Alfombra

Alfombra

  • 1942-1984
  • Tejido de nudo español o sencillo
  • 268 x 369,5 cm
  • Cat. A_179
  • Observaciones: Urdimbre: lino. Trama: lino. Nudo: lana. Densidad de tejido: 26 nudos/dm
Por:
Antonio Sama

Magnífico ejemplo del interés que suscitara a mediados del siglo XX la historia de la antigua alfombra española y de la voluntad de recuperación de esta industria que, a partir de aquel, prendiera en determinados sectores culturales de aquella misma época. Como atestiguan las etiquetas cosidas por el reverso del tejido y la signatura bordada en el mismo, la alfombra ha sido tejida en la Fundación Generalísimo Franco.

Su plano es de patrón repetitivo, al modo de las series “de brocados” o “guadameciles” de inspiración ya renacentista que proliferaron en los talleres hispanos (especialmente en Alcaraz) durante los siglos XVI y XVII. El elemento base del diseño es la granada o alcachofa en flor, dispuesta en cuatro columnas o “ringleras” y de acuerdo con dos formas alternas de exornación: en una columna el motivo central se inscribe en un esquema orbicular (con querencia pentagonal) formado por gruesos tallos, mientras que en la contigua solo resta de esta forma de enmarcamiento la porción superior, de modo que la granada o alcachofa queda en su mayor parte recortada directamente sobre el fondo. En la primera combinación, el botón floral o fruto principal se complementa con otros dos secundarios que parecen crecer como hijuelas a cada lado del pentágono vegetal. Se acaba, así, de definir y acentuar ópticamente la diferencia entre una y otra ringlera (una, mucho más densa de figuración; otra más liviana y con más fondo visto).

La cenefa es la clásica de “sierpes”, con grandes roleos contrapuestos en los que todavía está muy presente el recuerdo del dragón bicéfalo.

Si se exploran los orígenes históricos de esta tipología concreta de imitación de “brocados”, se podrá constatar que en las colecciones nacionales y extranjeras se conservan varios ejemplares que bien pudieran haber servido de referencia para los creadores del diseño de la alfombra del Banco de España. Dos de ellos pertenecieron a la “V. and L. Benguiat private collection of rare old rugs” de Nueva York y aparecen en el catálogo de la venta de esta publicado a finales de 1925, otro integra hoy la colección del Museo Nacional de Artes Decorativas (Madrid) con el número de inventario CE01731, y uno más formó parte de la colección Welczeck y figuró en la exposición “Alfombras antiguas españolas” de 1933 con el número de catálogo 21. A ellos hay que añadir, además, el que reproduce Sánchez Ferrer (1986) en la lámina LXX, propiedad de la Hispanic Society of America (Nueva York). Todos ellos presentan muchas analogías con la alfombra que comentamos, aunque también algunas diferencias. Los del MNAD y la antigua colección del conde de Welczeck presentan un medallón principal muy semejante, pero falta el otro motivo de granada que se repite con enmarcamiento solo parcial y la bordura es bien distinta. El más parecido de todos es el aparece en el catálogo de la colección V. and L. Benguiat con el número 15. Aunque el campo es de ringlera única, se insinúa a ambos costados el inicio de las colaterales con un diseño muy similar al motivo secundario del Banco de España. La cenefa, por otra parte, es casi idéntica a la de la alfombra de este.

Lo más sorprendente, no obstante, es la constatación de que la alfombra número de inventario 179 parece una copia literal, no de los precedentes reales enumerados anteriormente, sino de la ilustración que figuraba como cubierta en el catálogo de la exposición “Alfombras antiguas españolas” publicado por la Asociación de Amigos del Arte a cargo de José Ferrandis. Esta no aparenta corresponder a ninguna de las alfombras que figuraban en la muestra (por lo menos, no se indica nada al respecto en el catálogo). Más bien, lo que parece es algo así como la invención ideal de una alfombra de esta tipología de “brocados” alcaraceña, compuesta a partir de la número 15 del catálogo de la colección V. and L. Benguiat. Se trataría, por lo tanto, de un diseño pensado y hecho a medida para hacer de cubierta y contracubierta de un libro. Su color tampoco es real, sino que obedece a la necesidad práctica de hacer una estampación monocroma adaptada a la edición bibliográfica.

