Colección
Elogio del descontento
- 1991
- Acero Corten fundido y patinado de 10/15 mm
- 300 x 376 x 287 cm
- Cat. E_92
- Encargo al autor en 1991
Entre los documentos catalogados en el archivo de la Fundación Museo Jorge Oteiza en Alzuza (Navarra), se encuentra una carta escrita por el escultor dirigida a su amigo y mecenas Juan Huarte y al arquitecto Juan Daniel Fullaondo. El texto está fechado el 12 de septiembre de 1991 y lleva por título «Mi última escultura como elogio del descontento». En el texto, Oteiza se refiere a la obra que forma parte de la Colección Banco de España indicando que es el interés mostrado por su subgobernador, don Ángel Rojo, y las palabras de Fullaondo lo que finalmente lo llevan a aceptar el encargo de la institución: «Mi situación actual, mi edad, mis dos libros, que he tratado de concluir para la editorial Pamiela, y que me había retirado de la fabricación de esculturas me hacían imposible aceptar. Fue el arquitecto Juan Daniel Fullaondo quien me convenció de que esta, mi última escultura, tenía verdadero y simbólico interés y que podía aceptar».
Si bien, tal y como indican sus palabras, estos son unos años dedicados principalmente a la escritura, Oteiza lleva a cabo Elogio del descontento (1991) de manera «excepcional». Una obra que, según el documento citado, fue inicialmente ideada para ser instalada «al final del paseo en el saliente del Monpas», en Donostia/San Sebastián, y que, tras ser rechazada por el consistorio, con la consecuente polémica que acompaña la decisión, se materializa como respuesta a la petición del Banco de España. El origen de esta escultura de tres metros de altura realizada en acero corten, se encuentra en el Laboratorio de Tizas puesto en marcha por Oteiza en el año 1971 y, en concreto, en las maquetas tituladas Hau Madrilentzat [Esto para Madrid], a su vez vinculadas también con otro proyecto de escultura pública fallida para el madrileño paseo de la Castellana. Una figura que se asemeja a un corte de mangas y que, parafraseando al escultor, simboliza lo que siente como «respuesta visual de Euskadi al centralismo de los políticos sordo-ciegos de Madrid».
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