Amarillo, naranja y rojo
- 2013
- Acrílico sobre lienzo
- 195 x 162 cm
- Cat. P_780
- Adquirida en 2013
Amarillo, naranja y rojo supuso en 2013 un punto de inflexión en el trabajo del artista, en el que por primera vez mostró obras con un carácter formal más abstracto. Los pájaros se convirtieron en manchas amarillas; los árboles, en triángulos verdes, y las montañas ampliaron su escala para ocupar gran parte del lienzo, desapareciendo de sus límites físicos. En esta experiencia artística, tomó el tren hacia una vida nueva, hacia un mundo nuevo del que tal vez nunca volver.
Su proceso artístico se repite desde que era niño. Si antes miraba, observaba y jugaba, a esas capacidades se han ido sumando las del mundo de los adultos: la lectura, el análisis, el estudio y las propias destrezas manuales de un artesano. En la exposición «No Future», en la que expuso dibujos de cuando tenía alrededor de ocho años, reivindicó el «arte por el arte», el arte que nace espontáneo, de las ganas de crear. Los límites de la artesanía y el arte están muy presentes en su discurso conceptual. Su actitud hacia la pintura no ha sufrido cambio alguno, huye del ruido exterior, pinta lo que quiere y cómo quiere, y lo hace como acto de rebeldía. La del que ama el arte con mayúsculas y por encima de todo.
En Amarillo, naranja y rojo se intuye la mirada al Blinky Palermo de finales de los años sesenta. Formalmente nos lleva a ese territorio, aunque su intención y su propuesta son completamente distintas. En su caso habla de tierra, de paisaje, casi onírico, irreal, que recrea una escala de colores primarios, básicos. Una escena inerte, sin vida, pero cargada de inocencia y creatividad. Quizá sean esos infinitos campos que divisar, incluso con los ojos cerrados.
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