Fundación Generalísimo Franco / Fundación de Gremios Industrias Artísticas Agrupadas

1941 - 1995

Por: Antonio Sama

La Fundación Generalísimo Franco - Industrias Artísticas Agrupadas fue creada a instancias del propio dictador, quien en la escritura de constitución (7 de febrero de 1941) figura como su fundador. Según el artículo 2º de esta, sus fines eran “crear fábricas y talleres donde  puedan ejecutarse productos de las artes industriales de gloriosa tradición en España, como porcelanas y cerámica, muebles y bronces, cristales y lámparas, tejidos de seda y tapices, etc., dando instrucción y enseñanza gratuita en sus talleres y laboratorios a técnicos y obreros, para formar elementos que perfeccionen la industria y continúen esa tradición española, llevándola al esplendor que tuvo en siglos pasados”.

La historia de la institución es realmente compleja debido a ese ambicioso programa de recuperación de oficios e industrias artísticas y, en definitiva, a las dificultades de todo tipo que ello conllevaba. Realmente, la idea del fundador parece animada por el deseo de emular a los grandes príncipes y soberanos que en otras épocas establecieron sus manufacturas de corte. La diferencia estribaba en que la forma para llevar a cabo este empeño era la de una fundación privada. Esto originó que, aunque desde sus orígenes estuviera bajo la protección del Jefe del Estado, la historia de esta entidad fuera en la práctica la de una crisis de viabilidad permanente hasta su cierre en el año 1995.

Aun así, su actividad fabril alcanzó períodos de gran actividad y esplendor en un amplísimo abanico de artes decorativas. Dentro del campo textil funcionaron importantes obradores de bordados y reposteros, así como de telas, tapices y alfombras de nudo (la principal fuente de ingresos); en el del mueble, de ebanistería, marquetería, talla, dorado, barnizado y dorado. Además, hubo un completo taller de porcelana, otro de metales (bronces y forja) y también se llegaron a hacer vidrieras en una primera etapa.

Al principio de su historia, los talleres de la Fundación comenzaron su actividad de manera dispersa. Las primeras oficinas y un primer telar de tapices se llegaron a establecer, incluso, en el Palacio Real. Luego iniciaron su andadura otros obradores en diferentes locales, mientras se iba construyendo el edificio que definitivamente englobaría a todos en El monte de El Pardo (en el sitio que antiguamente se conocía como El cuartel de Somontes). Uno de aquellos fue la casa que Bernardo Suárez Crosa (el director gerente de la Fundación) tenía en Alcalá de Henares. Allí se iniciaron las labores de telas y reposteros. Otro, un palacete en el número 41 de la calle Velázquez en donde se establecieron los telares de alfombras y tapices, así como los bastidores para los bordados y un laboratorio de pastas de porcelana. El taller de muebles empezó a funcionar en otra casa de la ciudad complutense, mientras que el de porcelana se instaló en un edificio rehabilitado en el sitio de Fuentelarreyna (El Pardo).

En 1958 ya todos los talleres y secciones están trabajando reunidos en el nuevo edificio construido ex novo para ser sede de la Fundación, con amplísimos terrenos en el monte de El Pardo. Estos se irían vendiendo conforme fue avanzando la crisis económica, pero permaneció intocado hasta el final lo que se llamó el Poblado de San Francisco, o sea, un conjunto residencial que el fundador mandó construir para alojar a los trabajadores de la entidad, al modo de colonia obrera. En esto -así como en la variedad de oficios-, la Fundación Generalísimo Franco recuerda al conjunto manufacturero y residencial que creó Luis XIV en la gran Manufacture Royale des Meubles de la Couronne (Gobelinos).

El patronato de la institución se regía por un amplio Consejo de Administración que comenzó siendo presidido por Manuel Escrivá de Romaní y de la Quintana, conde de Casal. Sin embargo, quien realmente fuera el alma del proyecto y ejerciera como el brazo ejecutivo de este en los primeros años sería el Director gerente, Bernardo Suárez Crosa. Además, había un Consejo Asesor Artístico que estaba integrado -aparte de por diversas autoridades del Consejo de Administración- por reconocidos especialistas en el campo de las artes decorativas. Los primeros en ocupar este puesto fueron Julio Cavestany Anduaga, Juan Contreras y López de Ayala (marqués de Lozoya) y José Ferrandis.

Parece que este Consejo Asesor Artístico no tuvo demasiada relevancia como órgano colegiado, pero sí fueron decisivas las sucesivas direcciones artísticas que estuvieron a cargo de la producción de los talleres. La primera de ellas fue la del mencionado Bernardo Suárez Crosa (desde 1941 a 1950), la segunda la de José Luis Miranda (marqués de Miranda) (1958 a 1972) y la tercera la del pintor Galo Brull Lenza (1972 a 1984). Con posterioridad a esta fecha queda ya un tanto diluida la figura del director artístico.

A finales del año 1962, se produce un cambio en los estatutos de la Fundación, de manera que esta pasa a integrarse en el Patrimonio Nacional y a ser regida por el Consejo de Administración de este. Veinte años después, sin embargo, la ley 23/1982 de 16 de junio reguladora del Patrimonio Nacional la deja fuera de este organismo y comienza así un período de incertidumbre institucional e inestabilidad económica que se prolongará hasta el final.

Después de la muerte del dictador, todavía habrá que esperar varios años para el cambio de su denominación, que a partir del 28 de noviembre de 1984 será oficialmente la de Fundación de Gremios–Industrias Artísticas Agrupadas. Durante los años ochenta se agudiza la crisis económica y ello determina una drástica operación económica destinada a conseguir recursos para su mantenimiento: la venta del edificio institucional (plenamente ya integrado en una zona residencial del norte de Madrid) y el traslado de los talleres y oficinas a otro de nueva construcción pero en una zona más industrial: el polígono de Fuencarral. Antes de que este se produzca, hay un nuevo cambio institucional: desde el 18 de abril de 1989 la entidad pasa a ser una fundación sin ánimo de lucro bajo la denominación de Nueva Fundación de Gremios-Industrias Artísticas Aplicadas, que a partir de 1991 quedará acogida al Protectorado del Ministerio de Cultura.

A finales de 1990 se abandona el antiguo edificio y la entidad comienza su funcionamiento en la nueva sede del polígono de Fuencarral. La situación económica se sigue agravando y, tras un largo período de agonía en el que no prosperó un proyecto de fusión con la Real Fábrica de Tapices, la Fundación cierra definitivamente sus puertas el 30 de agosto de 1995.

La fabricación de alfombras de nudo fue, desde sus orígenes, uno de los baluartes económicos de la Fundación y una de sus señas de identidad. Especialmente las de nudo español, que alcanzaron un gran éxito y prestigio. Sin duda, el fomento del anudado sencillo era una de las mejores formas de “ejecutarse productos de las artes industriales de gloriosa tradición en España”, tal y como rezaba en el programa institucional. A ello se aplicaron con especial interés Suárez Crosa y el marqués de Miranda con la inestimable colaboración y asesoramiento del marqués de Lozoya y de José Ferrandis. De ese modo, de sus talleres salieron magníficas alfombras caracterizadas no solo por su excelencia técnica, sino también por su calidad artística y por su propiedad desde el punto de vista histórico. Una propiedad fundamentada en el experto conocimiento por parte de los responsables artísticos de la Fundación en lo que a la tradición alfombrera española y sus más genuinas características se refiere.