Palácio do Planalto (Serie Brasilia)

Palácio do Planalto (Serie Brasilia)

  • 2007
  • Fotografía en b&n montada sobre papel canson neutro
  • 40 x 40 cm
  • Edición 3/10
  • Cat. F_455
  • Adquirida en 2020
  • Observaciones: Edición de 2009
Por:
Álvaro de los Ángeles

La voluntad de trasladar la capital federal de Brasil desde la costa atlántica al interior del país fue una idea recurrente desde la época colonial, articulada en sucesivas constituciones brasileñas desde 1891. Pero fue el presidente Juscelino Kubistchek, durante su mandato de 1956 a 1961, quien la llevó a cabo. Su Gobierno puso en práctica el eslogan «50 años de progreso en 5 años de gobierno» a través de una política agresiva de industrialización del país, en un momento en que coexistían grandes urbes como São Paulo, Salvador de Bahía o Río de Janeiro con zonas rurales inmensas y la selva más grande del planeta. Brasilia nació con la pretensión de eliminar las diferencias sociales por medio de un diseño urbanístico de Lucio Costa y la arquitectura icónica de Oscar Niemeyer, así como con la intención de poblar zonas deshabitadas del interior. Si los edificios se han mantenido todo este tiempo como un ejemplo de arquitectura moderna que aún perdura, el urbanismo de Costa ha sido ampliamente criticado, por su concepción de una ciudad dimensionada y estructurada para el uso exclusivo de los coches. La colosal construcción de la nueva ciudad se realizó en un plazo de 41 meses, entre el 23 de octubre de 1956 y el 21 de abril de 1960, día en que se inauguró como capital.

Lucio Costa diseñó Brasilia como una cruz; una parte central larga la ocuparon las instituciones capitalinas, y en una parte perpendicular se construyeron las viviendas agrupadas en las llamadas superquadras, manzanas compuestas de once edificios de seis pisos de altura que conforman un barrio al norte de la parte central y otro al sur. Pese al intento de Costa, la forma de la ciudad responde más a la de un avión o incluso a la de una mariposa, como les gusta decir a sus habitantes, que apunta hacia el sureste. Las fotografías de Leopoldo Plentz retratan de manera clásica algunos de los edificios, la mayoría de los cuales se sitúan en lo que se conoce como el fuselaje y la cabina de ese avión figurado que es el plano de la ciudad original. En cuatro de estas cinco imágenes quedan retratados la Biblioteca Nacional, el Congreso Nacional, el Palacio do Planalto y, en una misma toma, el Museo Nacional y la catedral. La quinta imagen representa una típica Super Quadra Sul. En cualquier caso, la presencia humana en estas fotografías es apenas testimonial, lo que indica la magnitud de los edificios en relación con el tamaño de las personas.

La seria Brasília surge de un encargo específico del Departamento de Cine, Vídeo y Fotografía del Ayuntamiento de Porto Alegre realizado en 2007. Durante seis días y cinco noches, Plentz circuló por Brasilia con la intención de recuperar el plan maestro del Distrito Federal, la esencia del urbanismo de Costa y Niemeyer, y de mostrarlo casi cincuenta años después de la construcción. El blanco y negro impoluto de las imágenes consigue hacer olvidar los casi tres mil obreros que resultaron muertos durante la construcción de la ciudad. Dos de estos candangos (nombre que reciben los pobladores oriundos de la capital) murieron enterrados bajo la estructura de la Universidad de Brasilia, que hoy en día incluye el auditorio Dois Candangos en memoria de ellos. La mirada nítida y perfilada hacia la ciudad, en apariencia deshabitada, parece incluir también la frialdad de su diseño, planificación y puesta en marcha. La distancia fotográfica que impone Plentz no es únicamente temporal, sino formal; y, al imponerla, recupera la sensación común de estar observando una gigantesca maqueta sin vida, como un cuerpo vaciado de órganos.

Álvaro de los Ángeles

 
Por:
Álvaro de los Ángeles
Leopoldo Plentz
Porto Alegre - Rio Grande do Sul (Brasil) 1952

La serie de fotografías Brasília (2007) representa un elemento diferenciador dentro del conjunto del trabajo de Leopoldo Plentz, que, por otro lado, se desarrolla a partir de grupos temáticos y estéticos cerrados y autónomos. Desde la idealización del paisaje, en la línea de Ansel Adams o de su paisano Sebastião Salgado en Siléncio (2012), hasta los desechos que provocan en la naturaleza los restos de envases de aluminio o bolsas de los proyectos Jardim das delicias (2013-2014) y Coisas inúteis (2008), y que él muestra como encuentros casi arqueológicos, su trayectoria parece articularse a través de la disparidad de referentes.

Las fotografías en blanco y negro de cualidades clásicas Através do espelho (2001-2014) recuerdan las imágenes que Lee Friedlander tomó de los escaparates y cristaleras de los años cincuenta y sesenta en Estados Unidos, mientras que las que conforman Brasília encajan perfectamente en la tradición de la fotografía de arquitectura, que va desde Julius Schulman hasta Gabriele Basilico. En este sentido, Plentz se mueve con soltura entre estilos y tendencias, entre encuentros y búsquedas de la imagen, que recogen los frutos de las últimas seis décadas de historia de la fotografía.

Álvaro de los Ángeles