Alfombra de nudo

Alfombra de nudo

  • 1900-1925
  • Tejido de nudo turco o simétrico
  • 1005 x 1075 cm
  • Cat. A_25
  • Observaciones: Urdimbre: algodón. Trama: algodón. Nudo: lana.
Por:
Antonio Sama

La gran alfombra que cubre el suelo de la sala de la Comisión ejecutiva forma parte del grupo de los anudados de la Real Fábrica de Tapices que versionan tipologías orientales. En este caso -como también en el de los ejemplares de la colección del Banco de España inventariados con los números 102 y 139- la elegida ha sido la denominada “Ushak de medallón”, que parece haber sido una de las favoritas de los directores de la manufactura. A diferencia de aquellos, sin embargo, el lenguaje formal de la alfombra que comentamos es notoriamente más fiel a los precedentes históricos y sus pormenores ornamentales están mucho más detallados, quizá porque la envergadura de sus dimensiones lo permitían.

El plano se ordena en el característico esquema de esta tipología: un medallón primario en el centro y otros cuatro secundarios, cada uno de ellos dispuesto en una de las esquinas. El central presenta la típica forma ojival o de “cebolla” y está festoneado por el no menos típico “collar de nubes”. Rematan el medallón por cada lado de su eje longitudinal dos “colgantes”. Enfilados con estos, aparecen otros dos conectados a los extremos de dos más medallones primarios que asoman por la parte superior e inferior del campo. El interior del primero y principal está decorado con palmetas, hojas bipartidas y hojas de encina en diferentes colores sobre fondo azul celeste. Los secundarios tienen un perfil polilobulado y, contrariamente a lo que es habitual en los modelos turcos de referencia, se muestran en algo más de la mitad de su superficie. Llevan “colgantes” similares a los del medallón central, pero su ornamentación es diferente: el color dominante es el ocre-dorado y los adornos son más bien del tipo de arabescos y nudos sin fin.

El fondo del campo es de color blanco y está densamente poblado por una constelación de menudos motivos vegetales: tallos floridos, palmetas, rosetas, etc., todos ellos muy geometrizados.

La cenefa es ancha y se presenta guarnecida con múltiples entrecalles. La parte central está decorada con una sucesión de dos motivos principales sobre fondo dorado: un cartucho cruciforme de color azul claro con un rombo inscrito y un extraño adorno rojo de apariencia orgánica formado por un cuerpo central y cuatro como apéndices. Posiblemente se trate del clavel geometrizado que aparece en otras tipologías de alfombras turcas. La entrecalle exterior lleva el motivo de la zigzagueante hoja de parra; las dos interiores, sucesiones de pequeños tallos con flores de loto.

El conjunto descrito recoge acertadamente el espíritu de las alfombras otomanas de corte. La representación de los medallones interrumpidos o emergentes consigue transmitir de forma eficaz la idea de una serie interrumpida y, por lo tanto, la sensación de infinito que se busca con ello. Los colores, sin embargo, se apartan de las convenciones cromáticas de las alfombras “Ushak de medallón”: medallones rojos sobre fondo azul oscuro o viceversa. Los motivos del campo tampoco coinciden con la sinuosa red de hojas de encina que es característica de la tipología. Sin embargo, es posible que el dibujante de la Real Fábrica de Tapices se haya inspirado en ejemplares turcos tardíos (fabricados ya avanzado el siglo XVII) con patrones de dibujo y color ya evolucionados con respecto a los que fueron los primigenios. Esta hipótesis concordaría con la sintonía que se advierte entre los motivos de su cenefa y los de otras dos alfombras de la misma tipología atribuidas genéricamente al siglo XVII, o bien a la segunda mitad de esta centuria: una conservada en el Metropolitan Museum of Art y otra subastada en Christie’s en el año 2013[1].

