Ángel con los instrumentos de la flagelación de Cristo

Ángel con los instrumentos de la flagelación de Cristo

  • c. 1664
  • Óleo sobre lienzo
  • 189 x 112 cm
  • Cat. P_158
  • Adquirida en 1975
Por:
Alfonso Pérez Sánchez

Ángel con los instrumentos de la flagelación de Cristo (1665-1668) procede de la colección del famoso canónigo sevillano López Cepero, que reunió tras la desamortización eclesiástica de 1836 una fabulosa colección de pintura, especialmente sevillana, vendida luego a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Durante el siglo XX, subsistían restos de esta en poder de sus descendientes, si bien la obra de Valdés Leal pasó al Banco de España en 1975 procedente de las colecciones Solís y Romero de Solís.

En el pasado, de acuerdo con los documentos de compra conservados en el Archivo Histórico del Banco de España, se identificó al personaje representado con el arcángel Jehudiel, acaso por interpretar los flagelos que porta como el atributo habitual de este arcángel. En realidad se trata simplemente de un ángel con los instrumentos relativos a la flagelación de Cristo, representada al fondo en una escena apenas esbozada. Curiosamente, en ese grupo apenas visible de la flagelación, Cristo aparece atado a una columna de fuste alto, mientras que Valdés Leal adopta para el ángel la de fuste corto, que empezó a generalizarse en el Barroco, emulando la reliquia más reducida que se veneraba, simultáneamente, en la basílica romana de Santa Práxedes (esta, además, abombada en su base, como la que plasma Valdés Leal) y en la Casa de Pilatos de Sevilla, que el pintor sin duda pudo conocer.

Con seguridad, la obra formaría parte de una serie más extensa. Se sabe que, al menos cuando permanecía la Colección Solís de Sevilla, donde la estudió Elizabeth du Gué Trapier, era compañera de otra en la que el ángel portaba un sudario y mostraba al fondo la escena del entierro de Cristo. Estas series de ángeles mostrando los instrumentos de la Pasión fueron muy frecuentes en la segunda mitad del siglo XVII. Mientras que fuera de España, la serie más conocida en torno a este tema es la de esculturas de Bernini y su taller que flanquean en Roma el Ponte Sant’Angelo, en nuestro país Murillo debió de pintar, o al menos preparar, una, a juzgar por la serie de diez dibujos conservados en el Louvre. En la catedral de Sevilla se conserva otra serie de la misma temática formada por seis lienzos que pudieron pertenecer a la colección del citado López Cepero (propietario remoto de esta obra), quien los donó a la catedral. Dicha serie estuvo atribuida a Valdés Leal, aunque en la actualidad se considera anónima y debida a desconocidos imitadores o seguidores de Murillo. La virtual identidad de dimensiones y el hecho de que la catedral de Sevilla carezca precisamente del que lleva los atributos de la flagelación permite pensar que la obra pudo pertenecer a la misma serie y que López Cepero guardó para sí los de mejor calidad y más segura atribución, como es el caso de la obra que nos ocupa.

El lienzo del Banco de España parece por tanto obra indiscutible de Valdés en un período relativamente temprano de su actividad, todavía con un cierto y riguroso sentido de la forma y una rotundidad en el modelado que después se iría, paso a paso, deshaciendo en una factura cada vez más libre y crispada. Como señaló Trapier, los paralelos más estrictos pueden establecerse con los ángeles que asisten a San Francisco en el lienzo que perteneció a los Durlacher Brothers de Nueva York. Muy estrecha es también la conexión con las figuras angélicas de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso de la Colección March (c. 1665), y de la versión anterior, datada hacia 1661 y conservada en el Museu Nacional d’Art de Catalunya. El lienzo que nos ocupa ha de corresponder, pues, a la década de 1658 a 1668, en el momento de su primera madurez, entre los treinta y cinco y cuarenta y cinco años. Duncan Kinkead precisa aún más y lo fecha, aunque no parece conocerlo directamente, entre 1664 y 1669.

La calidad de la obra es extraordinaria, con fragmentos de una riqueza de materia y color equivalentes a lo mejor que conocemos de su mano. El refinado color de las vestiduras y el efecto general de la obra subrayan las cualidades de colorista que singularizan la obra de Valdés Leal.

Comentario actualizado por Carlos Martín

Alfonso Pérez Sánchez

 
Por:
Alfonso Pérez Sánchez
Juan de Valdés Leal
Sevilla 1622 - Sevilla 1690

Nacido en una familia de origen portugués, hizo su aprendizaje en Córdoba, sin duda en el taller de Antonio del Castillo, donde realizó algunas composiciones de cierta aspereza naturalista marcadas todavía por el gusto tenebrista en los contrastes de luz y sombra. Entre 1653 y 1654 pintó su ciclo de Historias de Santa Clara, hoy dispersas, donde aparecen ya los caracteres más originales de su estilo, el dinamismo casi habitual de ciertas composiciones y su personal sentido del color. En 1657 se instaló en Sevilla y realizó la serie del convento de San Jerónimo de Buenavista, también dispersa y una de sus obras maestras que mejor expresan su personalidad, aquí de una relativa austeridad y equilibrio, aunque siempre intensamente expresiva. A partir de esta fecha su estilo se hace cada vez más apasionado hasta casi el expresionismo, libre e incorrecto en el dibujo, violento y casi febril en el toque del pincel. El conjunto de los Carmelitas de Córdoba (pintado a partir de 1658) y sobre todo los lienzos del Hospital de la Caridad de Sevilla (1662), representando las célebres Alegorías de la Muerte, interpretadas en un tono de fúnebre y sombrío realismo, constituyen quizá la parte más original y apasionada de su obra. Un viaje a Madrid hacia 1664 le permitió conocer el ambiente madrileño, lo que explica que a veces algunos lienzos de artistas de la corte (Francisco Rizi, Francisco Camilo, etcétera), que presentan una técnica y un colorido semejantes, le hayan sido atribuidos. Estricto contemporáneo de Murillo, encarna una actitud espiritual y una sensibilidad opuesta por completo a la de este maestro, desinteresándose totalmente de la belleza física y de lo amable y buscando una intensidad expresiva y dramática que no desdeña lo deforme o lo feo.

Alfonso Pérez Sánchez

 
«Juan de Valdés Leal y el arte sevillano del Barroco», Centro Cultural de Arte Contemporáneo (México D.F., 1993). «Juan de Valdés Leal (1622-1690)», Sala de Exposiciones Museísticas CajaSur (Córdoba, 2001).
Amador de los Ríos Cuadros selectos de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1871. José Gestoso Pérez Biografía del pintor sevillano Juan de Valdés Leal, Sevilla, Editorial Gironés, 1916. Elizabeth du Gué Trapier Valdés Leal, Spanish Baroque Painter, Nueva York, Hispanic Society of America, 1960. Duncan T. Kinkead Juan de Valdés Leal (1622- 1690). His Life and Work, Nueva York y Londres, Garlands Publishing, Inc., 1978. Alfonso E. Pérez Sánchez y Julián Gállego Banco de España. Colección de pintura, Madrid, Banco de España, 1985. Alfonso E. Pérez Sánchez, Julián Gállego y María José Alonso Colección de pintura del Banco de España, Madrid, Banco de España, 1988. Antonio Hernández Romero Juan de Valdés Leal (1622-1690), Córdoba, Obra Social y Cultural Cajasur, 2001. VV. AA. Colección Banco de España. Catálogo razonado, Madrid, Banco de España, 2019, vol. 1.