Sin título

Sin título

  • 1993
  • Acrílico y carboncillo sobre tela de algodón
  • 162 x 130 cm
  • Cat. P_578
  • Adquirida en 1995
Por:
Carlos Martín

Cuando a finales de los años ochenta la pintura española tendió a enfriarse y apagarse tras el entusiasmo de la década, artistas como Patricio Cabrera comenzaron a destilarla a partir, sobre todo, de una revivificación del paisaje y del bodegón desde posiciones no estrictamente académicas. El paisaje inexplorado, la terra incognita con que las antiguas cartografías definían al lugar no hollado, fue el espacio en que se movió la obra inicial de Cabrera, buscando el efecto de abstracción no dogmática inspirada en lo decorativo y en el arabesco. Así puede percibirse en estos cuatro dibujos donde, como ocurre en el arte islámico y mudéjar al que el artista había estado expuesto en Sevilla, los motivos ornamentales acaban perdiendo su referente directo para convertirse en repertorio decorativo huérfano de origen. En un intento por soslayar la disyuntiva entre lo abstracto y lo figurativo, Cabrera se fija también en el primer surrealismo, interesado por lo biomórfico, lo visceral y lo legendario, velados por un espacio etéreo entendido como campo magnético en el que evolucionan figuras imposibles de identificar según taxonomías conocidas, todas entre lo sensual, lo monstruoso y lo maquinal. Dentro de esa línea, Cabrera juega también con la transparencia y sugiere la posibilidad de coexistencia de diferentes niveles de realidad mediante las amplias reservas del soporte de papel que deja a la vista. Como ha señalado Santiago B. Olmo respecto a Cabrera: «Aunque el paisaje va a constituir uno de los ejes de su obra, en la pintura este artista aborda lo ornamental y lo decorativo con una consciente ausencia de estilo definido, lo que le permite dotar a su pintura de una extraordinaria capacidad para generar imágenes. En los últimos años, la fusión de lo abstracto y lo figurativo ha otorgado una extraordinaria versatilidad a su obra».

Carlos Martín

 
Por:
Roberto Díaz
Patricio Cabrera
Gines (Sevilla) 1958

Estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla y en 1988 se instaló en Nueva York gracias a una Beca Fulbright. Pertenece a la generación de artistas sevillanos que exponían en los años ochenta en la Galería La Máquina Española y que renovaron el panorama artístico desde diversas posiciones estilísticas y conceptuales, como Pepe Espaliú, Guillermo Paneque o Federico Guzmán. Sus primeros trabajos se centran en una pintura figurativa, con un estilo entre lo ornamental y lo decorativo de vertiente pop, que parte de un imaginario que encuentra en libros, revistas, cómics, reseñas de periódicos, fotografías o películas, además de sus propios viajes y vivencias personales. En las obras de las últimas décadas, Cabrera combina en sus pinturas motivos abstractos, como los arabescos, que envuelven, superponen o sirven de trama a los componentes figurativos de la escena, lo cual provoca en el observador un distanciamiento frente a lo real en imágenes enigmáticas y de fuerte carga simbólica, de colores violentos a la vez que armónicos.

Su obra ha estado presente en el panorama galerístico español desde que participó en la Bienal de Venecia de 1986 y en significativas muestras colectivas como «Espagne 87», en el Musee d’art moderne de la Ville de Paris (París, 1987); la itinerante «Imágenes líricas. New Spanish Vision» (1990-1992), mostrada en diversos centros de Estados Unidos; «A través del dibujo», en el Museo Reina Sofía (Madrid, 1995); o «Los excesos de la mente», en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla, 2002). En 2016 se le dedicó una importante retrospectiva en la Casa de la Provincia de Sevilla.

Roberto Díaz

 
 
Curro González e Ignacio Tovar Patricio Cabrera, Granada, Caja General de Ahorros, 1994. VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.