Sin título

Sin título

  • 2011
  • Gelatina de plata sobre papel
  • 73 x 83 cm
  • Edición 3/15
  • Cat. F_155
  • Adquirida en 2013
Por:
Isabel Tejeda

El libro ha sido un objeto recurrentemente utilizado en la obra fotográfica de Chema Madoz. En su construcción de poemas visuales, Madoz lo ha llevado a la ilegibilidad: en un caso, colocando un espejo que se mimetiza como si fuera una de sus páginas —si en apariencia el objeto no ha cambiado, una mirada más atenta nos indica que eso no es así—; en otra imagen, ha convertido su volumen en un objeto de deseo, que despierta la curiosidad, colocando una mirilla en su cubierta; ha convertido un libro en una publicación clónica más pequeña, como si hubiera «nacido» uno de otro; hay fotografías en las que avisa de la presunta peligrosidad de la lectura al introducir una hoja de afeitar entre sus páginas; o, finalmente, ha «tuneado» un servilletero de bar transformándolo en un objeto que suministra páginas de libros a lectores ocasionales tras la cervecita del sábado. En todos estos casos el libro funciona como sustantivo y el objeto que lo acompaña y que lo adjetiva, y que también lo acaba activando.

La fotografía en blanco y negro que conserva la Colección Banco de España, Sin título (2011), muestra cuatro empecinados libros que casi de forma militar se preparan para pasar revista de pie, sobre un impoluto fondo en blanco que los descontextualiza. En cada uno de ellos se recorta una letra para conformar la palabra «book». Paradójico, teniendo en cuenta que los cuatro libros pertenecen a una colección de obras completas escritas en castellano por el autor mexicano Carlos Fuentes, novelas como Cambio de piel o El mal del tiempo.

Isabel Tejeda

 
Por:
Carlos Martín
Chema Madoz
Madrid 1958

Con una formación cruzada de Historia del Arte y Fotografía, a principios de la década de 1990 comenzó a realizar un trabajo basado en una poética del objeto con claves genealógicas que se encuentran en el surrealismo —por ejemplo, la taza de pelo de Meret Oppenheim— y en los poemas visuales —con referencias al catalán Joan Brossa—. El salto que dan los paradójicos objetos de Madoz respecto a estos antecedentes es que se elaboran exclusivamente para ser fotografiados. Se trata de objetos de uso cotidiano que nunca se manipulan, aunque sí se descontextualizan y se presentan en un primer plano, convirtiéndolos en personajes retratados. Una de las estrategias visuales de este autor es fotografiar siempre en blanco y negro como fórmula para subrayar que la imagen sucede en otro espacio, el mental. Por otro lado, se trata de cruzar objetos aparentemente irreconciliables pero cuya unión se nos presenta asombrosamente natural, sirviéndose de metáforas y metonimias (una alcantarilla que se convierte en un escurreplatos; una pluma cuya caída rompe un estante de cristal; una copa de vino que es un pubis femenino; una nota musical que ocupa el sonido que sale de una garganta, etcétera). Este encuentro imposible entre objetos, siempre reconocibles, generan con la fórmula del collage un nuevo sentido: a veces problemas lógicos, en ocasiones paradójicos, para los que debemos decodificar el significado y el uso de cada objeto en una vuelta de tuerca anómala que suele culminar con el divertido «Eureka» del espectador.

Chema Madoz ha realizado exposiciones individuales en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1988); el Museo Reina Sofía (Madrid, 1999); el Centro Galego de Arte Contemporánea (Santiago de Compostela, 1999); la Fundación Telefónica (Madrid, 2006); el Netherland Photomuseum (Róterdam, Países Bajos, 2011); la Fundació Miró (Barcelona, 2013); o la Sala Alcalá 31 (Madrid, 2015). Es Premio Kodak (1990) y Premio Nacional de Fotografía (2000).

Carlos Martín

 
 
VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 3.