Mongrels #4

Mongrels #4

  • 2019
  • Elementos de plástico fundido de poliuretano cepillados al aire y pintados a mano montados en una bandeja de acero inoxidable cepillado
  • 179 x 83 x 5 cm
  • Edición única
  • Cat. P_817
  • Adquirida en 2020
  • Observaciones: Incluye monedas de 40 mm de peniques de Kingsway; de 18 mm de 12, 20 y 50 céntimos de euro de Steenland; de 45 mm de dos euros de Crest Distribuidores, y de 28, 60 y 100 mm de un euro de Simón Coll; y medallas de chocolate, entre otras.
Por:
Sonia Fernández Pan

Mongrels #4 es una pieza que forma parte de la serie homónima presentada por Rubén Grilo dentro de su exposición individual «Indigo Eye», de 2019. La exposición, que funcionaba como un sistema de filtrado donde la narrativa del trabajo aparecía mezclada con la siempre incumplida promesa de goce y placer a través de él, se servía del chocolate como un material capaz de referirse a la condición laboral actual y al flujo continuo de especulación económica. La fábrica de chocolate de Willy Wonka imaginada por Roald Dahl en 1964 no difiere tanto de muchas empresas y multinacionales del presente, como, por ejemplo, Google, o de muchas profesiones creativas de un sistema económico que se presenta como inmaterial, al mismo tiempo que es enormemente dependiente de la producción y la economía industriales, como es el caso del artista. Willy Wonka es el capataz de una fábrica de chocolate, que es también una factoría de anhelos y secretos celosamente guardados. En su interior se producen tabletas de chocolate, pero también emociones, sentimientos y promesas que se distribuyen incluso antes de que las barras de chocolate lleguen a las manos de los consumidores, convertidos en glotones incontinentes. En esta fábrica de chocolate los trabajadores también asumen la perspectiva de un niño: embargados por un deseo y una felicidad manufacturados, el juego reemplaza el trabajo, en un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. La condición laboral contemporánea está fundada en una promesa similar de placer en el trabajo y a través de él. La autenticidad de nuestras emociones y sentimientos es uno de los muchos productos capitalistas. No solo existimos para el trabajo, sino que existimos desde el trabajo. Esta sobreidentificación entre el hacer (para otros) y el ser (uno mismo) se basa, además, en una paradoja temporal: el hecho de poder  estar trabajando en cada momento hace que la sensación del tiempo se detenga precisamente porque el tiempo de trabajo se alarga indefinidamente. El fin del trabajo ha desaparecido. Los resultados no son un desenlace, sino la promesa de más trabajo vinculante.

Dentro de la exposición «Indigo Eye», tres de los cuatro elementos de la serie Mongrels aparecían cerca de tres fuentes de chocolate cuya estructura estaba inspirada en los contadores automáticos de monedas que usan los bancos. No solamente el continuo flujo de chocolate de estas fuentes es equivalente al continuo flujo y producción del dinero, sino que ambos materiales generan una ficción de pureza, a pesar de estar hechos a base de diferentes mezclas, gracias a procesos de fundido, donde lo artesanal se liga con lo industrial. En inglés, el término «mongrel» se refiere a algo que se produce mediante una mezcla de elementos. La garantía artesanal de tantos productos industriales es nuevamente una promesa vinculada a una supuesta pureza de las cosas. La artesanía manufacturada funciona aquí como estrategia de mercado para vender más comprando «mejor». Este espejismo artesanal de la industria esconde la verdadera condición artesana de la industria: el trabajo manual del cuerpo de los trabajadores en la fábrica. Las máquinas son todavía fuertemente dependientes de manos humanas. Las monedas de plástico fundido sobre una bandeja de acero inoxidable que aparecen en todas las piezas de la serie Mongrels han sido individualmente pintadas a mano por el artista. No solo los procesos de individualización que se creen inherentes al proceso artístico son también parte de la industria, sino que la repetición y la estandarización son parte del arte.

