Physostegia afeitata. Serie Herbarium

Physostegia afeitata. Serie Herbarium

  • 1982-2022
  • Gelatinobromuro de plata virado al selenio
  • 40 x 30 cm
  • Edición 14/15
  • Cat. F_470
  • Adquirida en 2022
Por:
Álvaro de los Ángeles

Algunos de los textos más representativos del posmodernismo se publicaron entre la segunda mitad de la década de 1970 y la primera de la siguiente, compilados en los libros Cultura y simulacro, de Jean Baudrillard (1978), y La posmodernidad (1983), con edición a cargo de Hal Foster («Introducción al posmodernismo») que incluye ensayos, entre otros, de Craig Owens («Las feministas y el posmodernismo»), Jürgen Habermas («La modernidad, un proyecto incompleto») o Fredric Jameson («Posmodernismo y sociedad de consumo»). La cuestión entonces era si se debía certificar ya o todavía no la muerte de la modernidad, cuyo delito consistía en haberse convertido en «cultura oficial» lo que en un inicio fue, en palabras de Foster, «un movimiento de oposición que desafió el orden cultural de la burguesía y la “falsa normatividad” (Habermas) de su historia». La relectura de los grandes relatos en un tono distendido, cuando no irónico, marcó también las prácticas artísticas, reflejos dorados de lo que estaba ya ocurriendo en la sociedad y en la política.

Entre 1982 y 1985, Joan Fontcuberta desarrolló Herbarium, su primera serie completa y autónoma. Con ella estableció un canon nuevo: el del cuestionamiento de la verdad en un medio, el fotográfico, reconocido por su capacidad de emular de forma veraz y eficiente aquello que reproducía. La fotografía nunca ha sido inocente y no lo era, ni mucho menos, entonces; pero Fontcuberta arremetió contra la credibilidad y la confianza, casi sacralizada, entre el artista y la audiencia. Aquello que veíamos no era lo que parecía. Donde debíamos ver un conjunto de especies vegetales extrañas e inusuales, pero verdaderas y por ello sorprendentes, había un conjunto de construcciones hechas de restos de objetos, basura y algún componente orgánico, encontrados en la periferia de la Barcelona preolímpica.

Si los libros del escultor Karl Blossfeldt, Urformen der Kunst (1928) y Wundergarten der Natur (1932), representan la nueva objetividad alemana, la serie de Fontcuberta iniciaba un camino de cuestionamiento de los grandes relatos, también los asociados a la fotografía. En sus palabras, «tanto para Blossfeldt como para mí la fotografía sirve para hacer pasar ilusoriamente como verosímiles las hibridaciones más insólitas. Herbarium simula que esos montajes son verdaderas plantas, mientras que Blossfeldt fotografiaba las plantas verdaderas de modo que pareciesen ornamentos arquitectónicos. En ninguno de los dos casos podemos sustraernos a una pregnancia alucinatoria en la medida en que la imagen fotográfica permite que lo que es falso a nivel de percepción pueda ser cierto a nivel de su presencia en el tiempo».

En efecto, «su presencia en el tiempo» ha llegado hasta aquí, potenciando un gesto entonces adivinatorio que estableció un género propio. Las seis fotografías incluidas en la Colección Banco de España (pertenecientes a una serie más amplia), emplean títulos que desean ensanchar la noción de verosimilitud pero que, al mismo tiempo, magnifican todavía más el poder de su ficción. Dendrita victoriosa (1982), Braohypoda frustrata (1984) o Cardus fipladissus (1985) son algunos de los títulos que simulan un vestigio científico pero donde permanece, sin embargo, un deseo profundo de trastocar la realidad a través del humor y el juego. Pues Fontcuberta es un jugador pertinaz, capaz de inventarse un juego repleto de instrucciones complejas y giros divertidos, y cambiar las reglas a mitad de la partida. A lo largo de cinco décadas, el fotógrafo, ensayista, divulgador y mago que es Fontcuberta, ha conseguido generar en quien ve sus obras la más efectiva de las ansiedades, esa que nos cuestiona como espectadores y como sujetos.

