Madrid, 2009

Madrid, 2009

  • 2009
  • Copia digital sobre papel a partir de negativo de 35 mm
  • 120 x 80 cm
  • Edición 1/3
  • Cat. F_138
  • Adquirida en 2012
Por:

Javier Campano se ha distinguido en el ámbito de la fotografía de calle, en blanco y negro, centrada en interiores y exteriores desde un punto de vista subjetivo y fragmentario. Un corpus de imágenes que ha aportado un retrato caleidoscópico, desde los años setenta hasta la actualidad, de España, y en particular de Madrid, sin desdeñar otros lugares del mundo. Sin embargo, su trabajo en color solo ha sido reivindicado recientemente. La exposición «Campano en color» (Sala Canal de Isabel II, 2017) aportó nuevas luces sobre el carácter proteico del fotógrafo y supuso el descubrimiento de una faceta de su producción poco considerada hasta entonces y, en muchos casos, más audaz y experimental.

Esta fotografía es representativa de ese trabajo de Campano, en el que pone en funcionamiento una mirada aparentemente intrusiva, donde se centra en lo intrascendente, pero con un interés por las cualidades pictóricas, con frecuencia en interiores de establecimientos de restauración. Esta imagen del interior de un bar fue tomada en el barrio madrileño de Pacífico, en un lugar sin especial significación donde el fotógrafo detuvo por unos momentos la errancia urbana de la que nace gran parte de su trabajo. Campano encontró una rara naturaleza muerta, una suerte de «bodegón encontrado» que parece reanimar ese género al tiempo que subvertirlo: no hay ninguna construcción de la imagen, ninguna puesta en escena como las que destilan los bodegones desde el Barroco, sino que el azar ha colocado esos elementos de modo que generan una imagen extraña, donde el costumbrismo más castizo se cruza con una mirada ligeramente surrealizante.

La imagen está tomada desde su convencimiento de que los bares y restaurantes esconden historias susceptibles de ser contadas solo a través de los objetos. Los elementos que pueblan la mesa de este local parecen contradecirse: mientras la viva espuma de la cerveza desvela que ha sido servida poco antes, algunas de las aceitunas han sido ya consumidas. Este momento congelado tiene lugar en una escena que no sería más que un pequeño fragmento de retrato de la ciudad de Madrid de no ser por el elemento que genera extrañamiento: en la repisa superior descansa una bolsa de papel, que fue el elemento que llamó la atención del fotógrafo al proporcionarle el punctum, el punto clave de la instantánea. Ese paisaje tardoimpresionista o fauvista causa extrañeza en ese lugar, y su posición, encajado entre esa repisa y una pilastra que dotan de cierta nobleza al interior, parece generar una ventana, despertar la fantasía de un paisaje arcádico en medio de la red urbana que es el entorno natural de Campano. El cuadro reproducido es Playa, efecto de tarde (1902), de Henri-Edmond Cross, de la Colección Carmen Thyssen. Tal atribución hace que la fotografía de Campano (probablemente se trate de una bolsa proveniente de la tienda de souvenirs del museo) desplace el interés hacia la mercadotecnia, el consumo y reproducción de imágenes o la conversión pop que puede operar el mercado sobre cualquier obra de arte. Y dicho desplazamiento de significado de este bodegón cum paisaje no parece banal en el caso de un fotógrafo que ha tenido a la pintura y a los pintores de su generación y anteriores como referentes vitales y creativos.

En el momento del disparo de la fotografía no estaba presente en la escena el consumidor de este aperitivo, lo que enlaza con esa tradicional ausencia humana en el género del bodegón, donde las personas dejan paso a los objetos en su enunciación del discurso de la pintura. Cabe señalar que, en el trabajo realizado por Campano sobre la arquitectura del Banco de España pocos años antes, el fotógrafo también descartó toda presencia humana en las fotografías de interior, en un intento de que la mirada descansara sobre los interiores y el aspecto protocolario y simbólico de los mismos: dejando hablar a la arquitectura y lo que tuviera que «decir» sobre la institución. Del mismo modo que en esta fotografía en color deja a los objetos e imágenes que la protagonizan, más que narrar, evocar algo, suscitar fantasías sobre su posible propietario, sobre el instante anterior y posterior a la escena.

