María

María

  • 1981
  • Óleo sobre lienzo
  • 92 x 65 cm
  • Cat. P_767
  • Adquirida en 2012
Por:
Isabel Tejeda

Las pinturas de Alfonso Albacete que pertenecen a la Colección Banco de España están datadas a inicios de la década de 1980. Este momento de reivindicación de la «pintura- pintura» coincidía con una entusiasta transición democrática tras casi cuatro décadas de dictadura. Algunos artistas, que habían iniciado su trayectoria en la década anterior con una pintura preñada de conceptualismo, como es el caso del pintor que nos ocupa, abandonan los discursos metalingüísticos para entregarse, casi de forma hedonista, al placer de la pintura. La materia, lo plástico y el deleite de lo retiniano encontraban sus fuentes primeras en las pinturas fauvistas y expresionistas de principios del siglo XX, pero también en el expresionismo abstracto posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, lo que en las vanguardias se planteaba como una pincelada estomacal y libre en los pintores de esta generación, aquí se convertía más bien en la cita a esta pintura. El trabajo de Alfonso Albacete, de hecho, ha conjugado lo cerebral —el estudio de la luz y del espacio, fundamentalmente— con una pintura que habla de sí misma de forma placentera, pero también reflexiva y controlada.

Nos topamos con una vuelta a los géneros nacidos en la Academia francesa del siglo XVII, como el bodegón, el paisaje o el retrato. Continuando con el uso de los géneros como excusa pictórica, María (1981) es un retrato de su hermana, pintado en la casa de sus padres en La Alberca, una pintura que pertenece a la serie El huerto. Para ella, Albacete realizó varios «retratos» de conocidos que, casi como en un acto performativo, se paseaban desnudos entre los limoneros. El espacio está articulado por los trazos que construyen el lugar de un cuerpo situado en el centro de la tela, cuyo volumen se ve atravesado por manchas rebeldes de color.

Isabel Tejeda

 
Por:
Roberto Díaz
Alfonso Albacete
Antequera (Málaga) 1950

Perteneciente a la generación de artistas españoles que renuevan el género de la pintura entre las décadas de 1970 y 1980, desde su ciudad natal se trasladó hasta Murcia, donde pasó a ser discípulo de Juan Bonafé. Posteriormente estudió Arquitectura en València y Madrid, formación que terminó en 1977. Desde 1979 se dedicó plenamente a series de pinturas, desde la inicial En el estudio, que presentó ese mismo año en la Galería Egam de Madrid y en la que ya se aprecian las influencias de Paul Cézanne, el expresionismo abstracto y el pop art norteamericanos, hasta Levante (1980), en la que traduce la luminosidad del paisaje murciano, o El estudiante de Praga (1985), con escenas de sus viajes por Centroeuropa. En todas ellas parte de lo cotidiano a través de una figuración que se va haciendo progresivamente más abstracta, pero de la que nunca desaparecen las referencias figurativas, y en la que la luz y la atmósfera son plasmadas a través de un cromatismo vital, matérico y de complejas arquitecturas formales que ha desarrollado hasta la actualidad como una afirmación continua por el género pictórico.

Ha participado en las exposiciones que marcaron el rumbo del arte español de los ochenta, como «1980», en la Galería Juana Mordó (Madrid, 1979) o «Madrid D. F.», en el Museo Municipal de Madrid (1980) y, posteriormente, en las revisiones históricas que se hicieron de este momento. En 1988 se le dedicó su primera exposición retrospectiva en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. También ha expuesto en el Museo de Arte Moderno de Moscú (2011); en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla, 2014); el Museo Reina Sofía (Madrid, 2014); y la Galería Marlborough (Madrid, 2016).

Roberto Díaz

 
«La pintura inevitable», Centro Cultural Las Claras Fundación Cajamurcia (Murcia, 2024).
VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.