Frutero del mercado de la plaza de Lugo
- 2002
- Gouache sobre papel
- 150 x 200 cm
- Cat. D_330
- Adquirida en 2014
Si parte de temática general por la que es conocida la producción de Alfredo Alcaín gira en torno a las escenas cotidianas, castizas, de paisajes emblemáticos y populares de Madrid —mercerías, tiendas de ultramarinos, establecimientos de toda la vida prontos a desaparecer por el surgimiento de nuevos formatos, nuevas construcciones, comportamientos y costumbres—, a lo largo de su carrera ha desarrollado también otros géneros sirviéndose de técnicas como el collage o de discursos que emplean la cita a la propia pintura. Las piezas que guarda la Colección Banco de España se enmarcan en el paisaje y el bodegón, retomando géneros tradicionales que, sin embargo, a partir de la influencia del pop — fundamental en su trayectoria— el artista lleva a su propio terreno, cambiando tanto de concepto como de forma.
Frutero del mercado de la plaza de Lugo (2002) y Entrecruzados azules (2005) parten de un discurso plástico similar y suponen una buena representación de los últimos desarrollos estéticos del pintor madrileño. Líneas, figuras geométricas, que recorren la superficie de la obra y que en su reiteración funcionan como un conjunto, ofreciendo unidad. Alcaín crea una pintura que habla de la pintura y que se remite a la pintura en forma de cita. Frutero del mercado de la plaza de Lugo es un bodegón cubista posado sobre un entramado moiré de líneas azules que puede recordar la obra de autores como Eusebio Sempere, por ejemplo. Ese mismo moiré construye Entrecruzados azules: el artista satura toda la tela, si bien vela paulatinamente la línea en su parte inferior, una pérdida de consistencia que camina hacia la desaparición, hacia una minimalización de la pintura.
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