Ilha
- 2006
- Óleo sobre metacrilato pintado en el reverso
- 42 x 60 cm
- Cat. P_745
- Adquirida en 2007
Si bien Gil Heitor Cortesão comenzó a exponer algunos años antes, Ilha (2006) pertenece a una etapa muy temprana de su trabajo. Se trata de una época, como para la gran mayoría de los artistas, de experimentación, de búsqueda. En su caso, es una búsqueda tanto en el contenido como en la propia técnica de producción. Cortesão tiene una manera especial de encarar los trabajos. Su pintura se expande por la parte de la superficie del metacrilato, formando así, en la cara visible, una composición reconocible para el espectador, pero que en su génesis es justo como en un espejo, como si la imagen hubiera llegado allí desde la parte trasera, como sucede en este caso. Es una práctica propia del artista que, sin duda, aporta un carácter especial a su trabajo.
Su obra se entronca con los inicios del arte moderno, con la configuración de la metrópoli, que desplaza la mirada de los artistas hacia la naturaleza como nuevo referente, dejando atrás lo divino. Es por ello que se repiten temas como la arquitectura, el urbanismo, las ruinas, las piscinas, la ciudad, el interiorismo y la decoración. La piscina está muy presente en esta pintura y en ella es inmediata la referencia a David Hockney. Como indica Leonor Nazaré, la piscina puede ser entendida como espacio de placer, de ocio, y está asociada a la buena vida; sin embrago, también se puede entender como un lugar perturbador, intrigante, anfitrión de numerosas escenas cinematográficas de suspense.
En Ilha se muestra un grupo de bañistas concentrados alrededor de lo que se intuye como un trozo de tierra sobre el mar. Es una representación alegórica, dado que la imagen requiere de una interpretación. Esa ambigüedad se refleja considerablemente a lo largo de su producción artística, en la que se dan escenas cargadas de misterio e intriga, que guardan diferentes interpretaciones, destacando como lugar común la posición del ser humano como modelador del mundo que habita.
También dentro de las numerosas influencias que recibe su trabajo, la referencia de la naturaleza remite a la primera etapa de Le Corbusier, en especial a su concepción decorativista del paisaje, idea que más tarde abandonó hacia un urbanismo más pegado al futurismo y alejado de las ideas románticas. En el trabajo de Cortesão, esa explosión de color, de belleza, se encierra, se domestica, en espacios burgueses, en los que el hombre controla a lo salvaje, lo somete. En este caso, la ciudad, como otro de sus grandes temas, nos aborda, imponiéndose ante el espectador, como un gigante contenedor de estructuras sin alma que ha perdido toda relación con lo ajeno. Esta idea descansa en la definición que el mismo Le Corbusier hacía de la vivienda, como máquina para habitar (para vivir).
Más obras de Gil Heitor Cortesão