Presentación de la Virgen en el templo
- c. 1760
- Óleo sobre lienzo
- 62 x 64 cm
- Cat. P_79
- Adquirida en 1975
La obra fue adquirida por el Banco de España en 1975 bajo la errónea denominación de Visitación; sin embargo, su iconografía no parece prestarse a confusión alguna: se trata de una Presentación de la Virgen en el templo que sigue la narrativa convencional sin distanciarse del relato canónico heredado del apócrifo Protoevangelio de Santiago.
Ejemplo de la persistente influencia que sobre los pintores españoles del setecientos tardío ejerció la obra de Corrado Giaquinto, la pieza fue valorada por Alfonso E. Pérez Sánchez en estos términos: «Las evidentes incorrecciones en las figuras se compensan [...] por una evidente gracia y viveza en la composición y por un cierto sentido del color, que aunque arranca de la fineza rococó en gama fría de Giaquinto, se enriquece y abarroca en esta interpretación, un tanto provinciana, pero no exenta de encanto. Especialmente afortunadas son las figuras del primer término, tocadas de luz con evidente maestría, que producirían en la obra definitiva un seguro efecto perspectivo».
Así como sobre su temática pareció haber una estéril confusión de origen desconocido, el lienzo nunca parece haber generado dudas sobre su naturaleza de boceto para una obra de mayor tamaño, muy probablemente una pintura mural, y así lo refleja también Pérez Sánchez, de manera acertada, en Colección de pintura del Banco de España. En ese sentido, ya desde antes de su llegada a la institución bancaria, la obra había sido atribuida a Francisco Bayeu; Pérez Sánchez, sin negarla, sugiere la posibilidad de que sea obra de algún otro artista de la saga de la que fuera familia política de Goya, ya sea de Manuel o de Ramón Bayeu, y, en términos más generales, señala al menos como innegable su relación directa con los estilos que se desarrollaban en la escena pictórica aragonesa a finales del siglo XVIII. En aquella primera catalogación científica de la Colección Banco de España no se daba no obstante por segura la autoría, si bien se concluía su atribución, no sin ciertas reservas, a la mano de Francisco. Lo apresurado de la tesis, que no hace sino recoger una tradición, se sostenía además sobre el hecho de que Francisco Bayeu se especializara en decoración mural y demostrara solvencia a la hora de afrontar escenas similares en diversos encargos de relevancia.
Sin embargo, el aspecto general del boceto coincide de manera patente, si no prácticamente exacta, con una de las escenas de un ciclo pictórico al fresco ejecutado por Manuel Bayeu (conocido como «el cartujo Bayeu» y hermano de Francisco) en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, también llamada Cartuja de Monegros, situada en el término municipal de Sariñena, en la provincia de Huesca. Según Julio P. Arribas Salaberri, el conjunto monumental (al menos a la altura de 1972, año de publicación de su estudio sobre la pintura oscense de Manuel Bayeu) era conocido apenas por los oriundos de la comarca de los Monegros, ante todo por su uso durante un breve período del siglo XIX, tras la desamortización, como balneario privado que aprovechaba el manantial que brota en sus inmediaciones. Tal desconocimiento del lugar, unido a lo oscuro de la figura del cartujo Bayeu hasta época reciente, justificaría la improvisada atribución al más popular y cotizado Francisco Bayeu, más prolífico, aunque menos longevo, que su hermano, y con el que guarda notables concomitancias de factura fruto del trabajo conjunto en diversos encargos, como la decoración mural de la Basílica del Pilar de Zaragoza. En el año 2015, la Diputación Provincial de Huesca adquirió el conjunto monástico de la Cartuja, declarado Bien de Interés Cultural, que había permanecido en manos privadas desde la exclaustración de sus monjes en el siglo XIX. Tras su apertura, el preciso proceso de documentación de las pinturas del conjunto ha posibilitado la comparación con la obra final, situada en el cuarto tramo de la bóveda de la nave de la iglesia monástica, junto a la entrada al templo, donde funciona como arranque del ciclo acerca de la vida de la Virgen.
Los estudios recientes sobre la figura del cartujo Bayeu no parecen arrojar dudas sobre la autoría de los ciclos pictóricos del cenobio que habitó durante gran parte de su vida y donde probablemente falleció en torno a 1809. En la tesis doctoral de José Ignacio Calvo Ruata, dedicada de manera monográfica a Manuel Bayeu (presentada en 1998 y publicada en 2016), se ofrece una descripción de la escena final que, unida al cotejo visual antes citado, sirve como segunda prueba de la coincidencia de esta con el boceto preparatorio del Banco de España: «Momento en que San Joaquín y Santa Ana presentan a su hija, la Virgen María, de tres años de edad, en el templo de Jerusalén ante el sumo sacerdote, para cumplir la promesa de dedicar su hija al servicio de Dios.
El sacerdote, en la parte superior del graderío, abre sus brazos para acoger a la Virgen niña que se arrodilla con recogimiento ante él. Diversos personajes, testigos del acontecimiento, complementan la escena. Preside la escena un angelito llevando un paño y situado en un pequeño rompimiento. El interior del templo se recrea con arquitecturas clasicistas. La línea compositiva fundamental es la diagonal que pasa por los personajes principales, siguiendo la ascensión del graderío. El angelito flotante con su paño es igual a uno de los que aparecen en el centro del primer boceto hecho por Francisco Bayeu para la La rendición de Granada (1763)».
Por otro lado, el trabajo de Calvo fija la fecha de ejecución del ciclo mariano de la bóveda hacia 1768-1770, lo cual, si bien es difícil de confirmar de manera fehaciente, no se contradice con la fecha de ingreso de Bayeu como probante en la Cartuja. Tal cronología, en buena lógica, se podría aplicar al boceto del Banco de España, acaso incluso ligeramente anterior, para corregir la datación previa que, de manera orientativa, la situaba en torno a 1760.
Como posible salvedad, en contra de la atribución a Manuel Bayeu cabrían dos posibilidades, si bien remotas en este punto: que el pintor utilizara como modelo un boceto previamente realizado por Francisco (o por otro pintor del entorno aragonés curtido en el ámbito de la pintura mural) o que se trate de una copia apócrifa, lo que resulta menos probable, especialmente si tomamos en consideración el abandono del monasterio y el relativo desinterés hacia él y hacia la obra de Manuel Bayeu hasta fechas recientes.
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