Interzona

Interzona

  • 2006
  • Óleo sobre metacrilato pintado en el reverso
  • 42 x 60 cm
  • Cat. P_746
  • Adquirida en 2007
Por:
Jorge Pallarés

Dentro de las numerosas influencias que recibe su trabajo, la referencia de la naturaleza remite a la primera etapa de Le Corbusier, en especial a su concepción decorativista del paisaje, idea que más tarde abandonó hacia un urbanismo más pegado al futurismo y alejado de las ideas románticas. En el trabajo de Cortesão, esa explosión de color, de belleza, se encierra, se domestica, en espacios burgueses, en los que el hombre controla a lo salvaje, lo somete. En este caso, la ciudad, como otro de sus grandes temas, nos aborda, imponiéndose ante el espectador, como un gigante contenedor de estructuras sin alma que ha perdido toda relación con lo ajeno. Esta idea descansa en la definición que el mismo Le Corbusier hacía de la vivienda, como máquina para habitar (para vivir).

Interzona (2006) presenta un paisaje propio de la arquitectura racionalista, en el que se mezclan figuras geométricas con campos de color disformes, que acotan la composición y ponen límites a la ciudad, si acaso, imaginaria, que se expande en la superficie pictórica. Es un paisaje desolador, a la vez grandilocuente, al que dotan de misterio las estructuras que se levantan en la parte central del mismo. Una ensoñación que nos evoca a las grandes urbes creadas, a mediados del siglo XX, casi de la nada, y que en la mayoría de casos, carecen de alma e identidad.

Jorge Pallarés

 
Por:
Beatriz Herráez
Gil Heitor Cortesão
Lisboa 1967

Estudió Bellas Artes en Lisboa en los años noventa y comenzó a exponer de manera temprana hasta la actualidad. Su producción se caracteriza por el empleo de una técnica que consiste en la aplicación de pintura sobre plexiglás, un sistema que le permite proyectar y construir sus imágenes «a la inversa». El crítico de arte Óscar Faria escribe en relación a este modo de proceder que «utilizar metacrilato, un material transparente, le sirve también para reforzar la dimensión líquida que emerge de sus trabajos». A lo que es posible añadir que es, justamente, esa calidad atmosférica —en la que se difuminan los límites materiales pero también del espacio y el tiempo en el que se localizan las imágenes— la que confiere a estas pinturas su capacidad para provocar un efecto de extrañamiento y de melancolía en el espectador. Un efecto que incomoda y produce desasosiego, reforzado por la temática recurrente de sus imágenes; una colección de interiores y exteriores que remite a la arquitectura de las décadas de 1960 y 1970 y a espacios naturales. Lugares desprovistos, casi por completo, de la presencia humana, en los que cuando aparece su rastro, lo hace en forma de figura solitaria o como un grupo de sujetos donde nadie puede ser identificado.

La obra de Gil Heitor Cortesão ha sido objeto de numerosas exposiciones en galerías localizadas en París, Lisboa, Dubai y São Paulo. Asimismo, su trabajo ha formado parte de exposiciones en instituciones como el CentroCentro Cibeles (Madrid, 2014); el Centro de Arte Alcobendas (Madrid, 2014); la Fundação Serralves (Oporto, Portugal, 2016); el Musée d’art moderne Grand-Duc Jean (Luxemburgo, 2007); y la Fundação Calouste Gulbenkian (Lisboa, 2004 y 2016).

Beatriz Herráez

 
 
VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.