Vida externa. De la serie Bad Lands

Vida externa. De la serie Bad Lands

  • 2019
  • Óleo sobre lienzo
  • 177 x 259 cm
  • Cat. P_816
  • Adquirida en 2020
Por:
Lorenzo García

Las Badlands son un tipo de paisaje rocoso y árido cuya topografía manifiesta los efectos de la erosión causada por la falta de vegetación y la sequía. Se caracterizan por la presencia de cañones, crestas, picos escarpados, barrancos, chimeneas de hadas y montañas, entre otras formaciones geológicas. El nombre tiene su origen en las comunidades lakota, y en un principio designaba el territorio específico donde vivían en el continente americano, pero los colonos europeos se apropiaron de él y desde entonces pasó a referir, de manera general, un tipo de paisaje que está presente por todo el mundo.

Badlands es también el nombre que Alejandro Campins escogió para una de sus series, a la que pertenece la obra Vida Externa. En esta serie, principalmente a través de la pintura, pero también de la acuarela y la fotografía, el artista da forma a la relación que ha ido desarrollando en los últimos años con el Desierto Pintado del Parque Nacional del Bosque Petrificado de Arizona. Este desierto está ubicado dentro de la Nación Navajo y es un lugar sagrado para su comunidad.

La relación de Campins con este desierto parte de lo sacro y se ha ido construyendo a través de diferentes peregrinajes al lugar. Su vínculo con el paisaje se puede integrar en una genealogía de prácticas artísticas que incluye a Paul Cézanne, que pintó 76 veces la montaña Mont Sainte-Victoire, o a Georgia O ́Keeffe, apegada al Cerro Pedernal situado en el estado de Nuevo México, adyacente al Desierto Pintado. En los tres casos, la relación con el lugar está vertebrada por la presencia, la continuidad y la insistencia sobre un motivo que refleja una obsesión fijada en un paisaje concreto. La pintura se convierte en una expresión de ese vínculo.

Esta es la primera serie en la que Campins se deshace de todo elemento arquitectónico y de cualquier presencia humana que pueda favorecer la construcción narrativa para inclinarse por una aproximación más sensorial al paisaje y a su relación con el pintor, mediada por el tiempo. Esto se materializa en un cuadro que funde el tiempo personal con el geológico, este último denominado tiempo profundo porque se refiere al tiempo de la tierra y se desmarca, así, del tiempo humano y de la crononormatividad. Las marcas en la montaña son líneas que espejan las diferentes eras temporales que se han ido trazando durante millones de años. El encuentro de estas líneas sobre la montaña con las de la mano del pintor ponen sobre el mismo plano el tiempo vivido y el tiempo abstracto, tanto a nivel personal como histórico. Esta superposición retrata una historia del tiempo que habla de la impermanencia a escalas humanas y no-humanas.

La montaña condensa el paso del tiempo, representa la vida externa. Al mismo tiempo, su inmensidad y la quietud de su entorno generan una sensación de atemporalidad. La imagen muestra los efectos del paso de un tiempo que, por su escala, no alcanzamos a comprender. Un pasado inmenso se impone aquí sobre un presente ínfimo, generando una sensación de cansancio y de desborde que es ensalzada por la paleta de colores sombría. Campins opta por un encuadre frontal en una pieza decididamente figurativa, pero con detalles que plantean fugas hacia la abstracción y anticipan una evolución en el tratamiento de este paisaje –visible, por ejemplo, en otra obra de la misma serie llamada Vida Interna- esta frontalidad pone en el centro a las montañas, que también están resaltadas por los tonos oscuros de su base y por la tonalidad clara que las enmarca por arriba – y que puede interpretarse como un cielo blanco - el uso del color y de las texturas generan un movimiento que contrasta con la quietud general que transmiten tanto el cuadro como la imagen de la montaña. Esta ambigüedad oscila entre lo real y lo imaginario, tan característica de la producción pictórica del artista. La imponente escala del cuadro, de 177 x 259 cm, contribuye a transmitir la sensación de inmensidad del paisaje y acentuar las características mencionadas hasta ahora.

Antes de formar parte de la Colección del Banco de España, Vida Externa estuvo expuesta en la Galería Elba Benítez de Madrid, en una muestra colectiva titulada Poéticas del paisaje en la que, junto a las de Campins, se pudieron ver obras de Andreas Eriksson y Marina Rheringantz.

Lorenzo García

 
Por:
Lorenzo García
Alejandro Campins
Manzanillo (Cuba) 1981

Alejandro Campins (1981) es un artista plástico cubano nacido en la ciudad de Manzanillo. Actualmente reside entre Madrid y La Habana, donde trabaja principalmente con la pintura, aunque su práctica también se extiende al dibujo, la acuarela y la fotografía.

Campins estudió en Holguín, en la Academia de Artes Plásticas El Alba, y en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana.

Su obra explora temas relacionados con la historia, el tiempo y la memoria a través del paisaje. Muchos de sus lienzos toman la imagen de espacios en desuso, territorios baldíos y diferentes arquitecturas con las que retrata la relación de las personas con sus entornos. Genera imágenes de formas sencillas y con paletas de colores limitadas, pero con texturas y detalles que entrelazan distintas escalas temporales en paisajes contemplativos.

Su obra ha sido mostrada en numerosos contextos internacionales. Entre sus exposiciones individuales o en dúo más recientes destacan Sucedáneos, en Galleria Continua (París, 2024); Memoria oculta (con Yanelis Mora Morales), en Brownstone Foundation (París, 2023); Distancia interna, en Galleria Continua (San Gimignano, 2022); Perpetuate-dislocate-perpetuate, en Fondazione Giuliani (Roma, 2021); Miedo a la muerte es miedo a la verdad, en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam (La Habana, 2019); City of Queen Anne´s Lace (con José Yaque), en Wasserman Projects (Detroit, 2017); Los ojos de la percepción, en la Fototeca de Cuba (La Habana, 2016), Lapse, en Sean Kelly Gallery (Nueva York, 2016).

También ha formado parte de un extenso número de muestras colectivas, incluidas: Time for Change: Art and Social Unrest in the Jorge M. Pérez Collection, en Tampa Art Museum (Tampa, 2023); Art as a thoroughfare, en la Bienal de Wuhan (Wuhan, 2022); In the Mind's Eye, en Patricia & Phillip Frost Art Museum (Miami, 2022); Entorno aleccionador, en el Pabellón de Cuba de la 58ª Bienal de Venecia (Venecia, 2019); Poéticas del paisaje, en la Galería Elba Benítez (Madrid, 2019); Adiós Utopía: Dreams and Deceptions in Cuban Art Since 1950, en Walker Art Center (Minneapolis, 2017); Art x Cuba, Contemporary Perspectives since 1989, en Ludwig Forum für Internationale Kunst (Aachen, 2017); Wild Noise/Ruido Salvaje, en The Bronx Museum of the Arts (Nueva York, 2017); Para quebrar los muros, en el Museo Nacional de Bellas Artes (La Habana, 2013) y, en la XII Bienal del Cairo (El Cairo, 2010).

La obra de Campins se encuentra en diferentes colecciones privadas y públicas, como el Voorlinden Museum (Wassenaar), el Museo Nacional de Bellas Artes (La Habana), la Fondazione Giuliani (Roma), Fundación AMA (Santiago de Chile), Colección Banco de España (Madrid), Maison Européenne de la Photographie (París) y la Daros Latinamerica Collection (Zurich), entre otras.

Lorenzo García