Tanto divisas como monedas de chocolate son el resultado de un proceso de fundido de materiales que usa moldes para conseguir una forma concreta e hiperreproducible dentro de la fábrica. La serie en proceso Chocolate mould pieces, iniciada en 2015, es parte de la investigación de Rubén Grilo acerca de la producción industrial, a través del chocolate. Si «Indigo Eye» mostraba por primera vez la presencia directa del chocolate, sus piezas anteriores evocan una paradoja: la imposibilidad de que existan dos objetos industriales idénticos, incluso cuando han sido hechos con el mismo molde. En el caso de las tabletas de chocolate industrial, los cambios de temperatura, las huellas en los moldes y los procesos de manipulación durante el envasado transportan errores potenciales, que producen, no solo una diferencia serial, sino la propia serie como diferencia. Esta aleación entre el original y la copia vuelve a aparecer en Mongrels, donde las piezas son intercambiables, pero manifiestamente diferentes entre sí.

Mongrels maneja, además, una evidente relación entre chocolate y dinero a través de la sincronía formal: monedas de chocolate recubiertas con envoltorios metálicos que imitan monedas de metal. Esta correspondencia es un paralelismo prefabricado por la industria del chocolate, cuyas monedas también asumen estándares económicos como el del euro, una divisa que produce un simulacro de homogeneización entre las enormes diferencias económicas de los países miembros de la Unión Europea. El parecido perceptual entre ambos tipos de monedas incluye disimilitudes notables. A la desigualdad entre tamaños para evitar que las monedas sean intercambiables entre sí, se une la ausencia de correlación entre su valor de cambio y su precio en el mercado. Una moneda de un euro de chocolate no solo es más grande que un euro, sino que cuesta menos que un euro. Las monedas de plástico de Mongrels añaden otra diferencia más al provenir de diversos fabricantes de chocolate y sus diferentes recetas. Reconvertido en moneda, literalmente acuñado, el chocolate evoca no solo cierta condición de fetiche contemporáneo, sino su propio pasado como materia de intercambio económico o su vinculación histórica con las élites sociales.

Sonia Fernández Pan

 
Por:
Sonia Fernández Pan
Rubén Grilo
Lugo 1981

El trabajo de Rubén Grilo incluye una amplia variedad de medios, desde la animación hasta la escultura. A menudo heterogéneas, sus piezas surgen de un interés por explorar la subjetividad como lugar común, confrontando la experiencia individual con la presión ejercida por la tecnología.

Entre sus proyectos individuales y colectivos están «Indigo Eye», CentroCentro, Madrid (2019); «360: Nausea» (con Metaphysics VR), Zabludowicz Collection, Londres, ZKM Center for Art and Media, Karlsruhe (2018); «I am, etc», Future Gallery, Berlín (2017); «Everfresh Product Launch», AdK, «9th Berlin Biennale», Berlín (2016); «Proof of Concept», Union Pacific, Londres (2016); «Rubén Grilo», Fundació Joan Miró – Espai13, Barcelona, (2015); «wow! Woven? Entering the (sub)Textiles», Künstlerhaus Halle für Kunst & Medien, Graz (2015); «Mit eigener Hand», Kunstverein Hildesheim (2014); «Drawings of Alien Control», V4ULT, Berlín (2013); «Bioscope», Wilfried Lentz, Rotterdam (2012), y «The Action of Things», CSS Bard, Nueva York (2011). Ha sido premiado con la beca de la Fundación Botín, Santander (2013), y ha sido residente en Gasworks, Londres (2015), y en la Rijksakademie, Ámsterdam (2011-2012). Este artista está representado por las galerías Nogueras Blanchard, en Barcelona y Madrid (ESP), y Future Gallery, en Berlín (DE).

Sonia Fernández Pan

 
«Indigo Eye. Rubén Grilo. Mirror Becomes a Razor When It's Broken», CentroCentro (Madrid, 2019).