Orio (Gipuzkoa) 1908 - Donostia/San Sebastián 2003
Por:
Beatriz Herráez
Considerado una de las figuras claves del arte en el siglo XX en el País Vasco y en España, Jorge Oteiza fue un estudioso y experto en las vanguardias artísticas y literarias. En la década de 1930, inició un viaje que lo llevó a recorrer numerosas ciudades por el continente americano —Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá...—, del que no regresó hasta el año 1947, debido al estallido de la Guerra Civil española. A su vuelta recibió el encargo de realizar el conjunto estatuario del Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu, un controvertido proyecto concluido en 1969.
La trayectoria de Oteiza está marcada por una compleja y rica investigación, desplegada en la década de 1950 sobre los lenguajes de la abstracción y la «desocupación activa» de la escultura, que concluye con el «abandono» de la práctica como escultor en el año 1959. Dos años antes de esta renuncia, una decisión que lo condujo a impulsar proyectos pedagógicos experimentales vinculados activamente con la restitución del espacio político del arte, Oteiza había sido galardonado con el Primer Premio de Escultura de la Bienal de São Paulo (1957). También participó en la Trienal de Arte de Milán (1951) y en el Concurso Internacional para la realización del Monumento al Prisionero Político Desconocido en Londres (1952).
En 1963 escribió el texto “Quousque tandem!: ensayo de interpretación estética del alma vasca”, un influyente ensayo en el que compila muchas de sus líneas de pensamiento experimental. A este texto se suman otros posteriores como “Ejercicios espirituales en un túnel: en busca y encuentro de nuestra identidad perdida”, escrito en 1965 y no publicado hasta los años ochenta, o “Existe Dios al Noroeste”, de 1990.
Con el comisariado del artista Txomin Badiola, el trabajo de Oteiza fue presentado en la muestra «Oteiza. Propósito Experimental» en Bilbao, Barcelona y Madrid (1988). Años más tarde, Badiola comisarió también, junto a Margit Rowell, la exposición «Oteiza. Mito y modernidad» en el Museo Guggenheim Bilbao (2004) y en su sede en Nueva York (2005), una itinerancia que concluyó en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2005). En 2003 se inauguró la Fundación Jorge Oteiza en Alzuza, Navarra, con el legado donado por el artista.
Considerado una de las figuras claves del arte en el siglo XX en el País Vasco y en España, Jorge Oteiza fue un estudioso y experto en las vanguardias artísticas y literarias. En la década de 1930, inició un viaje que lo llevó a recorrer numerosas ciudades por el continente americano —Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá...—, del que no regresó hasta el año 1947, debido al estallido de la Guerra Civil española. A su vuelta recibió el encargo de realizar el conjunto estatuario del Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu, un controvertido proyecto concluido en 1969.
La trayectoria de Oteiza está marcada por una compleja y rica investigación, desplegada en la década de 1950 sobre los lenguajes de la abstracción y la «desocupación activa» de la escultura, que concluye con el «abandono» de la práctica como escultor en el año 1959. Dos años antes de esta renuncia, una decisión que lo condujo a impulsar proyectos pedagógicos experimentales vinculados activamente con la restitución del espacio político del arte, Oteiza había sido galardonado con el Primer Premio de Escultura de la Bienal de São Paulo (1957). También participó en la Trienal de Arte de Milán (1951) y en el Concurso Internacional para la realización del Monumento al Prisionero Político Desconocido en Londres (1952).
En 1963 escribió el texto “Quousque tandem!: ensayo de interpretación estética del alma vasca”, un influyente ensayo en el que compila muchas de sus líneas de pensamiento experimental. A este texto se suman otros posteriores como “Ejercicios espirituales en un túnel: en busca y encuentro de nuestra identidad perdida”, escrito en 1965 y no publicado hasta los años ochenta, o “Existe Dios al Noroeste”, de 1990.
Con el comisariado del artista Txomin Badiola, el trabajo de Oteiza fue presentado en la muestra «Oteiza. Propósito Experimental» en Bilbao, Barcelona y Madrid (1988). Años más tarde, Badiola comisarió también, junto a Margit Rowell, la exposición «Oteiza. Mito y modernidad» en el Museo Guggenheim Bilbao (2004) y en su sede en Nueva York (2005), una itinerancia que concluyó en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2005). En 2003 se inauguró la Fundación Jorge Oteiza en Alzuza, Navarra, con el legado donado por el artista.