Miriam Cahn inició su carrera artística en los años setenta con una serie de dibujos en blanco y negro que afirman su concepción del dibujo como obra en sí misma, y no como boceto para la pintura al óleo. El dibujo le permite una inmediatez que otros medios no le proporcionan; es simple, directo y, en su caso, esa velocidad de ejecución convierte el acto de dibujar en un acto performativo, con un fuerte contenido físico. De hecho, su característica forma de dibujar sobre el suelo, en cuclillas, incluso con los ojos cerrados, le proporciona una libertad difícil de alcanzar con la pintura sobre lienzo.
Las obras que forman parte de la Colección Banco de España son muy representativas de sus temas y modos de expresión, marcados por los conflictos de la década de 1990 en la antigua Yugoslavia y por el terror desencadenado tras otras conflagraciones bélicas, como las que han sacudido el Medio Oriente y Siria. Los tres dibujos forman parte de esta temática, y están basados en imágenes sobre la violencia y los éxodos contemporáneos que los diferentes medios de comunicación reflejan cotidianamente. Mujeres y niños que huyen, siluetas asustadas, que giran para ver por última vez lo que abandonan; figuras fantasmales que nos miran con la expresión del horror a lo desconocido y el estupor por lo que dejan atrás. Imágenes en blanco y negro, rodeadas por la nada o envueltas en colores que dibujan un espacio sobrecogedor. Las obras tienen títulos generales, escritos en minúsculas, como an der grenze, que quiere decir «en la frontera» —en cualquier frontera—, o están intituladas, eliminando la anécdota y extendiendo el drama a cualquier lugar del mundo contemporáneo.
De esta forma el trabajo de Miriam Cahn entronca, sin duda, con la obra de Francisco de Goya, a cuya mano se debe una de las primeras denuncias de la brutalidad de la guerra y sus efectos en los sectores de la población más indefensos.
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