Da capo
- 1994
- Látex, Araldit y carborundo sobre plancha de acero
- 165 x 125,5 cm
- Cat. P_590
- Adquirida en 1995
El interés de Francesc Torres por restablecer la potencia disruptiva, iconoclasta, ritual o violenta de determinados elementos culturales del pasado y, de manera más metafórica, del presente, lo lleva a la reutilización de ciertas imágenes pretéritas desde un nuevo punto de vista conceptual. En ocasiones, tales imágenes son tan remotas como la de la talla paleolítica conocida como la Venus de Willendorf reproducida en Da capo (1994), título que recoge una expresión italiana propia de la notación musical y traducible como «vuelta a empezar», en referencia acaso a ese retorno a unos orígenes pretendidamente prístinos y al enlace con metáforas relativas a hechos más recientes. Torres ha citado de hecho el arte prehistórico de manera recurrente en otras piezas: las pinturas parietales de cazadores figuran en MoMA Employees Are on Strike (2000, colección del artista), mientras que las representaciones de bisontes y otros animales, emulando a las de los techos policromados de Altamira y otros enclaves del arte rupestre, protagonizaron la instalación The Repetition of Novelty, con la que intervino las paredes de ladrillo de la carbonera del PS1 de Nueva York en 1977. Pero la Venus de Willendorf mantiene una presencia más preeminente que otros productos de la cultura material en la obra de Torres: de una composición idéntica a la de este Da Capo de la Colección Banco de España surgió la plancha para una serie de grabados a la punta seca, mientras que la propia Venus escultórica aparece en actitudes diversas, como objeto encontrado, en obras como Power Contested (Three Graces in Unstable Equilibrium) (1993, Museu d’Art Contemporani d’Alacant).
La fascinación de Torres con el fenómeno de la reproducción de obras de arte del pasado, y más concretamente de las más inaccesibles (como suele ser el caso del arte prehistórico), está detrás de este tipo de obras, en las que se delata el fetichismo relativo al arte del pasado y la arqueología para asociarlo a una cierta devoción popular hacia el arte contemporáneo y su inmersión en el mercado y las dinámicas del capitalismo avanzado a través de souvenires, de la publicidad o del uso alterado de la propaganda política. Es el caso de la efigie de Lenin en el ombligo de esta Venus menstruante, que remite asimismo a una reivindicación por parte de Torres del componente femenino de las revoluciones sociales. En este sentido, Da Capo establece una crítica a toda una estética del simulacro que no está exenta de connotaciones políticas e ideológicas, como las que alentaron el inicio del conceptualismo catalán del que Torres fue pionero; precisamente ese fenómeno de la repetición e imitación está en su obra desde trabajos iniciales como Imitation of Myself (1974, Museo Reina Sofía). Su texto «Da Capo», publicado con motivo de su exposición homónima en el MACBA en 2008, ahonda en estas ideas: «Es perfectamente plausible imaginar un Museo de las Cavernas, quizá bajo los auspicios de la Smithsonian Institution de Washington [...] donde el visitante pudiera ir de Altamira a El Castillo, de La Pasiega a Lascaux, de Les Trois Frères a Parpalló sin el estrés y el esfuerzo económico de hacerlo a la antigua. Este museo hipotético podría reproducirse tantas veces como Guggenheims hubiera, consiguiendo con el arte paleolítico lo que se ha conseguido con el arte contemporáneo: casi todos los museos son iguales y sus colecciones permanentes tienen casi lo mismo, una metáfora (aquí me repito de nuevo) del concepto occidental de democracia que todo el mundo desea, sin darse cuenta, desde que nace».
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