El diseñador de la alfombra, sin embargo, ha querido reproducir fielmente en la alfombra el esquema cromático de la portada del libro (dibujo color verde aguamarina sobre fondo blanco). Los responsables artísticos de la Fundación Generalísimo Franco eran muy probablemente conscientes de que ese no era el históricamente correcto porque tenían familiaridad con los ejemplares antiguos y no es plausible que se dejaran engañar por las ilustraciones en blanco y negro de las publicaciones de la época. Conocerían seguramente la alfombra CE01731 del MNAD y sabrían que en esta serie de “brocados” el dibujo suele ser de color azul de oscuro sobre fondo anaranjado (un ejemplar a la venta actualmente en la Nazmiyal Collection de Nueva York - ¿quizá el mismo de la colección V. and L. Benguia que se puso a la venta en 1925? – presenta la misma combinación de color). Pero todo indica que los gustos estéticos de la época en la que se tejió la alfombra llevaron a tejer este ejemplar en una estricta bicromía de azul verdoso sobre fondo claro, muy apartada del fuerte cromatismo de las alfombras del siglo XVI.

El tejido está fabricado con nudo español en calidad fina (28 x 28 nudos / dm2) y el matizado del color presenta las características aguas o “barrados” de la manufactura emplazada en los terrenos de Puerta de Hierro. Las etiquetas llevan inscrito el nombre “Fundación Generalísimo Franco”, lo que indica que la obra tuvo que llevarse al telar entre 1941 (fecha de creación de la fundación) y 1978 (fecha en la que la institución pasó a denominarse Fundación de Gremios).

Antonio Sama

 
Por:
Antonio Sama
Fundación Generalísimo Franco / Fundación de Gremios Industrias Artísticas Agrupadas
1941 - 1995

La Fundación Generalísimo Franco - Industrias Artísticas Agrupadas fue creada a instancias del propio dictador, quien en la escritura de constitución (7 de febrero de 1941) figura como su fundador. Según el artículo 2º de esta, sus fines eran “crear fábricas y talleres donde  puedan ejecutarse productos de las artes industriales de gloriosa tradición en España, como porcelanas y cerámica, muebles y bronces, cristales y lámparas, tejidos de seda y tapices, etc., dando instrucción y enseñanza gratuita en sus talleres y laboratorios a técnicos y obreros, para formar elementos que perfeccionen la industria y continúen esa tradición española, llevándola al esplendor que tuvo en siglos pasados”.

La historia de la institución es realmente compleja debido a ese ambicioso programa de recuperación de oficios e industrias artísticas y, en definitiva, a las dificultades de todo tipo que ello conllevaba. Realmente, la idea del fundador parece animada por el deseo de emular a los grandes príncipes y soberanos que en otras épocas establecieron sus manufacturas de corte. La diferencia estribaba en que la forma para llevar a cabo este empeño era la de una fundación privada. Esto originó que, aunque desde sus orígenes estuviera bajo la protección del Jefe del Estado, la historia de esta entidad fuera en la práctica la de una crisis de viabilidad permanente hasta su cierre en el año 1995.

Aun así, su actividad fabril alcanzó períodos de gran actividad y esplendor en un amplísimo abanico de artes decorativas. Dentro del campo textil funcionaron importantes obradores de bordados y reposteros, así como de telas, tapices y alfombras de nudo (la principal fuente de ingresos); en el del mueble, de ebanistería, marquetería, talla, dorado, barnizado y dorado. Además, hubo un completo taller de porcelana, otro de metales (bronces y forja) y también se llegaron a hacer vidrieras en una primera etapa.

Al principio de su historia, los talleres de la Fundación comenzaron su actividad de manera dispersa. Las primeras oficinas y un primer telar de tapices se llegaron a establecer, incluso, en el Palacio Real. Luego iniciaron su andadura otros obradores en diferentes locales, mientras se iba construyendo el edificio que definitivamente englobaría a todos en El monte de El Pardo (en el sitio que antiguamente se conocía como El cuartel de Somontes). Uno de aquellos fue la casa que Bernardo Suárez Crosa (el director gerente de la Fundación) tenía en Alcalá de Henares. Allí se iniciaron las labores de telas y reposteros. Otro, un palacete en el número 41 de la calle Velázquez en donde se establecieron los telares de alfombras y tapices, así como los bastidores para los bordados y un laboratorio de pastas de porcelana. El taller de muebles empezó a funcionar en otra casa de la ciudad complutense, mientras que el de porcelana se instaló en un edificio rehabilitado en el sitio de Fuentelarreyna (El Pardo).