En el Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tapices se conserva el boceto que ha servido de base para el dibujo de la alfombra. Lleva la signatura 1564 ALF y concuerda en todo con este, salvo en el hecho de que los motivos del campo son diferentes (además, parece que en el boceto fueron ocultados con una veladura blanca). Ninguna fuente complementaria aporta información sobre la época en que pudo haberse hecho el dibujo, pero de las fechas que aparecen en otras alfombras de la manufactura tejidas dentro del gusto oriental y de las noticias que tenemos sobre las exposiciones que la Real Fábrica hizo al calor de esta moda orientalista, se deduce que aquella sería hacia el cambio del siglo XIX al XX.

La alfombra está fabricada en nudo turco como corresponde a la técnica empleada originalmente en las alfombras de Ushak, pero con la aplicación del procedimiento del “recorteado” que es característica distintiva de la manufactura madrileña, no de los anudados del ámbito otomano.

[1] "Medallion Ushak" Carpet, con número 08.173.13 en la colección del MET; “A large medallion Ushak carpet West Anatolia, second half 17th Century”., en Christie’s, Londres, subasta “Oriental Rugs and Carpets”, 23 de abril de 2013, lote núm. 175.

Antonio Sama

 
Por:
Antonio Sama
Real Fábrica de Tapices
Madrid 1721

La Real Fábrica de Tapices comienza su actividad de manera oficial en el año 1721. Su fundación se debe a la iniciativa de Felipe V y de sus consejeros, en especial el cardenal Alberoni.

La necesidad de establecer una manufactura de tapices en la corte madrileña deriva de la Guerra de Sucesión y de los tratados de Utrecht-Rastatt (1713-1714), que ponen fin al dominio de los territorios de Flandes por parte de la Corona española. Dado que los principales centros de producción de tapices se habían localizado históricamente en los Países Bajos meridionales, la pérdida de las últimas posesiones flamencas supuso para la monarquía hispana la ruptura de relaciones con sus habituales proveedores de tapicerías. Ante esta coyuntura, el primer Borbón español decidió evitar las importaciones y apostar por una industria local. Para ello hizo venir a España a los Vandergoten, familia flamenca de expertos tejedores oriundos de Amberes, que llegan a Madrid en el verano de 1720.

Con el patriarca Jacobo el Viejo a la cabeza, la familia antuerpiense monta sus telares en un antiguo caserón situado extramuros de la ciudad y conocido con el nombre de la “Casa del Abreviador”. Como aquel estaba próximo a la puerta de Santa Bárbara, la manufactura comenzó a conocerse como la “Fábrica de Santa Bárbara”.

Al principio, esta funcionó como una industria plenamente estatal -es decir, directamente financiada por la Corona- pero al cabo de apenas dos décadas de actividad, las dificultades financieras y los problemas de gestión aconsejaron cambiar de modelo de funcionamiento. A partir de 1744, por lo tanto, la manufactura pierde ese carácter estatal para pasar a regirse por un sistema de contratas que -permitiendo una actividad empresarial de carácter privado- regula su relación con la Corona.

En sus orígenes, la Real Fábrica se orienta fundamentalmente a la producción de tapices, pero pronto va a comenzar a diversificar su actividad y a crear diferentes vías de negocio: la más temprana en desarrollarse fue la del mantenimiento y restauración del patrimonio textil de las colecciones reales; después se sumaron la fabricación de alfombras de nudo (hacia el último cuarto del siglo XVIII) y, ya avanzado el siglo XIX, la fabricación de reposteros.

A pesar de que ha atravesado por diversas y difíciles coyunturas, la Real Fábrica de Tapices continúa hoy en día su actividad fabril y se sitúa, así, entre el reducidísimo grupo de manufacturas reales creadas al calor del mercantilismo y del espíritu ilustrado, que todavía sobreviven en Europa.

En el año 1888 sus talleres se trasladaron a un edificio de nueva planta construido “ad hoc” en el que todavía permanecen. Desde finales de 1996, la antigua manufactura se transforma jurídicamente en una fundación privada sin ánimo de lucro administrada por un patronato en el que están representados diferentes organismos de las Administraciones Públicas.

Antonio Sama