Habitaciones no exactas
- 1993
- Copia fotográfica (Ektachrome)
- 197 Ø cm
- Edición Única
- Cat. F_9_1
- Adquirida en 1994
En 1989, Pep Agut presenta en Barcelona la serie Habitaciones exactas, obras fotográficas en color en las que construía determinadas escenas domésticas en un mismo espacio contemporáneo, pero concebido a la manera de una pintura renacentista. Como réplica autoimpuesta, el artista expone en 1993 este díptico, Habitaciones no exactas, parte de su proyecto presentado en la sección «Aperto» de la XLV Bienal de Venecia, comisariada por Achille Bonito Oliva. Las obras presentadas por Agut se basan en una investigación acerca de la identidad, el doble o el desdoblamiento de la personalidad y la problemática de la representación y la observación del arte, motivo que tiene su imagen más patente en estas dos fotografías idénticas de uno de sus Habitáculos (1991-1995), habitaciones alicatadas en retícula que quedan aquí enmarcadas en círculo, como dos ojos con sus respectivos iris a modo de puntos de fuga.
José Luis Brea, en su texto para el catálogo de la citada bienal, se refiere a esta obra de Agut como una «alegoría de la visión» que comporta también una «alegoría de la ceguera». En ella, de la misma manera, hay un juego entre el observador y el observado, entre el yo del artista y el «tú» que parecen enunciar estos espacios que se abren ante la mirada del espectador como un oscuro espejo, que interpelan a quien se sitúa ante él desde su rotunda presencia, gran tamaño y promesa aparente de reflejo. El espectador, a su vez, encuentra la mirada negada al no hallar en estos espacios un objeto al que asirse o una narración que descodificar; una fantasía frustrada que se ve redoblada por la perspectiva de un suelo inclinado y de dudosa firmeza que acentúa esa sensación de inestabilidad. En ese sentido, aunque la escena puede remitir a un cierto espacio tranquilizador inaugurado por la pintura del quattrocento, con líneas que convergen hacia el ventanuco abierto al fondo, se convierte de hecho en la negación de aquella tradición pictórica ilusionista por mor de un espacio «desacogedor», inquietante, de una imagen ciega. En palabras de Agut, estas habitaciones son la expresión de «una extensión metafórica del querer vernos representados y del no poder comprendernos con el solo amparo de la imagen». Es destacable, en este sentido, que el artista las presentara en Venecia acompañadas de vitrinas de metacrilato vacías sostenidas por lienzos en blanco, como un eco tridimensional de esa negación de la imagen.
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