrar que se incorpora sobre un codo y escribe: para nada. Es la expresión de la pérdida de la esperanza en la justicia y la desilusión en los hombres tras la guerra.
Contra el bien general
Francisco de Goya y Lucientes
La restauración fernandina de 1815 acabó con las reformas sociales, políticas y económicas que los legisladores franceses y los españoles desde las Cortes de Cádiz habían introducido. Este personaje monstruoso alude a los autores de esas nuevas leyes que acabaron con los logros del régimen constitucional.
Murió la Verdad
Francisco de Goya y Lucientes
La Verdad en forma de mujer joven, yace muerta en el suelo. Al entierro acuden unos clérigos, pero la única que parece sentir su pérdida es la figura femenina con una balanza a la derecha que representa a la Justicia. La escena alude a la derogación de la Constitución de Cádiz con el beneplácito de la Iglesia.
Otro modo de cazar á pie
Francisco de Goya y Lucientes
Esta estampa de su serie 'Tauromaquia' alude al origen ancestral del combate con los toros en España, un tema recurrente en la literatura taurina de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. El paisaje del fondo recrea un ambiente brumoso de tiempos pasados, donde los hombres sujetan las lanzas con las que cazan al toro que aparece derrotado.
Origen de los arpones ó banderillas
Francisco de Goya y Lucientes
Esta escena forma parte de un grupo de seis estampas en las que Goya aborda las prácticas taurinas de los musulmanes establecidos en España, episodio vinculado al apartado genérico de los orígenes de la historia del toreo, aun cuando documentalmente careciera de testimonios probatorios.
El Cid Campeador lanceando otro toro
Francisco de Goya y Lucientes
Esta estampa ilustra los orígenes caballerescos de la tauromaquia. En cuatro estampas presenta a caballeros cristianos de diversas épocas participando en festejos con toros. La literatura taurina contemporánea se ocupó con frecuencia de esa modalidad de espectáculos, donde los nobles alanceaban o rejoneaban a los toros siempre a caballo.
Desjarrete de la canalla con lanzas, medias-lunas, banderillas y otras armas
Francisco de Goya y Lucientes
Los vínculos formales y conceptuales entre la 'Tauromaquia' y los 'Desastres de la guerra' se hacen aquí patentes, y la comparación con la tercera estampa de esta última serie, 'Lo mismo', muestra semejante tratamiento en la descripción de la violencia y la muerte, así como en la expresión del horror y la sinrazón.
Temeridad de Martincho en la plaza de Zaragoza
Francisco de Goya y Lucientes
La fama de Martincho se debió al valor con el que acometía las más variadas y heterodoxas suertes y que merecen, a juicio de Goya, el calificativo de temeridad, por la excesiva imprudencia de una acción no exenta de peligro. Goya centra el protagonismo en el torero y el toro; desde el tendido el público observa la temerosa acción con gestos sorprendidos.
Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid
Francisco de Goya y Lucientes
Frente al dramatismo de otras composiciones de la 'Tauromaquia', la imagen está dotada de una elegancia y sutileza extraordinaria que la ha convertido en la más emblemática de la serie. Goya capta la décima de segundo en la que el diestro permanece en la vertical del toro ante un público asombrado y asustado.
Desgracias acaecidas en el tendido de la plaza de Madrid, y muerte del alcalde de Torrejón
Francisco de Goya y Lucientes
Manteniendo la silueta del toro con el hombre ensartado entre sus cuernos, rodeado de personas que huyen en distintas direcciones, el artista deja casi vacías tres cuartas partes de la composición, en un encuadre de gran modernidad que sugiere la idea de pavor y confusión. Como contrapunto a la confusión Goya sitúa un personaje al otro lado de la barrera, espectador pasivo de tan horrendo suceso.
Caida de un picador de su caballo debajo del toro
Francisco de Goya y Lucientes
La suerte de picar era uno de los momentos de mayor tensión y riesgo en las corridas de toros. De las frecuentes cogidas de picadores, cuando los caballos carecían de peto, existe constancia en numerosas descripciones de la época. Esta estampa aborda un tema taurino desde los presupuestos de la iconografía de guerra.
La desgraciada muerte de Pepe Illo en la plaza de Madrid
Francisco de Goya y Lucientes
Pepe-Hillo aún no ha muerto y trata de protegerse de la cornada con las manos. Es el momento del último gesto en vida del torero, y ahí radica su patetismo. Goya finalizó simbólicamente la 'Tauromaquia' no con la derrota del toro, como era habitual en las series taurinas de su tiempo, sino con la muerte del torero.
Disparate de toritos / Lluvia de toros
Francisco de Goya y Lucientes
Esta estampa, lejos de mostrar el mundo taurino real, representa una escena absurda que introduce un elemento de desasosiego que, sin embargo, será una constante en sus escenas de toros. La prueba de taller que se conserva en la Fundación Lázaro Galdiano lleva manuscrita la leyenda “Disparate de toros”, si bien otros autores han leído “Disparate de tontos” o “de toritos”.
Disparate de bestia / Otras leyes para el pueblo
Francisco de Goya y Lucientes
Cuando la revista parisina 'L’Art' editó por vez primera este 'Disparate', lo tituló 'Otras leyes para el pueblo', interpretando la serie en clave política: el elefante representa al pueblo llano que, bajo el gobierno de Fernando VII, recibió leyes diferentes a las clases privilegiadas. Goya pudo copiar un elefante que en 1773 llegó a Madrid procedente de Manila.
Disparate conocido / ¡Qué guerrero!
Francisco de Goya y Lucientes
Infundir miedo o admiración aparentando lo que no se es, oculto bajo vestimentas, fue un tema frecuente en la obra de Goya. En esta estampa ocurre lo contrario, la amenazante actitud de los muñecos de madera cubiertos con ropa, induce al grupo de personajes del segundo plano a la burla.
Disparate puntual / Una reina del circo
Francisco de Goya y Lucientes
Una multitud de alienados espectadores con los ojos cerrados parecen admirar la “proeza” de la mujer y el caballo. La ambigüedad de la composición nos hace dudar de si el animal está realmente en la cuerda floja o, por el contrario, se apoya sobre el suelo. ¿Sátira política o alegoría de las pasiones?