Integrante de la Escuela de Madrid y de la evolución tardía de la Escuela de Vallecas, Gregorio del Olmo se mantuvo fiel a las poéticas de su generación hasta el final de su vida, como muestra esta obra de plena madurez datada en 1975. En ella, sobre un velador, se presenta una baraja de cartas españolas, y sobre el mantel, un juego de café y licores y una caja de puros, todos ellos elementos que fueron comunes en la iconografía del cubismo, a su vez heredera del gran capítulo histórico de la naturaleza muerta, tanto española como septentrional. Las formas están abocetadas con suaves veladuras, con las que también se contornean las siluetas, todo ello en una gama cromática bastante simple en la que destacan los peculiares tonos amarillos de Gregorio del Olmo y su interés por aplicar una sensualidad evanescente a objetos de la vida cotidiana.

• Julián Gállego Serrano
• María José Alonso
• Carlos Martín