100 trillones. Currency devaluation, Zimbabwe Reserve Bank bill
- 2014
- Dos billetes auténticos de la Reserva del Banco de Zimbabue
- 7,5 x 15 cm c/u
- Edición 4/10
- Cat. G_2790
- Adquirida en 2019
100 trillones. Currency devaluation, Zimbabwe Reserve Bank bill es una pieza que consiste en un billete real de 100 billones de dólares zimbabuenses que da cuenta de la hiperinflación y consecuente devaluación de la divisa local de este país del continente africano y de su relación con la producción y el comercio mundial de alimentos dentro de la economía global.
La República de Zimbabue nació en 1980, heredera de la antigua República de Rodesia, anterior colonia británica. En el momento de su gestación, se creó también una nueva divisa: el dólar zimbabuense. En los primeros momentos, el nuevo dólar era más valioso que el dólar estadounidense en los tipos de cambio oficiales. Sin embargo, la realidad del país era otra, diferente a la de las lógicas especulativas financieras. El poder adquisitivo del dólar de Zimbabue era mucho menor y estaba condicionado por un proceso de inflación, que más tarde derivaría en una hiperinflación. Esta afectó más tarde a la producción agrícola del país, que en los primeros años había experimentado un crecimiento. Las medidas de ajuste económico impuestas por el presidente Robert Mugabe durante los años noventa, que incluían significativas reformas agrarias, produjeron una fuerte caída en la producción de alimentos, en la inversión en agricultura y en el sector bancario. La fuerte interdependencia de los sectores agrícola y financiero provocó el descenso de la producción de alimentos y manufacturas, además de un aumento del desempleo y una disminución de la esperanza de vida. Este colapso de la economía de Zimbabue produjo la continua y creciente devaluación del dólar zimbabuense. En los años 2008 y 2009 la tasa de inflación alcanzó su pico más fuerte, haciendo que los precios de los productos se multiplicasen cada 24 horas y apareciesen billetes de 100 billones de dólares; en un momento dado, una barra de pan llegó a costar 550 millones de dólares. En 2019, el dólar de Zimbabue dejó de estar en circulación, y se reintrodujo una moneda local. En la actualidad, continúan los procesos de hiperinflación, que se han agravado con los efectos de años consecutivos de sequía, producidos por el cambio climático, y la pandemia del COVID-19.
Como documento histórico, este billete de 100 billones está directamente conectado con la historia financiera de Zimbabue y muestra su relación de dependencia con la divisa internacional que se usa en el mercado global: el dólar estadounidense. Como parte de la obra de Asunción Molinos Gordo y de su investigación general del pensamiento campesino y de su imprescindible pero subestimado trabajo histórico, cultural y social, este billete introduce otros sistemas de interacciones que se refieren a la estrecha, pero no siempre obvia, relación entre el mundo agrícola y las decisiones e intereses financieros. El hecho de que el comercio mundial de granos se efectúe en dólares estadounidenses, unido a la inflación y devaluación de las divisas locales, tiene como consecuencia la menor adquisición de alimentos por la misma cantidad de dinero cuando los países se ven obligados a comprar en el mercado internacional, ante el estancamiento de los cultivos autóctonos. A ello se une otro desajuste: que no todo el papel moneda que se imprime acaba siendo puesto en circulación en un mundo donde la sobreproducción y la escasez de alimentos coexisten en paralelo. Esta pieza formó parte de dos exposiciones individuales de la artista: «Hambre, un objeto hecho por el hombre» (2014) y «Accumulation by Dispossession» (2019). En ellas, Asunción Molinos Gordo presentaba su investigación en torno al sistema neoliberal que rige la economía alimentaria, para el que la fabricación y consolidación del hambre se ha convertido en una estrategia y un recurso de producción, acumulación y circulación de capital. En un mundo donde la producción de alimentos sería suficiente para abastecer a un planeta y medio, el hambre es una situación instrumental del sistema capitalista para su propio beneficio. A esta «mitología del hambre», se une la concentración de la riqueza y el poder en unos pocos, despojando a millones de personas de tierras, recursos y capital. Asunción Molinos recoge aquí los estudios del profesor marxista David Harvey, quien se refiere a esta ambiciosa maquinaria de desigualdad estratégica con el concepto de «acumulación por desposesión». Desposeídos de los alimentos que ellos mismos producen, los agricultores viven en un continuo estado de inseguridad alimentaria, provocado por los mecanismos especulativos del comercio de alimentos, que se unen a los efectos devastadores medioambientales del calentamiento global.
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