Etel Adnan ha trabajado sobre paisajes recurrentes con un lenguaje depurado y aparentemente sencillo, hasta el punto de convertir dichos lugares en el entorno familiar que, más allá de inspirar el consabido método académico de las variaciones sobre un tema, se convierte en la condensación de toda una visión del mundo. Ella misma asocia su concentración en determinados enclaves de las colinas de Beirut o el monte Tamalpais, en California, a la capacidad escudriñadora y reductora de la realidad de Paul Cézanne ante la montaña Sainte- Victoire, en Francia; y es efectivamente similar la atención de Adnan a lo más cercano del mundo a lo fractal. Los lugares conocidos se convierten en su pintura en el entorno para el encuentro con lo intangible. En sus palabras: «Toda forma de arte es una ventana a un mundo al que solo el arte puede acceder. Estos mundos son indescriptibles. Son epifanías, visiones».
Activa tanto en la poesía y el ensayo como en la pintura a lo largo de toda su vida, solo recientemente, cumplidos los noventa años, ha recibido una extraordinaria atención por parte de la crítica global, hasta llegar a contarse, para Hans Ulrich Obrist, entre «los artistas más influyentes del siglo XXI». Entre su característica pintura de pequeño formato destaca la que posee el Banco de España por su presentación directa y desprejuiciada de un paisaje reconocible. En ella, los perfiles de la cordillera se distribuyen mediante facetas estáticas de color plano y brillante aplicadas con paleta. La escena se reduce así a sus estructuras mínimas, pero sin buscar una disminución geométrica objetiva, sino más bien tendente a una cierta mirada interior, producto de una observación atenta. A través de ella la artista incorpora la escena a su psique para reproducirla. Se trata de una pintura en la que el resultado, una imagen de la naturaleza calmada y al tiempo exuberante, nace de una capacidad contemplativa que avanza sobre la mera observación, que trasciende la propia mirada: «La naturaleza es desbordante si la miras con atención, es un estallido de una energía formidable, una especie de apocalipsis positivo».
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