Príncipe del sueño
- 1987
- Bronce pintado
- 23 x 20 x 19 cm
- Cat. E_124
- Adquirida en 2000
A Juan José Aquerreta se le ha definido como una persona profunda y solitaria, un artista dominado por las dudas cotidianas, el afán perfeccionista y el silencio. Maestro de la levedad, busca escapar de teorías y definiciones, como los personajes de Bailando por miedo (1938), pintura de Paul Klee muy apegada a su quehacer artístico. Una huida que está muy presente en sus paisajes, retratos, abstracciones y esculturas. De factura obsesivamente minuciosa, sus obras recuerdan el clasicismo arcaico marcado por el orden, el control y la medida, aunque su inspiración viene del caos, de un espacio vertiginoso que en múltiples ocasiones lo coloca frente a su propia imagen.
Tal vez por ello le ha gustado siempre la práctica del retrato. La escultura Príncipe del sueño (1987) es un ejemplo. La cabeza de bronce, pintada posteriormente de blanco, se erige neutra y fría, sin apenas detalles. Sin huir de cualquier fisonomía concreta, hace del retrato todos los retratos posibles, incluso el suyo. El autorretrato es, de hecho, un recurso habitual en muchas de las obras de esa época, que el artista traslada al lienzo con rostros desvanecidos, que sorprenden con una enorme intensidad en su mirada opaca. En el retrato, ha explicado el artista, encuentra la eternidad, en un plano en el que se diluyen las perturbaciones del transcurrir diario.
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