Colección
Humboltd en el Orinoco
- 1969
- Óleo y arpilleras cosidas sobre arpillera
- 80 x 100 cm
- Cat. P_444
- Adquirida en 1990
En los últimos años de su vida, Manuel Millares recuperó el color blanco, de alguna manera opuesto a la preeminencia del negro tanto dentro de su propia trayectoria como la de gran parte de sus compañeros de generación, en especial los integrantes del grupo El Paso. No en vano, el crítico portugués José Augusto França habló de ese período de Millares como «la victoria del blanco» por el predominio de este color, que ocupa en esta obra toda la franja central de la arpillera. La serie Humboldt en el Orinoco, iniciada en enero de 1968, representa ese tránsito, que, si bien aún comprende obras homónimas en las que domina el negro (como por ejemplo la que conserva el Museo de Bellas Artes de Bilbao, de 1968), anuncia el cambio de registro representado por las antropofaunas y neanderthalios en sus últimos años. Pero si estas registrarán un viaje real (su paso por el Sáhara en 1969), Humboldt en el Orinoco refleja el viaje imaginario, nacido de la lectura de los escritos del legendario geógrafo y explorador prusiano Alexander von Humboldt (Berlín, 1769-1859).
Si Millares solía mantener un elemento de amarre en lo figurativo, en esta obra puede percibirse una referencia a las espumas de la orilla fluvial a la que hace referencia el título, así como a la gran franja horizontal como visión cenital del río, que aproxima la obra tardía de Millares a la línea del colour field painting, más contemplativa y menos dramática que sus trabajos anteriores; y, en términos más generales, a la idea de exploración de lo abisal y lo ignoto, la terra incognita, acaso interpretable como una respuesta al freudiano instinto de muerte que aquejaba al artista en sus últimos años. El propio Millares lo explicó en estos términos: «De entre mis lecturas, he tenido siempre especial inclinación por los libros de viajes en cuya base fuera condición previa la investigación y la ciencia. [...] Alejandro de Humboldt, en su Vom Orinoko zum Amazonas me pone en el camino de una nueva imagen, cual si fuera mi viaje personal, en una continuada línea horizontal del río americano, en cuya raya tensa discurren las aguas corrientes y los más extraños animales ecuatoriales. Y es de esa geografía botánica de su viaje —su gran aportación científica— de donde nace mi geografía pictórica a él dedicada; que cuando habla de “las aguas negras” y “las aguas blancas” del Orinoco, veo, limpiamente, las aguas del río tirante de mis cuadros, el rostro insoslayable de mis blancos y de mis negros».
El interés por lo aborigen, las civilizaciones remotas y la violencia sagrada está presente en la pintura de Millares desde sus inicios, cuando le comenzaron a atraer las pictografías y, en general, los restos de la cultura guanche en las islas Canarias, de donde surge su personal lenguaje a base de yute cosido y desgarrado. A él se une una destacada tendencia por lo literario, que en esos años de madurez creativa bascula entre fuentes diversas, de Miguel Hernández a Juan Ramón Jiménez pasando por el citado Humboldt. En ese sentido, es esclarecedor que el explorador registrara en sus diarios notas diversas sobre el archipiélago natal del artista ya en 1799, durante una escala en su primer viaje rumbo al Cono Sur.
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