En las obras de Guillermo Lledó, el orden y el silencio sirven de nexo entre una pintura que se despega del concepto pictorialista y una escultura que trasciende la idea de volumen en el espacio. En concreto, las tituladas Gesto vertical pertenecen a un conjunto de piezas realizadas entre los años 1986 y 1987 y tienen un enfoque diferente al resto de su producción. Suponen una deriva en su creación pictórica hacia un terreno más expresivo, basado en la gestualidad, que es abandonado posteriormente para volver a un tipo de estética más fría y de creación más racional. Son obras realizadas mezclando la pintura directamente sobre el soporte, con brochazos ejecutados rápidamente en torno a una mancha vertical más oscura, ejecutada al inicio en el centro del papel. La imagen resultante, con ese aspecto de haberse gestado espontáneamente alrededor de un eje que se eleva buscando la verticalidad, puede sugerir un símbolo de vida y crecimiento natural.
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