GRA-6

GRA-6

  • 2003
  • Técnica mixta sobre tela
  • 250 x 250 cm
  • Cat. P_741
  • Adquirida en 2007
Por:
Frederic Montornés

La producción de Ferran García Sevilla es fácilmente identificable gracias a la factura y el léxico de un lenguaje inalterable en su deseo de experimentar y cuestionar el mundo de una forma irónica y poética. Es un artista tan difícil de clasificar como difícil es acotar su capacidad de transformar imágenes dadas, alterar permanentemente el sistema iconográfico que transita, superar el acercamiento a cualquier zona de confort y aliarse con zonas salvajes del pensamiento desde una mirada tan cósmica como mitológica o cotidiana.

A finales de los años sesenta abandonó la práctica artística conceptual —textos, cine, fotografía, body art, performance y obras experimentales y de crítica política— con la que se dio a conocer para adentrarse en el ámbito de la pintura de forma libre y ajena a cualquier dogmatismo que no fuera el suyo. Tras una etapa inicial de planteamientos radicales y reivindicación de lo primitivo, el impulso de lo original y el anticonformismo patente en obras de grandes dimensiones, García Sevilla evoluciona en la práctica de la pintura de forma visceral y continuada, y obtiene un gran éxito en el ámbito del mosaico entre 1988 y 1989.

Durante su consolidación como pintor, a finales de los años ochenta, realiza Poligon 32 (1988), un acrílico de evidente experimentación en torno al desarrollo de un vocabulario de imágenes geométricas a medio camino entre la imagen decorativa, el simbolismo, el tablero de juego y la evocación de mundos inconexos. Perteneciente a la serie de pinturas tituladas Bol, Ras o pic, GRA-6 (2003) es un acrílico sobre tela que basa su narrativa en la acumulación de puntos, manchas y formas geométricas de mínima expresión, es decir, limitada a la forma y al uso de colores planos. A pesar de su aspecto decorativista, esta obra parte de una investigación en torno al comportamiento del procedimiento del goteo con un trasfondo irónico por cuanto que critica a quienes consideran al artista como un adicto a la interpretación de la realidad. Es una pintura festiva que se imbuye del espíritu de Wassily Kandinsky o Jackson Pollock y que podría ser una representación simbólica del universo, un imaginario científico o, sencillamente, del paso del tiempo.

Frederic Montornés

 
Por:
Roberto Díaz
Ferrán García Sevilla
Palma 1949

En 1969 se trasladó a Barcelona para estudiar en la Universidad Central, donde posteriormente ejerció de profesor de Historia del Arte. Su actividad artística se inició en torno al arte conceptual, que abandonó a finales de los setenta para dedicarse exclusivamente a la pintura, convirtiéndose a partir de entonces en uno de los máximos representantes a nivel internacional del denominado «retorno a la pintura» de los años ochenta, con una obra de tendencia neoexpresionista e influjos de Joan Miró, Paul Klee, el art brut, las culturas primitivas orientales o las expresiones urbanas como el grafiti. Sus obras de los años ochenta desarrollan un universo sígnico personal de formas fácilmente identificables, con presencias antropomórficas muchas veces reducidas a siluetas y referencias textuales que aluden al propio artista y a su obra, en combinaciones y composiciones fuertemente crípticas, pero con una gran carga expresiva, sobre fondos indefinidos de color. A finales de los ochenta tiende cada vez más a la abstracción en formas sintéticas, dominadas por la línea, el círculo, los puntos, la espiral y las flechas, como formas de energía en espacios indefinidos, ejecutadas mediante punteados, goteos y manchas que, con el cambio de siglo, se acentúan en puras constelaciones de color sobre fondos neutros.

Sus primeras series, como Déus (1981) o posteriormente Ruc (1987), lo situaron en el panorama internacional, participando en la Bienal de Venecia (1986) y el Prospect Frankfurt (Fráncfort, Alemania, 1986), la Documenta 8 (Kassel, Alemania, 1987) y la Bienal de São Paulo (1996). Destacan sus exposiciones individuales en el Museo Reina Sofía (Madrid, 1989); el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (1996); el Centre del Carme del IVAM (València, 1998); el Museo Patio Herreriano (Valladolid, 2010); y el Irish Museum of Modern Art (Dublín, 2010).

Roberto Díaz

 
 
VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.