En 1958 ya todos los talleres y secciones están trabajando reunidos en el nuevo edificio construido ex novo para ser sede de la Fundación, con amplísimos terrenos en el monte de El Pardo. Estos se irían vendiendo conforme fue avanzando la crisis económica, pero permaneció intocado hasta el final lo que se llamó el Poblado de San Francisco, o sea, un conjunto residencial que el fundador mandó construir para alojar a los trabajadores de la entidad, al modo de colonia obrera. En esto -así como en la variedad de oficios-, la Fundación Generalísimo Franco recuerda al conjunto manufacturero y residencial que creó Luis XIV en la gran Manufacture Royale des Meubles de la Couronne (Gobelinos).

El patronato de la institución se regía por un amplio Consejo de Administración que comenzó siendo presidido por Manuel Escrivá de Romaní y de la Quintana, conde de Casal. Sin embargo, quien realmente fuera el alma del proyecto y ejerciera como el brazo ejecutivo de este en los primeros años sería el Director gerente, Bernardo Suárez Crosa. Además, había un Consejo Asesor Artístico que estaba integrado -aparte de por diversas autoridades del Consejo de Administración- por reconocidos especialistas en el campo de las artes decorativas. Los primeros en ocupar este puesto fueron Julio Cavestany Anduaga, Juan Contreras y López de Ayala (marqués de Lozoya) y José Ferrandis.

Parece que este Consejo Asesor Artístico no tuvo demasiada relevancia como órgano colegiado, pero sí fueron decisivas las sucesivas direcciones artísticas que estuvieron a cargo de la producción de los talleres. La primera de ellas fue la del mencionado Bernardo Suárez Crosa (desde 1941 a 1950), la segunda la de José Luis Miranda (marqués de Miranda) (1958 a 1972) y la tercera la del pintor Galo Brull Lenza (1972 a 1984). Con posterioridad a esta fecha queda ya un tanto diluida la figura del director artístico.

A finales del año 1962, se produce un cambio en los estatutos de la Fundación, de manera que esta pasa a integrarse en el Patrimonio Nacional y a ser regida por el Consejo de Administración de este. Veinte años después, sin embargo, la ley 23/1982 de 16 de junio reguladora del Patrimonio Nacional la deja fuera de este organismo y comienza así un período de incertidumbre institucional e inestabilidad económica que se prolongará hasta el final.

Después de la muerte del dictador, todavía habrá que esperar varios años para el cambio de su denominación, que a partir del 28 de noviembre de 1984 será oficialmente la de Fundación de Gremios–Industrias Artísticas Agrupadas. Durante los años ochenta se agudiza la crisis económica y ello determina una drástica operación económica destinada a conseguir recursos para su mantenimiento: la venta del edificio institucional (plenamente ya integrado en una zona residencial del norte de Madrid) y el traslado de los talleres y oficinas a otro de nueva construcción pero en una zona más industrial: el polígono de Fuencarral. Antes de que este se produzca, hay un nuevo cambio institucional: desde el 18 de abril de 1989 la entidad pasa a ser una fundación sin ánimo de lucro bajo la denominación de Nueva Fundación de Gremios-Industrias Artísticas Aplicadas, que a partir de 1991 quedará acogida al Protectorado del Ministerio de Cultura.

A finales de 1990 se abandona el antiguo edificio y la entidad comienza su funcionamiento en la nueva sede del polígono de Fuencarral. La situación económica se sigue agravando y, tras un largo período de agonía en el que no prosperó un proyecto de fusión con la Real Fábrica de Tapices, la Fundación cierra definitivamente sus puertas el 30 de agosto de 1995.

La fabricación de alfombras de nudo fue, desde sus orígenes, uno de los baluartes económicos de la Fundación y una de sus señas de identidad. Especialmente las de nudo español, que alcanzaron un gran éxito y prestigio. Sin duda, el fomento del anudado sencillo era una de las mejores formas de “ejecutarse productos de las artes industriales de gloriosa tradición en España”, tal y como rezaba en el programa institucional. A ello se aplicaron con especial interés Suárez Crosa y el marqués de Miranda con la inestimable colaboración y asesoramiento del marqués de Lozoya y de José Ferrandis. De ese modo, de sus talleres salieron magníficas alfombras caracterizadas no solo por su excelencia técnica, sino también por su calidad artística y por su propiedad desde el punto de vista histórico. Una propiedad fundamentada en el experto conocimiento por parte de los responsables artísticos de la Fundación en lo que a la tradición alfombrera española y sus más genuinas características se refiere.

Antonio Sama