Sin título

Sin título

  • 1992
  • Madera de caoba y cera
  • 165 x 387 x 5 cm
  • Cat. E_97
  • Adquirida en 1993
Por:
Beatriz Espejo

En Sin título (1992) la dimensión conceptual une el ejercicio manual y mental con un modo libre de enfocar el proceso artístico y dinamizar lenguajes y formas. El objeto cotidiano se plasma esquemático, seriado y gestual, jugando así con la percepción. Una placa de madera de caoba parece jugar con el positivo y el negativo de un cuadrado que aparece duplicado en la obra. Uno de ellos está rallado, el otro vacío. El artista se apropia de objetos a modo de ready-made bajo estructuras primarias minimalistas con las que traslada una buena impronta de poesía visual.

En la base de su pensamiento hay un componente contemplativo y una reflexión sobre la realidad cotidiana. El proceso siempre es dinámico en su funcionamiento, sin bien lento, constante, tenaz. Más cercano al trabajo de un científico que al de un teórico. Esta obra se enmarca en un cambio radical en su producción que se produjo a partir de 1991. Partiendo de objetos de uso cotidiano fotografiados en blanco y negro (una cafetera, una lámpara, un ventilador), juega a la revelación y al ocultamiento a base de fragmentaciones o de manipulaciones puntuales. El espacio depende de y está subordinado al objeto. «Perfectos bodegones contemporáneos», los calificó Miguel Fernández-Cid. En todo ello sigue la fragmentación como recurso; existe en las obras de ese momento un elogio a lo esquivo, a lo pobre, a lo manual y a lo leve. Trabajos ausentes de retórica que obligan al espectador a contemplarlos en absoluta desnudez.

Si el Premio L’Oréal, que ganó ese mismo 1992, le permitió enfrentarse a nuevos materiales y empezar a trabajar con la fotografía, gracias a la Beca Banesto inició, con absoluta libertad, el que resultaría su último proyecto: las obras de gran tamaño realizadas sobre madera de caoba. En una primera fase dibuja tramas lineales o círculos sobre ellas. Más tarde, es la misma madera el elemento expresivo debido al color del barniz o a ciertos relieves formales. Conviven pequeños formatos con piezas de grandes dimensiones. Obras que remiten al silencio, el rigor, la eternidad, conscientes de que son sus últimas obras, algo que confirma el uso por primera vez en su producción de un material perdurable como la madera de caoba.

Beatriz Espejo

 
Por:
Beatriz Espejo
Juan Francisco Isidro
Lora del Río (Sevilla) 1961 - Sevilla 1993

El inicio de su carrera coincidió con una gran efervescencia artística localizada en Sevilla, al amparo de la revista Figura. Juan Francisco Isidro pertenece a una generación muy pictórica, la que surgió a mediados de los años ochenta, cuando las propuestas conceptuales prácticamente habían desaparecido de galerías y museos. Se formó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, aunque se dio a conocer en 1985 en el proyecto de Ignacio Tovar para el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla titulado Ciudad invadida, con la que surgió una nueva generación de artistas jóvenes. Dos años después empezó a trabajar con la Galería Rafael Ortiz de Sevilla, a la que siempre estuvo muy ligado.

El suyo es un discurso intimista, al margen de modas o efectismos, que conjuga planteamientos conceptuales con un proceso lento y metódico. El interés de su obra está determinado en gran medida por la radicalidad y el rigor de sus planteamientos. Los objetos que utiliza para conseguir estas alegorías visuales son extremadamente sencillos y no están exentos de humor e ironía. Su obra abarca materiales y técnicas diversas: papel, lienzo, madera o fotografía, un medio, este último, en el que habría avanzado hasta niveles insospechados por su inusual capacidad para imaginar y descubrir. En su breve pero prolífica carrera fue uno de los creadores más sensibles y prometedores de la época. Fue galardonado con el Premio de Pintura L’Oreal en 1990 y la Beca Banesto en 1992.

Tres años después de su muerte, en 1993, se realizó una importante exposición sobre su obra en la Torre de Guzmanes (La Algaba, Sevilla), que recogía los momentos más significativos de su carrera. La Galería Rafael Ortiz también le dedicó una amplia muestra bajo el nombre «Laboratorios de silencios» en 2006, con piezas inéditas. En 2011 se celebró la última retrospectiva sobre su trabajo en la Sala Santa Inés de Sevilla con el título «La intensa levedad».

Beatriz Espejo

 
«Juan Francisco Isidro», Galería Elba Benítez (Madrid, 1992). «Juan Francisco Isidro. La intensa levedad», Sala Santa Inés (Sevilla, 2011).
Rafael Ortiz y Miguel Fernández Cid La intensa levedad, Sevilla, Sala Santa Inés, 2011. VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.