El filo del horizonte
- 1990
- Plomo y hierro
- 46 x 82,5 x 23 cm
- Cat. E_89
- Adquirida en 1991
La arqueología y la mitología son las temáticas que inspiran las obras más genuinas de Alfredo Sada, aquellas en las que muda la piel de su escultura dejando atrás la piedra y adoptando materiales más ligeros, como la madera o la escayola, para luego trabajar con el plomo. Un momento que coincide con un gran reconocimiento para el artista. Las obras Cariátide (1990) y El filo del horizonte (1990) pertenecen a esta etapa. Por aquel entonces, Sada trabajaba en varios bloques y series. Por un lado, uno centrado en la figura humana; un segundo enfocado en motivos de flora y fauna; y un tercero compuesto por «hallazgos arqueológicos». Dentro de esta clasificación encontramos cariátides, atlantes, capiteles, casos de guerreros, deidades egipcias y herramientas ceremoniales en una obra en la que domina la simetría de las formas puras y la sensación de equilibrio.
En El filo del horizonte (1990), con hierro acompañando al plomo, parece beber del legado dejado por pueblos como los íberos, los etruscos o los egipcios. También aquí Sada quiere dejar pequeñas incisiones y erosiones ayudándose tanto de las herramientas más tradicionales como de diferentes ácidos que logran castigar al material, cursando un enigmático trompe l’oeil que envejece formas nuevas, las añeja y las traslada a un tiempo clásico, a un presente insolente.
Su preferencia por una vida austera y sin estridencias lo lleva a volcarse en su obra buscando una especie de fuga ascética, propia de quien, desencantado con su tiempo, opta por apartarse y cobijarse en la melancólica huida que proporcionan los recuerdos de épocas lejanas. Una obra que parece rescatada del pasado y que se convierte en un refugio estético.
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