Frutero del mercado de la plaza de Lugo

Frutero del mercado de la plaza de Lugo

  • 2002
  • Gouache sobre papel
  • 150 x 200 cm
  • Cat. D_330
  • Adquirida en 2014
Por:
Isabel Tejeda

Si parte de temática general por la que es conocida la producción de Alfredo Alcaín gira en torno a las escenas cotidianas, castizas, de paisajes emblemáticos y populares de Madrid —mercerías, tiendas de ultramarinos, establecimientos de toda la vida prontos a desaparecer por el surgimiento de nuevos formatos, nuevas construcciones, comportamientos y costumbres—, a lo largo de su carrera ha desarrollado también otros géneros sirviéndose de técnicas como el collage o de discursos que emplean la cita a la propia pintura. Las piezas que guarda la Colección Banco de España se enmarcan en el paisaje y el bodegón, retomando géneros tradicionales que, sin embargo, a partir de la influencia del pop — fundamental en su trayectoria— el artista lleva a su propio terreno, cambiando tanto de concepto como de forma.

Frutero del mercado de la plaza de Lugo (2002) y Entrecruzados azules (2005) parten de un discurso plástico similar y suponen una buena representación de los últimos desarrollos estéticos del pintor madrileño. Líneas, figuras geométricas, que recorren la superficie de la obra y que en su reiteración funcionan como un conjunto, ofreciendo unidad. Alcaín crea una pintura que habla de la pintura y que se remite a la pintura en forma de cita. Frutero del mercado de la plaza de Lugo es un bodegón cubista posado sobre un entramado moiré de líneas azules que puede recordar la obra de autores como Eusebio Sempere, por ejemplo. Ese mismo moiré construye Entrecruzados azules: el artista satura toda la tela, si bien vela paulatinamente la línea en su parte inferior, una pérdida de consistencia que camina hacia la desaparición, hacia una minimalización de la pintura.

Isabel Tejeda

 
Por:
Isabel Tejeda
Alfredo Alcaín
Madrid 1936

Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y completó su formación en Grabado y Litografía en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, medio en el que ha experimentado profusamente a lo largo de su trayectoria creativa. Posee también estudios de Decoración cinematográfica en la Escuela Nacional de Cinematografía de Madrid, gracias a lo cual ha colaborado ocasionalmente en producciones de cine y de teatro.

Su trabajo ha oscilado entre la pintura, la ilustración, el collage, la escultura y el grabado. Presentó su primera exposición individual en Madrid en 1962. Durante los años sesenta y setenta desarrolló su personal aportación entre el pop y el realismo crítico como reacción a la abstracción informalista, aunque Alcaín nunca ha aprobado la adscripción de este lenguaje de origen anglosajón: «Me incluyeron en él, aunque en realidad nunca estuve dentro del pop del todo». Sin embargo, y siguiendo las corrientes estéticas internacionales, en los años ochenta su obra giró hacia una pintura con menor discurso social. Recurrió a las fuentes de arte de las vanguardias y siguientes parámetros expresivos del cubismo, incorporó objetos a las pinturas, poniendo en entredicho la dicotomía moderna entre lo bidimensional y lo tridimensional. En las últimas décadas se ha decantado por un trabajo ligado a la abstracción geométrica: «Camino hacia un precipicio, con cuadros muy lineales y sintéticos, que se alejan de la figuración».

Fue Premio Nacional de las Artes Plásticas (2003). Ha realizado numerosas exposiciones individuales tanto en museos como en galerías privadas, entre las que podemos citar la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy (Salamanca, 1968); el Palacio de Valle Santoro (Sangüesa, 1980); el Museo de Bellas Artes de Bilbao (1981); la Casa del Siglo XV (Segovia, 1994); la Universidad de Málaga (1997); la Fundación Antonio Pérez (Cuenca, 2001); o la Sala Rekalde (Bilbao, 2012).

Isabel Tejeda

 
 
VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 2.