Carlos Martín

Dedicado profesionalmente a la fotografía tras empezar de forma autodidacta a base de viajar y dedicarle tiempo a lo que no tardaría en convertirse en su dedicación exclusiva, Javier Campano se introdujo en el ámbito de la imagen de la mano de los fotógrafos Luis Pérez Mínguez y David Seaton. Si del primero capta la pasión en el trabajo con el cuerpo humano y su relación con la naturaleza, con el segundo se adentra en la obra de autores y libros americanos que, por aquel entonces, Campano no conocía.

Tras la muerte de Franco y el inicio de una etapa marcada por la euforia política, social y cultural, Campano realizó su primera exposición individual en Photocentro y publicó sus primeras fotografías en la revista Nueva Lente, dos de las plataformas más importantes para el desarrollo de la fotografía en España.

Conocido por sus retratos de mundos cercanos a través de imágenes que, reflejando ambientes de dimensión urbana y arquitectónica, difícilmente enseñan algo que no sea el interior o el exterior de una ciudad, se diría que Campano es un fotógrafo paseante dispuesto a captar — principalmente a través del blanco y negro— la cara oculta de un entorno en el que solo de vez en cuando se asoma la gente como caminantes anónimos o como parte del paisaje urbano.

Por bien que las obras que forman parte de esta colección son una muestra del quehacer de Campano en el uso del blanco y negro y la fotografía en color, lo que prima por encima de su elección es la tendencia de su mirada a fijar el objetivo tanto en la organización y estructura geométrica de cuanto le rodea como en las formas que se construyen con ayuda de la luz, los fragmentos de realidad urbana, los juegos de líneas casuales, el informalismo de los desconchones, etcétera. Detalles que a simple vista parecen insignificantes, pero que si los observamos con atención nos describen la esencia humana bastante mejor que muchas palabras.

Frederic Montornés

 
Por:
Isabel Tejeda
Javier Campano
Madrid 1950

Inicia su proyecto fotográfico a mediados de los años setenta publicando sus primeras imágenes en la revista Nueva Lente. Al mismo tiempo trabaja como fotógrafo freelance para la revista Triunfo y realiza su primera muestra individual a finales de esa década en la Escuela Photocentro (Madrid, 1979). Su obra se conforma por una serie continuada y coherente de imágenes, siempre urbanas, de lo aparentemente intrascendente: pequeños rincones y recortes de su cotidianeidad en los que los detalles y el punto de vista tienen fuertes cargas de melancolía y soledad, en los que a partir de una mesa puesta, una lámpara, una fachada o unas cortinas se reflexiona sobre la profundidad de las cosas.

Javier Campano retoma en su trabajo la idea del viajero tradicional, que no turista, para quien el tiempo debe detenerse en cada imagen. Viajar no consiste en tomar aviones, atravesar océanos e ir a lugares exóticos, sino que se puede ser viajero en tu propia ciudad. De hecho, Madrid, población que ha recorrido abandonándose a su tiempo y su espacio, dejándose atrapar por la piel de lo cotidiano, ha sido uno de sus temas favoritos. En este sentido, ha realizado reportajes también sobre París, Nueva York, Lisboa, Sevilla, Tánger o Buenos Aires; sin embargo, y a contracorriente, en estas ciudades no busca los detalles monumentales y los hitos turísticos y reconocibles, sino huellas del habitar, en las que mira las cosas pequeñas en las que nadie repara.

Ha expuesto de forma individual en la Universitat de València (1991); el Istituto Europeo di Design (Cagliari, Italia, 1993); el Museo Pablo Serrano (Zaragoza, 2005); o la Universidad Jaume I (Castellón de la Plana, 2010), entre otros espacios. Realizó un proyecto retrospectivo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2004 con el título de «Hotel Mediodía».

Isabel Tejeda

 
 
VV. AA. Javier Campano. Fotografías. Mayo 1991, Valencia, Universitat de València, 1991. VV. AA. Vida mía, Madrid, El Caballo de Troya, 1993. María José Alonso y José María Viñuela Arquitectura del Banco de España: imágenes de un edificio histórico, Madrid, Banco de España, 2001. Juan Manuel Bonet, Horacio Fernández y Marga Arias Javier Campano. Hotel Mediodía, Madrid, Aldeasa, MNCARS, 2004. Juan Bonilla Javier Campano, pinturas de paso, Madrid, This Side Up, 2015. VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2. VV. AA. Flores y frutos. Colección Banco de España, Madrid, Banco de España, 2022.