Colección
Contrato
- 2016
- Collage (papel de periódico sobre cartón marco)
- 113,2 x 83,3 x 14 cm
- Cat. E_153
- Adquirida en 2017
El trabajo de Sara Ramo juega con la realidad de lo cotidiano, con materiales que nos son familiares, introduciendo una mirada crítica, lúdica y experimental en los objetos que realiza. Trabaja directamente con los elementos que conforman nuestro entorno más próximo, reconfigurándolos en presencias que resultan extrañas y ajenas. La alteración del orden natural de las cosas no es para la artista un simple ejercicio formal, sino que es la vía para producir nuevos esquemas de sentido. Sara Ramo es heredera de toda una tradición cultural que ha desafiado la concepción meramente utilitaria y cientificista del mundo contemporáneo; incorporando nociones del misticismo, la mitología y la magia, la artista problematiza la relación del ser humano con los objetos, que está determinada solamente por el uso; fracturando este paradigma, se generan nuevas posibilidades narrativas. Como la propia artista ha señalado, «trabajo con elementos próximos, cercanos, familiares para todos. A partir de estos objetos creo contenidos poéticos».
Sus obras Contrato (2016) y Contrato II (2016) participan plenamente de esta forma de entender la práctica artística. Se trata de dos collages realizados a partir de recortes de diversos ejemplares del Financial Times, el periódico de contenido económico de ámbito internacional considerado como el diario de negocios más influyente del mundo. Contrato es una obra nacida en el contexto de la crisis del 2007, que provocó el colapso mundial de la economía y que trajo consigo que una buena parte de la sociedad se interesara por los motivos que la habían desencadenado. Millones de personas a escala mundial se vieron atrapadas por las obligaciones derivadas de contratos de productos bancarios de carácter especulativo, de los que no habían sido suficientemente informadas. El lenguaje financiero, incomprensible y cerrado de periódicos y documentales especializados en economía, generaba más incomprensión y desaliento en los afectados por la crisis. El uso de papel recortado, amontonado, que resulta claramente ilegible para el espectador, deviene en símbolo del contenido incomprensible en el que estos contratos financieros se convirtieron para una de las partes. Como si de una máscara que oculta la identidad de quien la porta se tratase, el contrato se erige en un instrumento destinado a producir efectos perversos sobre quienes se enfrentan a él, revelando así su poder real.
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