Banco
- 2014
- Fotografía digital sobre papel
- 85 x 120 cm
- Cat. F_208
- Adquirida en 2020
Esta fotografía de Asunción Molinos Gordo presenta la imagen de un banco abandonado en un descampado. Este banco verde, desgastado y oxidado por el paso del tiempo, evoca una entidad financiera española desaparecida hace años: la Caja de Ahorros y Monte de Piedad del Círculo Católico de Obreros de Burgos. Su inscripción, que resume de manera publicitaria el extenso nombre de la entidad, como «Caja Ahorros Círculo Católico», es también un signo de pertenencia, y convierte el reposo del transeúnte en una de las muchas actividades indirectamente patrocinadas por la banca. En la actualidad, no solo somos más conscientes de cómo el descanso y el ocio son una actividad lucrativa, parte de la economía de servicios, sino que el dinero de nuestros ahorros para una supuesta vida después del trabajo es parte de empresas privadas o privatizadas que especulan con ellos. Lejos de ser inmaterial, la economía de servicios todavía depende fuertemente de la mano obrera, de la producción industrial y de las infraestructuras que esta posibilita y necesita. Un banco abandonado, como muchos otros elementos del entorno urbano, no solo es un producto del capital financiero, sino uno de los cuantiosos objetos derivados de la producción del hierro dentro de la industria metalúrgica. El carácter artesanal del sistema financiero, dentro del cual la pobreza y el hambre no son anomalías de la hiperabundancia, sino rasgos congénitos de esta, era una de las líneas de investigación de «Hambre, un objeto hecho por el hombre» (2014), la exposición individual de Asunción Molinos Gordo de la que esta fotografía formaba parte, junto a muchas otras piezas con vocación de objetos económicos capaces de condensar múltiples relaciones y situaciones en las que la acumulación produce escasez, y viceversa.
Aunque cajas y bancos parecen ofrecer los mismos servicios bancarios, son diferentes a nivel organizativo y ético. Mientras que las primeras surgieron como sociedades limitadas con una orientación social y fundacional, los bancos son entidades anónimas con ánimo de lucro. La crisis económica y social española que se hizo notar con fuerza en 2008 a causa de la burbuja inmobiliaria y el estado de la economía mundial, que atravesaba otra crisis financiera global, hizo que muchas cajas de ahorros nacionales desapareciesen o fuesen absorbidas por la banca privada. La Caja de Ahorros Círculo Católico es actualmente una fundación cuya función principal es el mantenimiento y la difusión del patrimonio de la entidad. La enorme inversión de capital que las entidades financieras hicieron en arriesgados productos financieros, posteriormente denominados «activos tóxicos», provocó el colapso de la banca y de la economía españolas. Con el fin de salvar a la banca de la quiebra, el Gobierno decidió actuar rescatando empresas privadas con capital público, lo que produjo una deuda masiva e ingente. Para pagar las deudas contraídas, el Estado español realizó numerosos recortes presupuestarios sociales, sanitarios y educativos. A la enorme tasa de desempleo y a la creciente normalización de la corrupción política dentro del sistema, se unió la disminución progresiva de los ingresos de los hogares, con el consecuente incremento de la pobreza y de los desahucios y de la dificultad para conseguir alimentos. En 2014, el porcentaje de las personas en riesgo de pobreza alcanzó el 22,5 %, lo que se traduce en 11 millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza en un país con más de 46 millones de habitantes. España se convirtió entonces en el segundo país miembro de la Unión Europea con el mayor índice de pobreza infantil. Con Austerity, otra de las piezas de la exposición Hambre, un objeto hecho por el hombre, Asunción Molinos Gordo mostró los bancos de alimentos, en los que la supuesta solidaridad de las entidades bancarias —tras su rescate por parte del Estado— se sostiene gracias al trabajo no remunerado de los voluntarios que distribuyen alimentos a las personas más empobrecidas.
La burbuja inmobiliaria, unida a la especulación y la corrupción urbanística, hizo que el precio de la vivienda llegase a aumentar un 180 %, en un país con políticas estatales que animan a la compra de viviendas y al consiguiente endeudamiento hipotecario de los ciudadanos. Debido a que para muchas personas y familias fue imposible seguir pagando las deudas contraídas por la compra de sus viviendas, las entidades financieras comenzaron a impulsar masivas ejecuciones hipotecarias, expulsando a la gente de sus hogares. En contrapartida, España es un país con millones de viviendas vacías, producto del exceso de construcción inmobiliaria —como signo de desarrollo— y de la inaccesibilidad a la vivienda a causa de los precios impagables impuestos por el mercado. El hecho de que muchas viviendas, edificios y urbanizaciones quedasen a medio hacer por la irrupción de la crisis, tras años de especulación y euforia inmobiliaria, produjo numerosos páramos urbanísticos a lo largo del territorio español. En su Manifiesto del Tercer Paisaje, Gilles Clément da nombre a estos espacios residuales que quedan fuera del ordenamiento, en los que la explotación urbanística y financiera deja paso al abandono y a una suerte de autogestión del espacio. No obstante, el Tercer Espacio tiende a referirse a hábitats que se producen por la renuncia a un lugar por parte de la acción humana planificada; también es un espacio indefinido que se expande gracias a la existencia de elementos urbanos abandonados en diferentes entornos como el banco que protagoniza la imagen de Asunción Molinos Gordo.
Más obras de Asunción Molinos Gordo