Mar 12

Mar 12

  • 1987
  • Acrílico sobre lienzo
  • 130 x 89 cm
  • Cat. P_389
  • Adquirida en 1988
Por:
Frederic Montornés

Contemplando estas dos obras de Eduardo Sanz, nadie dudaría de que el mar está en sus genes desde que naciera en Santander en 1928. Lo que es difícil de comprender es cómo consigue entender, asimilar y plasmar con semejante nitidez la oscilación de una marea o la mecánica de un oleaje.

Conocido desde sus inicios por su adscripción a la abstracción informalista —fruto, posiblemente, de la influencia que recibió durante los años cincuenta de los preceptos del recién instituido grupo El Paso—, Sanz no tardó en abandonar su fase de adscripción a la abstracción para adentrarse en el terreno de la figuración expresionista y coquetear, a partir de ahí, con un estilo de carácter poscubista. Superada esta primera etapa referencial, Sanz investigó con nuevos materiales y técnicas y, en su intento por abrazar la tridimensionalidad trabajando a partir de planos que se van superponiendo, encontró en el espejo y el vidrio el tipo de soporte que mejor se adapta a lo que persigue en su investigación artística.

Distanciado de las tendencias de su época y empeñado en seguir un camino independiente, la obra de Sanz evoluciona hasta iniciar la producción, a mediados de los años setenta, de Las cartas de amar, una obra realizada a partir de banderas de señales navales, y que en consecuencia se adentra en el campo de la lingüística y de la escritura experimental. Tras un período de cuatro años en el que la pintura pasó a un segundo plano en favor de investigaciones creativas de diversa índole, Sanz volvió mostrar interés por pintar y catalogar todos los faros de la costa española. A partir de este momento su comunión con el mar será la que determinará no solo la temática de su madurez creativa, sino también el lenguaje hiperrealista con que resuelve obras como las dos que nos ocupan. Más que una imagen, se diría que estas obras representan el latido del mar a través de un movimiento continuo e imperecedero.

Frederic Montornés

 
Por:
Frederic Montornés
Eduardo Sanz
Santander 1928 - Madrid 2013

Iniciado en el arte de la mano de José Cataluña, Eduardo Sanz se formó en Pintura tras su ingreso, en 1953, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Conocido desde sus primeras muestras por su adscripción al lenguaje de la abstracción informalista defendida por los miembros del grupo El Paso hacia finales de la década de 1950, Sanz evoluciona progresivamente hacia la figuración expresionista, pasada por el tamiz de un cierto poscubismo. Tras la investigación que lleva a cabo con materiales que, como el espejo o el cristal, se ajustan a su deseo de abrazar la tridimensionalidad, Sanz evoluciona en el desarrollo de su obra hasta consagrar su producción al estudio de temas sobre el mar, el paisaje o los elementos que lo rodean.

Expuso por primera vez en una muestra colectiva en la Sala Sur (Santander, 1954) y su primera individual tuvo lugar dos años más tarde en la Galería Delta (Santander, 1956). Sus obras se han expuesto en la Sala del Prado del Ateneo (Madrid, 1964) y en la II Exposición de Arte Actual de Santillana del Mar (1971). El Museo Municipal de Bellas Artes de Santander le dedicó una exposición antológica en 1971 y, dos años más tarde, una segunda en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. Ha participado también en la Bienal de São Paulo (1963) y en la Bienal de Venecia (1968). En 2012 la Galería Fernández-Braso de Madrid inauguró una importante retrospectiva de su obra.

Frederic Montornés

 
«Feria Internacional de Arte Contemporáneo», ARCO (Madrid, 1988).
VV. AA. Arco 88. Feria Internacional de Arte Contemporáneo, Madrid, Galería Sen, 1988. VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 3.