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El conjunto de lienzos que José María Sert realizó para el Palacio Mdivani, joya patrimonial del Banco de España
Gran maestro de la pintura decorativa en el momento en que este arte inicia su declive, Josep Maria Sert i Badia (1874 - 1945) fue uno de los artistas catalanes más universales de su tiempo. A lo largo de su carrera, Sert, al que José María Viñuela llega a describir "como el pintor-decorador más brillante" que tuvo nuestro país en la primera mitad del siglo XX, recibió encargos para decorar lugares de diferente tipología, desde palacios franceses, españoles o italianos hasta mansiones inglesas y rascacielos en Nueva York, pasando por edificios públicos y religiosos, como la Catedral de Vic, uno de sus proyectos más emblemáticos.
En 1934, Alejo Mdivani, miembro de una familia aristocrática georgiana que había huido de Rusia tras la Revolución de 1917, le encargó la decoración de las paredes del salón de baile de un palacete que se había comprado en Venecia. Para dicha decoración José María Sert diseñó un programa iconográfico unitario y coherente en el que, como nos señala Pilar Sáez Lacave, ahonda en su proyecto de enlazar el Barroco con el Mediterráneo, superponiendo en este caso el tema «mediterráneo» con el de «oriente», en referencia tal vez a la ciudad que iba acoger sus pinturas o a las raíces orientales de su cliente.
Dos fotografías del salón de baile del Palacio Mdivani
En 1935, Alejo Mdivani muere en un accidente de automóvil y en 1955 las pinturas que había realizado Sert para su palacio veneciano fueron adquiridas por el Banco de España, siguiendo el consejo de Juan de Zavala, el arquitecto que en aquellos años construía la nueva sucursal de la institución en Barcelona, situada en la Plaza de Cataluña. Los lienzos fueron adaptados, recompuestos y separados para ornamentar diferentes espacios de dicha sucursal: el patio de operaciones, la escalera de acceso a la primera planta y el salón de reuniones. En la adaptación a su nuevo emplazamiento intervinieron el restaurador Ángel Macarrón, a quien correspondió suplementar las telas, y el pintor Félix Alonso.
Ya en la década de 1980, las dos composiciones mayores, tras haber sido sometidas a un proceso de limpieza y restauración, se reubicaron en un espacio abierto al público del patio de operaciones. En este cambio, con vistas a devolverles su original carácter decorativo mural, los lienzos fueron complementados con unas bandas perimetrales, a manera de marcos, pero consistentes en superficies pintadas siguiendo el plano del lienzo, aunque separados de él por una entrecalle. Trabajo que fue realizado con gran sensibilidad y maestría por la pintora madrileña María Isabel Quintanilla.