Álvaro de los Ángeles

 
Por:
Álvaro de los Ángeles
Joan Fontcuberta
Barcelona 1955

Es una figura clave para determinar y entender la función social y artística de la fotografía. Ha ejercido como ensayista, divulgador, fotógrafo, artista, comisario de exposiciones y editor, y siempre ha buscado cuestionar el valor de las imágenes como índices. Sus proyectos artísticos, desarrollados a través de series autoconclusivas, son partes de un todo a su vez interrelacionadas con sus teorías estéticas, a medio camino entre el análisis semiótico y la narración literaria. Una máxima de su trabajo es plantear la duda sobre la fiabilidad de lo que se ve o se escucha. En su serie Fauna (1989), desarrollada junto a Pere Formiguera (Sant Cugat del Vallés, Barcelona 1952-Barcelona, 2013), se generaba una naturaleza paralela donde coexistían ejemplares disecados de especies animales ficticias, sonidos generados artificialmente de hábitats inexistentes, biografías inventadas y fotografías (en apariencia fiables) de todo este universo dedicado a la suplantación de realidad.

Unos años antes, en 1983, había realizado una de sus series emblemáticas, Herbarium, donde recreaba la fotografía científica característica de Karl Blossfeldt desarrollada en sus libros Urformen der Kunst (1928) y Wundergarten der Natur (1932), epítomes de la nueva objetividad alemana. En esta serie, y fiel a su interés en el cuestionamiento de la veracidad que emanan las imágenes reproducidas técnicamente, sin aparente mediación subjetiva, Fontcuberta construye una serie de organismos vegetales a partir de restos industriales encontrados en la periferia de Barcelona. El giro conceptual clásico del autor es mostrar elementos reales que simulan otros. Los representados son constatables, pero no representan aquello que pensamos en un primer momento que son. La cuestión de la veracidad no alcanza únicamente al motivo recreado, sino también a la base inicial de las obras, como en las series Constelaciones (1994) o Hemogramas (1998), donde elementos orgánicos son empleados como negativos para generar fotogramas de grandes proporciones.

Por otro lado, Fontcuberta ha inventado personajes o situaciones y los ha dotado de vida propia en series como la ya mencionada Fauna, Sputnik (1997), Milagros & Co (2000) o Pin Zuhang (2002), entre otras. Rizando el rizo de la suplantación de identidad, el autor creó el proyecto Ximo Berenguer. A chupar del bote (2017), el más ambicioso en cuanto a su capacidad de cuestionamiento de la credibilidad de las instituciones, del público y del valor de mercado de las obras de arte. En esta serie, que recoge instantáneas realizadas por el propio Fontcuberta en 1975 en cabarés como El Molino de Barcelona, se crea una biografía, la de Ximo Berenguer, para construir la figura del mito olvidado, recuperado décadas después para gloria del mercado del arte y la mitomanía en general.

Como autor, destacan sus libros El beso de Judas. Fotografía y verdad (1997) y La caja de Pandora (2011), que le valió el Premio Nacional de Ensayo ese mismo año. Como editor, destacan las compilaciones de textos sobre fotografía Estética fotográfica (1984- 2003) y Fotografía. Crisis de historia (2002). Entre otros premios de carácter internacional, como la Medalla David Octavius Hill o el Premio Hasselblad, se le concedió también el Premio Nacional de Fotografía en 1998. Esto le convierte en un autor paradigmático, al haber conseguido dos premios nacionales en las dos facetas en las que más ha desarrollado su trabajo, la práctica artística y el ensayo estético.

Álvaro de los Ángeles

 
«Flores y frutos. Colección Banco de España», Banco de España (Madrid, 2022-2023).
VV. AA. Flores y frutos. Colección Banco de España, Madrid, Banco de España, 2022. Joan Fontcuberta Florilegium, Pamplona, Museo Universidad de Navarra, 2024.